lunes, 14 de julio de 2014

Silente

Un abrazo tuyo, que me explique esta necesidad de necesitarte, o que al menos disimule mi hambre de volver sobre tus huesos, a prefigurar un sueño de manicomio y terrazas; que pueda al menos recuperar algo de mi negación fortuita, mi identidad que llega hasta tus playas.
Necesito tu presencia, como si necesitara tu cuerpo para descansar.
Necesito tus brazos para que me saquen de esta prisión llena de ratas.
Yo repito tu novedad, y mi boca se hace centella de tus ojos.
Necesito tu magia, porque sabe liberarme. Y aunque sé que existe la distancia, tu vapor de crepúsculo y baile, al menos se asemeja en estas fechas a una risa que yo necesito para que algo me saque de aquí.
Me hago indigente en mi propio entierro.
Me lleno de papeles para recordar.
No hago más que huir, y es la mejor manera de adentrarme.
Lo que necesito yo, es que tú me saques de aquí, y me lleves contigo; en tu bolsillo, no importa, o en tu oreja, como arete, o en tu dedo como sortija, o en tu cabeza, como remanente.
Porque cada vez que quiero gritar me llaman indecente. Y cuando guardo silencio me secuestran los ensimismamientos. Y yo no sé salir de aquí, si tú no estás afuera con tu silueta de cordura y compañía.

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