sábado, 5 de julio de 2014

Invertebrado

Soy un primitivo que regresa a su estado natural. Bebo de tu sangre, compro venenos para untar en la noche. Revuelvo mis pies adormecidos en grasa de animal. Me reincorporo de la muerte, y otra vez, a saludar al sol, y otra vez a horadar las mañanas con esta angustia de perro. Compro un litro de artículos para un funeral. Siembro miedo, siembro angustia. Riego de condena esta superficie de misión. Y ando por las avenidas, arrastrando esta voz que alguna vez se hizo carne, pero fracasó horriblemente. Llevo en las uñas restos de sangre promiscua. Muy pronto tal vez deje de ser niño, para poder ser hombre al lado de alguien. Ordeno mis ideas y las hago fragmentos de noche. Acabo con la disgresión y estos delirios de tu boca; pierdo un poco de etapas. Intento suicidarme con un sutil deseo, permanezco quieto, rondado el sueño, rondado tu cuerpo vapóreo, las líneas que ciñen de cadenas una lenta agonía. Recuerdo mi infantil risa, y este estado pedruzco, de quedarme siempre arrodillado ante el tiempo que se come mis huesos y se come mi inteligencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario