A ti, por si me lees, antes que me haga anciano.
Alguna vez voy a querer escribirte una canción de amor que llene todos
tus vacíos, y que en un instante de inquietud, te cuestiones si esta
vida es gratuita porque sí, o porque esperabas que
venga un don nadie como yo, que ni bailar sabe, a pintar tu hermosura
con dizque versos, con dizque arte. Y entonces todos pronuncien tu
nombre, pero no se acuerden de mi ensimismamiento, ni de mi silencio de
rayo, que supo intuir amor en mis satisfacciones, como una charla
aprendiz, de tu boca susurrando otros amores, o tu boca recortando
miradas. Y yo que telefoneo a Dios, y a esa musa provinciana, que no
sabe que cualquier cosa por amor es vida y ocurrencia si viene de una
cabeza destrozada por psicotrópicos y antidepresivos, cuya justicia
venal, se debate entre el amor y la pereza. Y ahora respiro por las
venas, pero me caen las balas de tu indiferencia. Y alguna vez voy a
querer escribirte algo que te enamore, pero tú ya estarás bailando en
otros escenarios. Y yo seré sólo un postulado inconcluso, una suela que
calzó por un instante en tu tiempo de huracán. ¡Quién me manda a ser
como soy! ¡En qué cabeza se iba pensar que este corazón de perejil iba a
tener su correspondiente viruela! Mi corazón viene callado desde hace
tiempo. Y ahora que tiene ganas de gritar, solo sabe de ruidos y de
contención, todas jodidas. Ya no es tu mirada que me avoca y me
ensimisma, es el miedo que él aparezca y te lleve. Yo fui raptado. Y
nadie pagó el rescate. Si te raptan, solo tengo dizque versos y esta
sonrisa tonta para reescribir tu libertad, para dibujarme tu compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario