Cuando uno se hace barco, y se paraliza de
rabia y voces, trata de anclar sus piedras en casa, o en muelles de
emociones pasadas. Ningún barco se vuelve humo de la nada. Y ninguna
cabeza que explota tiende a la reproducción en masa.
A veces me
ocupo, como cirujano o difunto, de ciertos lunares y de ciertas
personas, escuchando multitudes de enfermedades mentales, y
elucubraciones que versan sobre el amor, principalmente, el sexo, la
tristeza y la locura.
Un abrazo de cuando en cuando es redimir de locuras veniales los tentáculos de nuestra frustración.
¿Y la mirada qué?
Es entonces, un disparo que no se siente. Claro, si tienes armas a la
mano. Y entonces sucede que no quieres ensuciar a nadie, mucho menos
hacer que mamá limpie y limpie las paredes de prisión y azul ternura.
Desembocamos pues en el cuello infinito de la tristeza y la erosión. El
amor nos curará, no señores, el amor no cura, el amor da vida, el amor
engendra. Lo único que puede revertir este impacto al fin, son las
tribus insanas de mentes anteriores. Un día lloverá polvo, ¿dónde estará
la cultura para entonces?, la sociedad no se construye a besos.
Pero un beso puedo construir un mundo, Y yo he perdido tanto. Que perder
la vida en un intento no me parece una idea anterior. Si tuviera vida
para malgastarla, estoy seguro que volvería sobre mi sombra a
extrangular por siempre a los fantasmas que me persiguen. Seamos
ciertos: cada día nos acercamos menos. Y yo aquí esperando que me
devuelvas el sentido, y por qué no, que me dejes ser gato a tu lado,
prometo llevar mi alma al costurero y esto es el sexo al fin y al cabo,
pero es sexo que construye identidad y muerte. A eso aspiramos a ser
cloroformo en las venas del otro. Y aquí huele a miseria. Y eso te hace
feliz. Toma de mí lo que puedas, toma mi respiración o toma mis muertes,
porque al despertar abré cambiado de identidad, y podré al fin ser tu
antidepresivo o tu factura por pagar.
Y tu luz que limpia mis
heridas con silencios y estas ganas de destruirlo todo porque no sé
verbalizar los apagones de tu realidad, ni tendencias suicidas, y eso
que tú y yo entramos por la puerta falsa, pero yo salgo con un arma y
esta pena que es envejecer sin ti, porque todo algún día se acaba,
incluso la locura y las palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario