sábado, 19 de julio de 2014

Poema CDVII

Vengo trabajando desde el silencio.
Y tú tocas toc-toc mi mente,
con tus manos de pinzas, con tus aspiraciones de aserrín;
apenas si sucede el día, y ya estoy extrañando al muerto.
Y el mundo es tan distinto, lejos de control,remoto.
Mientras tú me miras, yo me vuelvo anciano.
No aprendí a querer, pero aprendí a necesitar.
De cualquier modo, los ojos bastan, si puedo intuir que entre tú y yo, como dos muros, un eclipse que separa esta psique podrida y tu percepción totalizante de un cuerpo extraño.
La demencia es entonces un capítulo que se escribe en tu boca. Un hospital raro, por cierto.
Yo pensé que tu frialdad y el desgarro iba llevar a querernos; pero no, el tiempo fue más díscolo. Y a pesar de que tu corazón es igual que el mío, aún no sé qué hacer conmigo. Puedo adivinar tus verdaderas creencias, cómo tocas mi mente, cómo limpias mis fantasmas con tu dosis de alcohol.
Me despiertas arruinado. Una noche anterior..., musa que desmenuza mis talentos, si es que quedan, y hacen de este fortín, puro papel, bastardo sin alma. Como si dialogara con un pared, la edad de todo el mundo, se hace tu piel, entre escamas y tu piel de profeta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario