martes, 12 de agosto de 2014

Corriente

Reverberas cual noche llena de fatigas, en tus rojos revientes; este perro te sueña, que tu boca se haga burbuja al tacto infértil de su nudo al minuto de luz, un poco de luz para siempre, de tus ojos, que me traen o me echan, porque pierda el color, la vida, el sueño, el amor, y es que no pensé hallarte así de ajena, tan distinta, como estrella en mi pulgar o mi pupila, limitada por apenas el cine y los enamoramientos, las bocas y el sexo ufano, las noches ancladas al limítrofe placer de la muerte, estamos obsesionados es cierto, pero el tiempo es corto, y mi vida languidece, y tuve que encontrarla esta noche, tan rodeada de cuerdas e intenciones; la pasión me envilece, tan solo un beso, o que tu mano imagine mis venas en sus ríos, su respiración de asma y predicación, yo lleno de talento para el fracaso, estoy de pie, porque tú, pasas al centro de mi vivienda, a ser en seguida el centro de mi diluvio universal y por correspondencia somos tacto que se avecina o tiempo que aterriza, y tú que serás de él.

sábado, 9 de agosto de 2014

PISCOTRÓPICOS


Sibila, muñequeada y con fuego en los dedos, recortada de la memoria, enciende un fallo ("pal frío", dice), pero esta vez también se le quema mal.

<<Viste traje naranja, toda adulta ella, con labios de bebé, independiente se dice -yo pienso más bien necesaria-, y presta su voz a mis demonios, elucubra un buen armadito, lo lleva a su boca y aspira hondo, como si quisiera quemar también sus pulmones llenos de motín.>>

Allá atrás transitan las almas ajenas de los enfermeros. Aquí todo es redondo: la luna el parque sus ojos la mota su boca los besos la muerte el zatrix el frío la pena. 
Aquí todo es silvestre y rojo. El destino nos fundió en un solo abrazo, lento como como cuando consumes tu hierba ("a falta de papel, tenemos cartas").

Y aquí todo apesumbrado, fumando mi pena con una chica que apenas si conozco, intuyo su nombre, pero estoy demasiado en otro mundo para verbalizarlo, a penas si la simbiosis ha empezado, su cuerpecito delgado sostiene el cigarro, de su boquita encorvada se escapa el humo pesado, como si fuera su alma enfadada, la polvora del adiós se enciende, su rostro ardiente, su mirada transeúnte... La luz que llega de afuera.

Escápate conmigo, me dijo. Y yo. Dónde estamos pues. Aquí, quietecitos, abducidos por el día a día, sobreponiendo miserias a ver quién la tiene más torcida. Beso a beso, contaminando la tierra con nuestra existencia. Sí, somos dos fantoches, clandestinos, poesídos simétricamente por las horas y el empuje vertical, la piramide se levanta, aquí, pues, aquí los espero, malditos, aquí tengo cargada mi pistola de magias, Y tú desfalleces, dices cualquier cosa, mientras alzas vuelo: efectivamente, eras un ángel, y fui tan tonto de no darme cuenta. Allá te veo, espero, volvamos a nacer, yo busco la cura, y tú buscas la salida, ¿y la hierba que queda? Ya vendrá otro loco a fumar pantanos, nosotros de aquí nos largamos ahora mismo.

NO TIENES REMEDIO

Tiempo son tus dedos rasgando el cielo, tu cósmico abrazo, que se repite y repite, o la prefigura de tu insana vocación. 
Urge una caricia de sueño. 

Tus dedos que tientan locura, tus orgásmicos abrazos que son espectros en el bosque, tu piel que ya no te cubre, las tardes que ahora se hacen notas musicales. 

El alma que nos queda chica, la soledad, el vacío, los exs: el tiempo se me hace esquizoide y oculto.

Vienes otra vez, atenta, premeditada, cuidado con tus curvas, a fomentar boca en mi terreno siniestro. Yo no pido que te acerques, tú sola abres las alas. ¿A qué te acercas?, si es una noche de tantas. La algarabía, luego la religión.

Un poco de muerte, una muerte lenta y segura, los años que nos prometimos. El para siempre que es solo una semana. Ya estuve preso tres veces. Y todas esas lágrimas las cambiaría por otra semana empeñado en hurgar por tu cuerpo el oro y las armas. En descubrir en ti el secreto de las ventanas o la indiscresión de tu boca que promete salvación, y mi vientre henchido de llanto e intestinos.

Te extraño hasta que me duele o me salen llagas en los dedos, o la piel se me irrita de tan luz, o el tiempo deja su típico sentimentalismo de degenaración.

Navego por tus ojos y solo encuentro versos, solo encuentro cuervos martillados, y sus graznidos me recuerdan tu reloj improviso, su carga de fuego, los labios que te besaron en otros tiempos, cuando yo aún tramitaba mi libertad y mi romanticismo.
Urge una caricia existencial

que vengan de tus dedos largos o tu vista de lluvia y sensaciones
que me devuelva la voz o me mate en el intento, ahora no me reconozco
que me destruya a la vez que te alejas, porque se me cae el cielo, ya no tengo alas, solo diáfanas promesas que tentaron tu sonrisa.

Soy un caso perdido. Pero tú eres como lluvia que me sobrecoje y me llena de vida. Y ahora yo tan solo. Y tú tan espaciada.Y yo sin remedio, y tú sin curas.

NADIE ENTENDERÁ


Otra vez vienes apestando a...; pero, madre, no he fumado nada, son solos rojas termitas que el viento me trajo. ¡Carajo, una vez más con eso!, tendré que lanzarte granadas. Otra vez, alucinado, tiemblo en casa, nadie lidera la revuelta esta vez, son solo místicos presagios de tus tentáculos carmines, con sabores dípticos. 
Y lloré lloré lloré. 
Se acaba la ganya pues. Hijo de puta, cómo te atreves venir a casa así: Por suerte este hogar es cristiano. Tus ojos marihuanos, pues. Convence al corazón de olvidar. ¡Dejar de llorar marica! Tendrás que ir a terapia. Y es miércoles. Mal día para terminar... (Llámame, Isabella, siento que voy a morir).
Eres cansino, ¿sabes? No solo hueles a hierba, ¡también apestas a melancolía! Así no te curarás pues. Mejor me largo con otro. ¡Si vuelves a casa así, tu madre se morirá de un disgusto! Ya estoy harta!!! Llamaré a tu padre. No vayas a dejar tus terapias, ¿sí? (Isabella tenía unos ojos enormes que me volvían loco, fácilmente recorrían cromosomas, de su piel de letargo y hambruna.) 
Otra vez solo. 
Es suficiente!!! Te largas de la casa ahora mismo!!! Pero no he fumado!! No estoy loca. Pero por si acaso no vayas a dejar tus terapias... ¿Has intentado con otras? 
Soy un caso perdido. 
Quisiera viajar al espacio. Reconstruirte. No soy tu curadora. Para eso vas al médico, ¿no? Qué mierda eres, ¿sabes? Ya me harte de todo esto. Me largo con otro. El sexo no nos hace novios. Nos hace cómplices. Toma tu corazón. Yo me largo. Mejor busca-un-alma-que-te-pueda-curar.
Hueles a hierba, ¿otra vez? Pensé que... (Isabella tenía dedos finos). Pensé que... te habías muerto. Si te alejas, aléjate bien... No eres el único. Yo creo en el matrimonio, pero no así. (Isabella me dio la noche más eterna de mi vida). Estabas tan rojo. Fuiste un milagro. Carajo, ahora mismo te internamos. Pero si no he fumado. Tengo en la cabeza todos estos monstruos. (No estoy bien, doctora. Isabella me dejó algo tatuado, ¿me haría el favor de leérmelo?) Ah, sí, dice (soy un caso perdido) no dejes tus terapias. (Isabella volverá). Carajo, una vez más y te golpeo. ¡Es frugos! ¡Es frugos! Qué inútil eres para la sociedad. Ya me hartaste, me largo con otro. Debí intuirlo. Solo hago mierda lo que toco. Y yo toqué su alma.
(Isabella me vigilaba al dormir, pero ya no volverá)

miércoles, 6 de agosto de 2014

Boda

Dignidad aparte, por esos mismos senderos, con esas mismas piedras, casi por rutina casi por alter ego, quiero muy de vez en cuando volver a quemarme y vibrar con tu fuego interior. Y que entiedas que soy el chico bueno que dejaste ir, y que ahora se hizo chico malo para poder vengarse en secreto. Tú sabes. Y Dios también, solo que Él sabe guardar secretos. Yo, en cambio, solo sé dibujar y reprimir tu búsqueda en mi memoria. No sé, quizá Dios me perdone tantas y tontas fallidas incursiones, pero tus piernas largas y mías, porque aún y aun, intentan traerte hasta mi tumba. Y eso que aún no muero, pero cuánto quisiera, si es por el fuego que te enciende y me enciende al contacto, otra vez. Entonces, tomarte por el alma, como si te cogiera de las orejas, no es mala idea. Yo soy el desayuno y tú eres la cliente. Mi venganza entonces te va dar risa, o todo lo contrario, ya cambié de domicilio para evitar las gillotinas notariales. No tengo pulmones, pero tengo poesía. Tú solo tienes tiempo, y una boda por recitar

martes, 5 de agosto de 2014

Elección

La noche es un peatón que recorre tus calles llenecitas de sentimientos y buenas intenciones.
No vaya a decirme qué hacer ni qué sentir, con que se quedes en mi vida, para aliviarme o alterarme, o como quien dice, llevarme de la oreja a clases, y hacerme sentir esa emoción tan fuerte que yo -porque soy muy torpe- confundo con cariño verdadero, así todo se queda bien. No necesito de postulados ni aporías. Prefiero su peso en oro,el equivalente en palabras.
Puede que a veces no la mire al hablar: todavía no aprendo a ser grande bajo sus ojos, ni bajo su piel, ni a estar preso en sus abrazos. Pero infiero que con el correr de los tiempos, usted, analizando esos extraños actos fallidos y yo dejando que su mano recorra mi voz, con su comprensión de delirio y descreimiento.
Yo sé que mucha gente la ve, y piensa, "qué linda chica"; pero yo sé algo que ellos no saben: sé que detrás de su sonrisa de estudiante, y sus mecanismos de defensa (y repulsión) se encuentra una buena hija que sostiene a un padre y sus mutismo y su suicidio silente, y por ello, si me pidieran por quién dar la vida, usted sabe cuál es mi elección. Y aunque mi ritmo de vida sea algo más ligero, sin mucho boato ni restricciones ni algas en el pecho; nunca cambiaría su inteligencia por parir hijos ciegos y cansados.
Participio de tus sentidos y todo es prolongado vaivén; la ruina nos acecha, con sus cuerdas de terciotipo, y los alambiques de teatro que en tu pecho florecen.
No soy más que superbé, un tren sin pasajeros, una línea corrupta en tu boca informal. A penas si soy episodio depresivo en tu historia de hadas, y un volcán a punto de olvidar, con toditas sus hechuras rotas.
La bienvenida es siempre un zatrix en tu coctel de sangre.
Tus dedos están fluidos por granadas que fragmentan el cuerpo ajeno.
Tus ojos son cortes o tiernas pisadas sobre un desierto edípico,
Estoy a tu alcance, pero nos sobran hojas. Y la distancia es arquetipo de la verdad, Tu cuerpo es el señuelo, un pasadizo, un verbo que no se puede conjugar, la última recurrencia para este cerebro maldito, un favor, un pueblo, una mentira que debemos creer.... Un artificio, los ecos, la llamada, llegas tarde, ya nadie te espera, un templo, el frío, la noche juntos, un oscuro remordimiento,
Persisto en atropellos de vejez; aún somos tildes, palabras en desuso, unas miradas sin profundidad, que a veces se torna sueño y otras memoria.

Alivio

Tengo una semana de golpes y apenas dos noches de sueño. Y aún sigo debiéndole los asuntos de vida.
Si sigo así, tan recurrente y decaído, terminaré por perder lo poco que me queda de recuerdos y nombres.
Soy tan improvisado, que termino aburriendo a las chicas; porque vivo solo de pensamientos recurrentes, eso que ella llama obsesiones.
Cada vez que quiero naufragar busco su cuerpo. O busco sus ojos como inmensas bahías. O su voz que me acurruque el tacto y las horas.
Y ella ya sabe cómo soy. Y eso no parecía importarle. Para su pecho, eso no era problema. Pero con los días, las compulsiones la fueron agotando. Y ahora respira lejos de mí. Para recordarla, me dejé una cicatriz que todavía arde.
Y también su electricidad al acompañarme en las paranoias.
Pero ya olvidé sus horas y sus notas de madrugada. Ahora duermo más tarde, y sigo inédito en sus arenas.
Hace mucho que no me decían algo así, y no puedo más que alegrarne entre los suplicios, e intentar sentirme un gato menos.
Las voces transcurren, se hacen tópicos y vuelvo a lo mismo.
De cualquier modo, es temporada de vientos fuertes, y era cuestión de lluvia oírlo; pero prefiero que sea mi boca la que me alerte.

Tus ojos bellos y arrechos

Tus ojos tremendos, abiertos hacia el cielo, saliendo de una oscuridad beata.
Tus piernas delgadas, como salidas de un mar de hielo y cenizas.
La noche crespa. La lluvia indigente. El suelo húmedo.
La gente se aglomera, y grita la tempestad de sus mundos.
La hebilla se te cae. Tus manos me arrebatan la ansiedad.
Tus manos se hacen rayos, y dibujan en mis mejillas otra verdad.
Me alivio de tu grupo barrial. Los intestinos y la piel. El sexo resulta barato.
Todos gritan tu nombre. Y las paredes vibran.
Tú otra vez. Con los labios entreabiertos, como queriendo lamer mi miedo.
Y Dios está distante. Y a veces nos queda un poco de marihuana disidente.
Pero solo veo tus ojos grandes, que iluminan esta carretera llena de hormonas.
Y tus palabras guías.
La gente con su cámara de fotos. Y un león acechando a sus presas.
Y yo describo todo eso, porque entre la gente vas tú.
Me llamas genocida por liquidarte. Quiero tocar tu vientre.
Llevarte con el viento. Inundarte de monedas y salvaciones.
Tus ojos clavados en el corazón. Tienes ratas en la cabeza.
Una fea cicatriz que atravieza tu alma.
Y la gente te reclama, quédate un rato más, la noche recién comienza.
El tiempo nos roba la niñez, porque tú eres mi licor, y yo tan solo soy un tarado.
Pero te hundes en la noche. Y entras a ese vacío dentro de la gente, en sus corazones, como limosnas, como arquetipos de hambre.
Sin embargo, yo puedo ver, de entre toda esa gente tu rostro bello y arrecho, que me mira, llena de coquetería, tu boca que me ruega un verso. Y esta pared que nos separa.
Una composición toda podrida.
Somos un par de suicidas dialogando de néctar y quetiapina, en este muladar de locos. Yo cargo tu cruz pero tú pones los clavos.
Tus ojos se apagan. La noche también. Las enfermeras circulan. Y todo queda en desorden. Solo tu ojos arrechos y afiebrados llenos de mortalidad.