A la pregunta sobre si Albertino es un tonto o
un genio, de tanto pensarlo, por fin hallé la respuesta: Albertino es
un tonto genial. Y paso a detallar los porqués.
Para empezar, Albertino es un tonto porque siempre va necesitar una profusión
de deleite, una fuerza que lo exprima de goce estético, y va buscar esa
belleza formal y de música en todo lo que lea; también es tonto,
porque, como lo están entrenando para crítico literario, se pone a
analizar cualquier cosa, ya que ha interiorizado eso de que todo es
discurso, todo es texto, por lo tanto, todo es susceptible a ser
interpretado por la cultura. Es un verdadero tonto, de verdad. Y además
su forma de expresarse, con ese lenguaje todo enrevesado, como los
pasillos de su mente, ¿qué se habrá creido, no? En ese sentido puede que
limite con la estupidez, el pobre. Es un tonto porque conoce poco a las
personas y ya quiere compartir con ellas el resto de su vida. Es un
tonto además, porque siempre busca el ideal, y si no lo encuentra salta
por la ventana, pero como buen tonto, cae parado, porque los tontos
siempre caen de pie. Es un tonto porque se desprende de la vida como
hoja, y él sabe no valorar los esfuerzos denodados de su psique por
integrarse a una realidad deconstruida por la polución y la materia.
Pero es un genio por algunos pequeños detalles, como en que en una
semana que raramente tuvo ocho días, solo ha dormido en todo ese tiempo
doce horas, y que como premio logró entender los planteamientos de Lacan
y encontrar una aplicación factible del psicoanálsis freudiano al texto
literario. Es un genio también porque se vio no tan solo entre tanta
lumbre; y de sus lumpen ha nacido tres misterios: el primero, ¿por qué
es tan tonto?, el segundo, ¿seguirá siendo tonto?, el tercero, ¿era un
ovni lo de ayer? En fin. Albertino también es un genio porque así lo
dictaminó alguien competente.
Pero no sabe encausar tanta prodigio
nada más que para crear falsas ideaciones de sí, que tarde o temprano lo
empujarán a la FIL, del tercer piso de un avión. Es un tonto a veces
porque disocia mucho y divaga -aunque pueda deberse esto a alguna
enfermedad mental, pero, en esto tiempos quién no es un enfermo mental-,
ya ven, ya empezó. Es un tonto porque se queda tieso y no tiene
autocontrol, solo una leve sonrisa y la esperanza de que un día estará
mejor. Hay que dejarlo a este infeliz y mejor disfrutar de buen fin de
semana. Y así no se imagina que el mastica rabia y le baila al hambre,
con sus antiguas armas de tonto recolector de sonrisas. Y es tonto
además, porque quiso escribir pocas líneas y le salió un tormento. En
fin... No hay remedio para su estupidez.
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