sábado, 19 de julio de 2014

Debate


A la pregunta sobre si Albertino es un tonto o un genio, de tanto pensarlo, por fin hallé la respuesta: Albertino es un tonto genial. Y paso a detallar los porqués.
Para empezar, Albertino es un tonto porque siempre va necesitar una profusión de deleite, una fuerza que lo exprima de goce estético, y va buscar esa belleza formal y de música en todo lo que lea; también es tonto, porque, como lo están entrenando para crítico literario, se pone a analizar cualquier cosa, ya que ha interiorizado eso de que todo es discurso, todo es texto, por lo tanto, todo es susceptible a ser interpretado por la cultura. Es un verdadero tonto, de verdad. Y además su forma de expresarse, con ese lenguaje todo enrevesado, como los pasillos de su mente, ¿qué se habrá creido, no? En ese sentido puede que limite con la estupidez, el pobre. Es un tonto porque conoce poco a las personas y ya quiere compartir con ellas el resto de su vida. Es un tonto además, porque siempre busca el ideal, y si no lo encuentra salta por la ventana, pero como buen tonto, cae parado, porque los tontos siempre caen de pie. Es un tonto porque se desprende de la vida como hoja, y él sabe no valorar los esfuerzos denodados de su psique por integrarse a una realidad deconstruida por la polución y la materia.
Pero es un genio por algunos pequeños detalles, como en que en una semana que raramente tuvo ocho días, solo ha dormido en todo ese tiempo doce horas, y que como premio logró entender los planteamientos de Lacan y encontrar una aplicación factible del psicoanálsis freudiano al texto literario. Es un genio también porque se vio no tan solo entre tanta lumbre; y de sus lumpen ha nacido tres misterios: el primero, ¿por qué es tan tonto?, el segundo, ¿seguirá siendo tonto?, el tercero, ¿era un ovni lo de ayer? En fin. Albertino también es un genio porque así lo dictaminó alguien competente. 
Pero no sabe encausar tanta prodigio nada más que para crear falsas ideaciones de sí, que tarde o temprano lo empujarán a la FIL, del tercer piso de un avión. Es un tonto a veces porque disocia mucho y divaga -aunque pueda deberse esto a alguna enfermedad mental, pero, en esto tiempos quién no es un enfermo mental-, ya ven, ya empezó. Es un tonto porque se queda tieso y no tiene autocontrol, solo una leve sonrisa y la esperanza de que un día estará mejor. Hay que dejarlo a este infeliz y mejor disfrutar de buen fin de semana. Y así no se imagina que el mastica rabia y le baila al hambre, con sus antiguas armas de tonto recolector de sonrisas. Y es tonto además, porque quiso escribir pocas líneas y le salió un tormento. En fin... No hay remedio para su estupidez.

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