lunes, 23 de diciembre de 2013

Fracaso

He caminado tantas veces tus mismos caminos, y ya no tengo más huellas por dejar.
He visitado todos esos lugares a los que concurrías para iluminar de vértigo tu promesa, y siempre he vuelto herido a casa.
Me he contenido de lágrimas, cuando te vi tocando el rostro fiero y pasivo de otro, uno que te acaparó tu corazón después de mí.
Me he cortado los pies para no irme de esta ciudad que te pertenece, que te suple, que te envuelve.
Me he quitado un poco la razón para poder buscarte altiva, entre mis fantasmas, cuando se incendia la noche.
He asistido a terapias para poder ser una persona mejor, incapaz ya de agonizar por tu ausencia.
He disparado promesas al cielo para que me acerquen en el tiempo tu rostro cálido, tus ojos perfectos, tu mirada secreta, y solo he conseguido lluvias y relojes.
Me he ido de este mundo incontables veces, y he vuelto lleno de teorías y lleno de intuiciones, pero solo me colmaban de suciedad.
Por último, he resucitado, para volver a escribirte los versos que te gustaban, y los he publicado en Poetas Inmortales... Pero no he conseguido ni siquiera un guiño, ni siquiera un inbox, mucho menos tu apresurada sonrisa, mucno menos que vuelvas a mí.
Entonces, parece que nada de lo que haga será suficiente. O tal vez el insuficiente soy yo, Porque siempre creí que tú merecías alguien mejor.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Propuesta de amor

para E.R.C


Esta es una propuesta para Carol (su nombre empieza E), quien tiene una naricita perfecta perfecta, los ojos como ruidos en mi mente, y siempre sabe inyectarme emociones raras con esas lentas agonías de sus palabras mordiendo mis tímpanos. Ella está atrapada en el tiempo. De cuando yo era más yo, y era aún menos esto que me ha vuelto la impaciencia y la angustia:

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Poema CCVIII

A Esthercita que en su palma 
guarece mi corazón herido

Yo me hubiera casado contigo.
Y hubiera arrastrado mis pequeñas pertenencias,
y este inmenso corazón que tú luego rompiste.
Hubiera recorrido tu cuerpo sin mapas.
Hubiera inventado la cura para tu asma.
Hubiera escrito antes esa novela que te hice llegar el día de tu cumpleaños.
Hubiera suprimido mis fastidiosas manías
con tal de hacerte sentir más segura.
Hubiera corregido mis tristezas para hacerte más feliz.
Hubiera dejado los medicamentos para poder cumplir mi rol
de soñador a cabalidad.
Hubiera mejorado mucho a tu lado.

Pero no hice nada de eso. Y quizá por eso me dejaste

viernes, 8 de noviembre de 2013

Amistad

Una vez me dijiste que esta amistad, de patas que siempre se tienen para sobrellevar la vida, como auténticos amigos, como auténticos seres de carne y ceniza, sería exclusiva de dos personas que no solo coinciden en Lacan y otros avatares de la vida taciturna. Me dijiste que serías mi amigo pase lo que pase, que te interesaba mi integridad y que te preocupaba mi tristeza. Y yo prometí que siempre andaríamos de dota en dota, haciendo ese team que nadie puede fulminar, que nadie podría romper esta amistad de camaradas que hacen un super equipo de trabajo. Claro, eso cuando aún estabas soltero. Pero ahora que tienes novia y te va bien... quizá ya no te haz de acordar que yo fui el compañero que construyó en su vida un espacio para un amigo como tú, de temple sincero y carácter único. Quizá, ahora que tienes novia, ya no puede salir a jugar los mismos juegos de antes. De todas maneras, si algún día tropiezas y te hacen falta más manos que las de tu novia para levantarte, te recuerdo que todavía soy tu amigo, aunque por ahora duerma en las postrimerías de tu vida, mi querido amigo, yo siempre podré darte un hombro donde apoyarte y una conversación lacaniana sobre esta cultura de masas que siempre nos preocupó.
No pretendo un adiós, mi amigo, sino un hasta lueguito, voy a explorar la vida solo... Pero si me necesitas, aquí tienes mi inevitable cara de cuy para sonreírte

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Un momento.

Me falta amargura para atar percebe la orquesta y el talón. Llevaré tu corazón a la lavandería cuando desocupe mis labios de esta sensación. El cuerpo pide por favor, pero ya te levantas, y nos hacemos remotos puntos de quiebre. Igual, sin este amor descriptivo, sin esta pasión desleal, sin esta lindura que se va quedando, otra vez vamos descendiendo, eternos cómplices.

Y no basta con creer en el juego y la locura, a veces eso no lo es todo. A veces, las duras veces, es mejor hacerse silencio, llenos de agujeros y matarnos por sentimentales. Ya que Dios nos limita, podemos atar nuestra punición al talón que destropa tus ojos.

Y ¿qué es la vida? No es más que el tránsito espacial para llegar a las derivas del sueño. Es un momento, el momento preciso en que me alisto para llevar tus besos a la lavandería, por si me los tiñen de hermosura y de tu color.

Piénsalo: tal vez no sabes que también soy mago y soy aire. Y que puedo colarme en tus pestañas, para, no sé, nacer en tus ojos como brillo príncipe.

martes, 22 de octubre de 2013

Reescritura de un discurso

Había una vez un padre que tenía una esposa y un hijo. Y eso parecía hacerlo feliz. Pero un día se enteró que su esposa estaba esperando otro bebé. Entonces recé: "Dios mío, si no es mucho pedir, haz que sea niña". Y así fue. Nació una hermosa niña. Y parecía mirarme desde el fondo de su silencio, el día en que la recibí en mis brazos. Ella fue creciendo. Y yo me hacía viejo. Y vi que Dios había hecho de ella lo que había hecho con mi esposa: una persona tan buena, generosa, amable. Pero supe que eso no le alcanzaría en la vida. Así que le pedí a Dios que la hiciera como yo. Y Dios así lo hizo. Ella se hizo dura y reacia; podía manejar camiones, pintar la casa, arar el campo. Se hizo emotiva y terca. Y yo dije: "Dios, ¡suficiente!, !hazla como Tú eres, Señor! Y así lo hizo. Ella tuvo ese apego por la gente pobre. Se hizo bondadosa y solidaria. Dio su vida por ayudar a la gente. Y así se hizo enfermera. Y ayudó a tanta gente. Peleó con la muerte por no dejarse arrebatar a la gente, las trajo de vuelta. Y escuchó el último suspiro de muchos moribundos. Entregó su corazón a la gente. Y caminó por el mundo ayudándolos. Ayudó gente en la Amazonia, en África, en Afganistán, en Iraq. Y en Siria tuvo que aprender a arrastrarse sobre su pecho hasta llegar al herido, sin ser mordida por las balas. Pero algo le faltaba. Entonces le pedí a Dios: "Señor, hazla feliz". Y te conoció. Yo nunca había visto ese brillo en sus ojos ni esa sonrisa en su cara hasta que te conoció. Y le estoy agradecido a Dios por eso. 
Hoy, en tu boda, te entrego lo mejor que tengo en la vida, quizá lo único que me queda ya. Yo solo quiero que entiendas lo mucho que nos ha costado a Dios y a mí traerla hasta aquí para dártela en matrimonio. 
Permíteme, por favor, un último consejo: Dios y yo  hemos trabajado arduamente para que ella llegué hasta ti, así que, por favor, no la cagues.

sábado, 19 de octubre de 2013

El muerto vivo

La vida es la excusa perfecta para llegar a la muerte. Tú eras la única vía para llegar a la vida. Y tú eras la única excusa para no llegar a la muerte. Y por ti fue que se me ocurrió timar a Cupido, y substraer de su bolso estas pasiones que te fui regalando noche a noche, día a día, cita a cita.
Lo que pasé contigo, fue una vida, si lo miras desde mi lado. Y cuando nos separamos, fue toda una muerte. Hay vida después de la muerte, lo he comprobado, pues supervivo a fuerza de nostalgias y escribiendo esta historia que te pertenece. Y a pesar de las trabas, mi corazón sigue latiendo por ti, como latía cuando estaba contigo, es decir, cuando aún estaba vivo.
Te escribe con todo el amor que se trajo a este lado del universo el muerto vivo. Porque los muertos alguna vez estuvimos vivos; pero no todos los vivos llegan a morir. Por ejemplo tú: nunca llegarás a morir, porque el morir es el olvido, y yo nunca te olvidaré

domingo, 13 de octubre de 2013

Te extraño

Te extraño cuando se acerca la noche con su desidia a oscurecer mi melancolía.
Te extraño cuando palpita mi corazón por algún deseo inconcluso.
Y te veo todavía limpiando mis heridas para siempre; llorando, y suplicándo que no me dañe porque te lastimo también: y ese es el recuerdo más doloroso y tierno que tengo de ti.
Te extraño porque te llevaste tanto de mí contigo; te extraño porque dejaste mucho de ti entre mis dedos.
Te extraño cuando florecen los amores, o llega la lluvia a corregir mi dicción con su dramático chac-chac.
Te extraño cuando me siento a fumar un cigarrillo, y el humo, como si fuese una seda, forma en el aire algo que se asemeja a un corazón partido.
Te extraño porque se me agotan los días.
Te extraño porque extraño tus besos con su cálido licor que corría por mis huesos y me invadían de pasión y locura; te extraño porque ya nadie me ha vuelto a decir que soy un tozudo y debería aprender a escuchar; te extraño cuando me afeito, porque ya no hay razón segura y mediata para hacerlo.
Te extraño porque mi cama es inmensa, y ruedo y ruedo y ruedo y no consigo caerme para despertar de una vez de esta pesadilla.
Te extraño porque he madurado y lo he hecho por ti. No me importa nadie más que tú. Todo lo que he logrado ha sido para impresionarte.
Te extraño porque soy un tonto que no sabe aceptar que te has ido con otro. Te extraño porque vives dentro de mí, con tus defectos, con tus virtudes, con tus sonrisas, con tus ojos pardos, vives y pervives.
Te extraño porque es un efecto secundario de la penumbra que disipa mis lisonjeras motivaciones. Te extraño porque mis ideales no tienen miedo.
Te extraño porque el mundo está rodeado de árboles secos, que me piden que te deje de extrañar, pero que no entiende que si tú no vuelves, sus hojas ya no podrán florecer.
Te extraño porque es delito. Te extraño porque es dolor. Te extraño porque quiero cumplir mi promesa de amarte toda la vida.
Te extraño porque soy perseverante y todavía sueño con tu delicada mano cariñando mi cabeza, diciéndome: "Ya, ya, niño, mañana las cosas te saldrán mejor".

jueves, 29 de agosto de 2013

Pie de página a su amor

A Esther

Voy a decir de ella lo sugerente de sus ojos, el tiempo atrapado en su mirada, la tristeza que me fue robando y su cuna de muerte que ambos fuimos meciendo. Pero tal vez no me alcancen las palabras, porque a medida que escriba, cada línea arremeterá contra mí. Porque sin querer fuimos borrando nuestras almas. Y también, los significados de las palabras, hasta no quedarnos con más que murmullos y relojes. Dentro de unos días, tal vez hubiéramos cantado nuestro recuerdos, o echado al mar fracasos y garabatos.

Recorría mi cuerpo con su aliento e iba suturando mis heridas, colocando emplastos al final de la noche, coleccionando gotas de sangre seca. Y dormitaban mis dolores -los físicos y los de dentro del corazón- hasta que ella abría los ojos para no volver a verme más. No fue sencillo mantenerla conmigo, sobre todo después de haber alzado contra dios mi ira, entonces, hubieron tropiezos y muchas lluvias, y todo se fue haciendo tierra denostada. Aun con mi autismo, pude equilibrar con ella el presente y hacerlo más rotundo. 

La noche se acerca y ella es un vacío en mi corazón, un fantasma, un recuerdo que se difumina. Mis labios se resecan cuando intento nombrarla. Estoy incapacitado para olvidarla. Mis fuerzas son tan escuetas, que ya no puedo esperarla de pie. Esto es un nada más. Y su perfume avanza cálido cálido a mi alrededor. Y nada más. Y nada más. Ella es un apenas, un instante presente atrapada en mi locura y mi pena.

Ella se peina. Y yo la contemplo. Cómo olvidarla, si es una síntesis de mis pasiones, mis alegrías, mis tristezas y mis relojes. ¿Por qué asemejarse a una herida por ella? Quizá lo valga, quizá yo sea una pústula, un temblor de sus pestañas, la gota que ensucia su rostro o le silencio mortal que de vez en cuando sabe plagar de gozo mi medrosa persona.

Ella tiene doble personalidad, pero ambas conviven dentro del paraíso marrón de sus ojos. Y en cambio no supe comprender a las tres. Me faltan palabras para continuar. Ella es como una abreviatura de mi tristeza. O es todo lo que soñé, con su calma épica y su proximidad. Se va mostrando lejana, porque ahora ella es humo y se esparce por la humanidad. Es un contraste: mientras ella sonríe, yo lloro. Y en cambio, si ella calienta el sol, yo permanezco dilatadamente en un autismo. Ella pretende que la olvide mientras avanza y avanza, recogiendo sus huellas, su infértil demonio. Si pudiera nombrarla amor mío, y estas sílabas no se agotaran en su paciencia ni su evocación, tal vez con su destreza y su pasión, vuelva a mí, portadora de mi felicidad. Y reconstruya esto que sucedió y que sigue sucediendo en mi cabeza.

sábado, 24 de agosto de 2013

Estancia

No es lo mismo esta mesura en tu boca, para callar el réquiem de tus lágrimas, y soplar en tu pecho, tratar de hacerte legible. Y esta denostada fiebre que me incapacita. Porque ya nada es lo mismo, ya no puedo salir corriendo y darme de golpes contra la pared, ni tumbarme en el jardín a contemplar, aterido, el impacto del sol, como cuestiones de saber. Ya no puedo salir. Todo está tan callado. Yo guardo un secreto, y guardo un motivo. Y además, con tu deseable ojo que nada ve ya, voy crispando, muerdo el anzuelo. Pero ya no puedo intuir, porque mi mamá se enoja si yo intuyo, dice que atraigo a la muerte con mi sonrisa. Me llamo muy pocas cosas las cosas que te recuerdan el dolor. Me enamoré de ti, la noche antes del despido, y pues, entre nosotros, uniremos las estrellas para recapacitar, mi perro, ese andrajo de cola que labraba en alemán, de la mano, los dos, como dos honrados mendigos, titubeando sobre la forma cómo morir, recorrimos América Latina, con su terror y su premodernidad. Y nuestra mustia tristeza. Y esta fiebre. Ya no sé darme golpes de pecho con un azadón, ni cortarme la piel con tus palabras. Ahora, la última manera de auto-lesionarme es mirarte a los ojos y saber que ya no soy yo ese ser que tanto te hizo reír. 

sábado, 10 de agosto de 2013

La nostalgia acecha

La nostalgia acecha, y no sabe más que atraer tu quebrada sonrisa a mi memoria, con tu dispar rutina y la monotonía de tu cabello bien cuidado. Por tus laderas sin fin, he caminado alrededor todos los días de mi vida, con la sumisa esperanza de hallarte sólita, rendida y apasionada, y con el hervor de tus venas dolosas, por si acaparas otra vez este tu espacio vacío. Y es que todo sigue igual. Yo con esta culpa entre las manos, rezando por tu bien secreto, rompo los ecos de la torre del silencio. Y este tus ojos, por mi cuerpo sólido, como tres espejos que miran desde Sirio. Me han decapitado, pero solo consiguen que ya no llore. Por el contrario, te corté las alas y solo pude hacerte menos sorda. Una orgía de sangre, tus ojos rotos, mis pestañas mentirosas. Y este monumento a tus senos, que se fueron acomodando las exigencias tecnológicas del viento. Y este ajetreo, que nos arruina del pasado las perpetua mermelada. Te prohíben llorar por tu ex, porque te ataste a una muerma luz, tu bandera no flamea, tu futuro no tiene asidero, y contra todo ello, tu futuro se ve más fructífero y más delicado que el mío. Porque de aquí en adelante, cada vez que pase mi lengua por esos tus recodos invisibles, tu cuerpo níveo, recubierto de miel blanca, de fluídos de tu interior, de mi interior, de miseria y hambre, fierros, silencios, mártires, suicidios. 

Todos en algún momento necesitamos alguien que se refríe con nosotros. La nostalgia acecha. Y trae una motosierra para mutilarnos, hacernos pedacitos de mierda y esparcir nuestros tontos restos por el mundo, y de este modo, tú y yo, aunque ortodoxamente, estaremos en todas partes, con la silente mentira de que algún día, yo pienso casualidad, podamos encontrarnos con nuestra carga de intelectualidad posmoderna, altiva decencia y rencor, resentimiento y este cariño maldito, que una vez nos quemó y dejó ampollas en nuestros corazones.

Me hago tarde. Pero la nostalgia acecha. Y ya  dejó toda convención, viene arrepentida, y carga en sus lágrimas dulces, como epitafio, estas sensaciones primeras, que arrostran lisonjeros momentos: por ejemplo, tú y yo, de la mano, mientras tú pensabas en él, con su peinado amanerado y su punk underground, como quien imita a My Chemical Romance, con su carga emo, y su remedo de Green Day; yo entonces remediaba tu ausencia, cubriendo tus vacíos con turismos a la muerte. No es bueno hablar de broma, porque el inconsciente todo lo toma en serio. Fuimos perdiendo la sonrisa, fuimos perdiendo el color. Y morimos, pero esta vez para siempre. Te hicieron menos puta. Al menos a mí me hicieron menos de papel. Y cuando salimos del agua, las cosas que hicimos para vivir, no eran más que fantasmas en Comala. Los orígenes. Los tiempos. La nostalgia. Nos salimos de la ruta. Me hice tarde. Me hice noche. Me hice silencio. Me hice muerte. Y tú, te hiciste sola, te hiciste capitalista, te hiciste ausente. 

domingo, 4 de agosto de 2013

Ese hombre soy yo

Hay flores que me acercan en el tiempo el aroma de tu piel. Me arrastran, me erizan, me incitan. Y yo cierro los ojos, deambulo por los pasadizos, casi instintivamente, me voy colmando de sensaciones que tú me hacías sentir. Y hay vientos que saben susurrar tu nombre, y hay canciones que me atraen porque la melodía se parece a tu voz. Y hay momentos que se detuvieron en el tiempo, con su insano cristal, con su inundación de litros y litros de lágrimas. Hay trenes que me llevan hasta tu casa. Y hay puertas que abro, pero no entran a tu habitación. Hay tristezas que me recuerdan que tú también lloras, pero ya no lloras por mí. Y hay nostalgias que llevan tu nombre, tu inequívoco nombre. Y hay telúricas pasiones que se parecen a este tímido amor, que de todas maneras, aunque el tiempo no sea más que una de tus invenciones, me traen a la memoria tu belleza. Y hay alegrías que quisiera compartir contigo. Y hay soledades que me quedan muy grandes. Y este corazón que late y late, porque latiendo, tiene la esperanza de acercarse a ti. Hay mutilados por la pereza, y esos me persiguen, con su carga depresiva, con su histeria y sus miedos. Pero yo corro, corro ágil y raudo. Y ya no puedo esconderme bajo tu falda. Porque hay quienes dicen que lo nuestro, se quedó en el tiempo. Y hay momentos en que te lloro. Y hay ratos en que te odio. Y hay instantes en que te olvido y me enojo. Pero hay círculos llenos de vecindad, y allí floreces como una tentación sublime. Y hay muertos que no recuerdo. Y los mutilados y mis almas. Y tengo depresiones, y tú tienes ansiedades. Y yo tengo enfermedades, y tú tienes curas. Y mira mi cielo, hay colores que te convencen. Hay hombres que te aman y te desean.
Pero solo puede haber uno que no podrá olvidarte nunca. Ese hombre soy yo.

viernes, 19 de julio de 2013

Sobre tu nombre...

Sobre tu nombre va cayendo un triste polvo a violencia,
con súbitas percepciones que alteran mi ánimo.
Caen amenazas que arrostran fechas,
íntimas dudas que extiende sus alas
sobre este desvarío enamoramiento roto.

Pólvora de madrugada, la noche se ausenta
y explota la mañana, con fulgor y violencia.
Entras por las rendijas de mi alma,
y consumes mi oscuridad, para desentrañar
de mí la hedionda riqueza.

Muchos minutos transcurridos,
se yerguen las flores de tu pecho,
como si adivinaran
que esta hambre, idilio caliente,
puede recubrirse de tibia madrugada.

Sobre tus ojos cae la noche.
Y es precisa la mirada que me lanzas,
con sus aguijones de tristeza cósmica,
con sus altos muros de dolor humano.

Sobre tu recuerdo cae un polvo de violencia,
que con el correr de los tiempos,
se irá haciendo polvo de olvido.

domingo, 14 de julio de 2013

Poema CXXXIII

Esto que nos ensucia el rostro
es la culpa que necesitamos
para, por así sentirlo,
cumplir como seres humanos.

No puedes resolver tus traumas,
porque tu padre siempre fue callado.
Y ahora que necesitas realizarte
como individuo denostado,
no puedes más que sentir asco y pena
por eso que antes te excitaba.

Aquí, entre esto que separa 
tu alma de mi mente,
en ese vacío malvado,
poco a poco, las fisuras
se van llenando
de indiferencia y nudos.

Y en un par de años,
como presuntos extraños,
estaremos sorbiendo recuerdos,
aterrados en esta ciudad oscura
temeroso de salir a la libertar

martes, 9 de julio de 2013

Proyecciones

Tengo como predestinada esta desidia, este desencontrarme con las albricias suculentas, mutilados estamentos de tu vida, que se me antojan, no sé, extranjeras en este pecho nativo.
Yo voy por la vida como voy por los cines: lleno de angustias y desórdenes. Voy por el cielo como un avión de guerra: interrumpiendo con su rugir la calma de los seres inferiores. Y entre mis brazos y mis piernas guardo aquello que pudiese destruirlos, no sé, tal vez una bomba H o una simple diatriba directa a la imagen que quieren proyectar de sí.
Y tengo entre mis ojos una aspereza y una fortuna de haber visto en ti, mi dulce bermellón, más que una conjuntura de músculos y huesos, con sus retículos de cobre y oro, y sus montones de penas y hormonas que implosionan y consultan carácteres y neurosis, todo ello eres tú, y te configuras como mujer jamás pura, entre mientes y sacramentos, entre tugurios y misterios. Y a todo ello, con esa opaca deficiencia, mi alma es tuya, como tu cuerpo, en una posible feria, pudo ser mío.
Tengo un aire de suicida, con ese aspecto a rojiza muerte fóbica, lleno de máculas y tentáculos para los helechos de tu jardín, por si, en esta ocasión ya jamás se me escapan tus estúpidas garras de mi fieras muñecas, y de una vez, así de simple, optas por tomar de mí aquello que no quieres.
Tengo como pretexto para mi existencia, el injustificable amor que por ti siento, con sus altivos cimientos, sobre borrascosas temples, sobre tiernos algodones, que usurpan el jugo macho de tus senos portentosos. Miserable de mí, que no supe escribir mucho antes esto que por ti siento, digamos, antes de que tú existieras.
Yo voy por la vida como van al psiquiatra los gatos. Atentos y sigilosos, temibles y cobardes, así, de puntillas, por si matan una línea que nace del sueño y se proyecta en esta misteriosa aljiba rebelde. Voy sumando experiencias, condenadas culpas que saben solo distraerme de mis quehaceres intelectuales; tus castellanos venenos, como disonancias de la vida real, se hicieron fortuitas verdades. Y ahora yo ya no sé desprenderme de tus cínicas caricias.
Tengo que ocupar tu mente, no sé, quizá pueda vestirme de pensamiento y manifestarme a través de tus inesperadas psicosis. O pueda entrar en ti a través de sencillas palabras, que te iré administrando, en pequeñas dosis de compleja amistad. Y ya tú, llena de prisiones, pueda poseer eso que no te animas a tomar de mí.
Voy por la carretera y en la mano derecho llevo mi alma, y en la otra llevo mis pensamientos. Voy con esta tristeza que no tiene principio, pero no tiene final. Y te pienso, porque tal vez un día muy cerca, no sé, quizá deje de estar tan triste y solo, y podamos dormir juntos y criar a ese niño que debió ser nuestro.

lunes, 1 de julio de 2013

Padre

Usted nunca fue el padre amoroso de las películas que las industrias de cine nos vendieron. Tampoco fue el padre alcohólico, contraparte del primero, al que no le importa ni un bledo la consistencia moral de sus hijos. Ni fue el super héroe que pasa millones de pruebas para reafirmar su condición de padre. Ni el ladino, truhán, perverso cretino que estafa hasta a sus hijos y enseña a estafar. Tan solo fue un ser humano, con sus propias introversiones, su silencio milenario, sus manos que construyen futuro y esas maldita soledad que le impidió rodearse de mi miserable compañía.

No fue usted mi modelo a seguir, pero siempre quise ser así de duro, silencioso y valiente, callando dolores y pervirtiendo las reglas, creando marginalmente un espacio para su silente culpa. No fue usted un tipo entregado al trabajo al cien por ciento, porque siempre se le veía en casa, arrastrando su dolor rotoso, con ese aire a "no me pasa nada, tal vez fue un mal movimiento". No fue usted comunicativo con sus hijos, si hablaba era tan solo para sentenciar un castigo; pero en ese sigilo, su pacto con el misterio, aprendimos ciertamente a necesitar siquiera su mirada arrepentida, porque usted era tan humano y, como tal, se equivocaba. Y muchas veces se equivocó con nosotros.

Usted trataba de olvidar su pasado. Por las noches caminaba en secreto, y tras sus pasos iba derrotando los pedazos de tierra que le siguieron hasta este presente fatuo. Y desde sus arrepentidos labios, sin temple, musitaba un vals. E iba recolectando experiencias, que después nos daría en forma de consejos. Y así pasaron sus días: usted aplastado en el sofá, videando una película de acción, para disimular el dolor que le rompía las arterias. 

No fue usted nunca un tipo de sermones, sus escuetas frases, su sabiduría tomada de la experiencia y sus delirios fóbicos bastaron sinceramente para enseñarnos un poco de cristianismo militante. No fue usted un gestor cultural, prefería lo práctico, por eso, cuando le dije que quería ser escritor, manifestó su disconformidad y me prometió un mejor futuro si fuese ingeniero. Y un cálido recibidor para mis ideas consternadas, si acaso, esa personalidad infeliz que de usted heredé, con sus vacíos incopables, se manifestaba con la imposible psicosis que usted albergó entre su silencio y su rara simpatía.

Su sombra se alarga y muy pronto se une a las fantasías del lado oscuro de esta casa incompleta. Y su corazón se parte, por si en esta eterna tristeza, puede al menos darme el amor que desde niño le exigí, para más o menos identificarme con usted. El tiempo me cubrió de gris. Y su callado dolor se fue exportando. Y muy pronto, tenerlo enfermo fue un ritual. Con plañideras a expensas de nuestro patrimonio, se arrastraba tras el dolor un criminal sueño. Y sus ojos fueron llenándose de silencio y su boca expelía refugios. Temblamos ahora de miedo, ante el dolor que no quiere expresar; sus febriles ojos, su postración necesaria, la remota insistencia de la muerte que vino a buscarnos o el mar cálido que atrae con su rumor los abnegados fracasos de llevárselo. Pero pronto su habitación y su mente se llena de un silencio inmaterial, un golpe interior, la implosión del tiempo enterrado en lo profundo de su memoria hacen que su vasos sanguíneos colapsen y de esta cruda manera usted se cubre de un silencio total.

Usted no fue nunca un padre amoroso. Pero fue un buen padre, pero fui un mal hijo.

sábado, 29 de junio de 2013

Algún día, un café

Me desperté y tenía al mundo aplastándome. La temprana aurora había roto sus pactos con el sueño. Y se hicieron las formas, con sus alargadas mientes, clausurando toda discrepancia del terror. De esta forma, quedaban selladas todas las fobias que nos son impuestas por el destino. Para el atardecer, los niños salieron, como es su costumbre, a rondar por los juegos del parque.

Y todos mueren. Y yo, hecho jirones.

Pero me quedas tú, que eres como la justificación de mis faltas, el hombro donde apoyarme, la tentativa de olvido progresivo, el eco tierno de la tormenta que se va.

Cuando no puedo pensar bien y se ocupan de mí esos fantasmas que de a pocos se comen mis pensamientos, cuando amanezco y rodeo la neurosis, con sus anfetaminosas manos circulando mi mente, en ti encuentro un escape, el pasadizo silente que me ha de llevar a una cama remota, para que descansemos como dos moribundos a pleno despertar.

Es como un fogonazo de estúpidas palabras, con sus telúricas imposiciones, y el traspié del amor. Como si hubiera respuestas para esta cárcel. Y la distancia, con su tendencia a engordar, nos separa, porque es irrompible esta mirada, este desmedro, esta existencia que no se olvida. Dime, por favor, que quieres volver a contar mis penas, a ordenarlas y ventilarlas y maquillarme con tu alegría que sondeaba mi universo literal. Y tus ojos, que yo quise tanto, que yo, por suerte, encontré, quietitos quietitos, mirándome, porque yo fui sincero y también fui único, porque nadie te enloqueció más que yo, con sus flores energéticas, con su bondadoso desliz y su paranoia. Y que de mí, por cierto, guardas el lívido recuerdo de un tipo dando vueltas por la habitación. Ya no es más tuyo ni mío. Esto es el presente. Lo siento, pero ya todo es incontenible. De todas maneras, cualquier párrafo es tuyo. Porque se asemeja a tu dulce maravillar, tu reflejo edulcorando mis consabidas penas.

Chau compañerita.... Me da frío y el frío, pena; y la pena, suicidio. Mejor me abrigo y trato de inventarte en mis sueños, ya que mis pensamientos diurnos se tornan apestosos, cargados de miserable locura.

Por el bien de la humanidad, tomemos un café.


Porque ya me cansé de ir y detenerme en los detalles, pudiendo contemplarte desde dentro, quiero decir, tomarte por el alma y construir contigo un universo nuevo. Como si fuese tu planeta y tú, mi estrella.

domingo, 23 de junio de 2013

Cuatro prosemas y un poema sin sentido

A la golondrina viajera


I

Yo sé que dijiste que me alejara, y, bueno, eso trato; pero tú sabes -bien lo sabes- que soy medio obsesivo. Y pues, necesito que me desbloquees un poco de tu vida porque, serenamente, quiero hablarte, decirte algo, algo serio, cosas nuevas. Por favor. Si me dejas decirte lo que debo, trataré con todas mis fuerzas de que sea la última vez que sepas de mí. Entra en mi vida o viceversa. Son solo pequeños instantes que quiero poner en cuenta, dado que en esta etapa me encuentro exageradamente mal. Y yo solo quiero aclarar algunos puntos. Te lo ruego... Sé que aceptarás, porque de vez en cuando es bueno enloquecer en agradable compañía, hablo, por supuesto, desde este lado. Tan solo necesitamos saber algo y algunas cosas. Agradezco tu tiempo por la lectura de este prosema, perdón, mensaje, quise decir mensaje, que por cierto me salió bonito: es que cuando estoy así de mal todo es poesía. 

II

Cándida locura. Por favor. Mi sintaxis pierde coherencia. Formas parte de una macroestrucctura que se debe efectuar en mi vida. Solo por un segundo. Prometo no portarme mal. Soy ese antepasado que conociste. Y de ese rato, tan solo atesoro las sonrisas. Déjame hablar contigo, solo una vez, solo una vez... (Mi desesperación es tal, que ahora lloro)... Solo una vez. Por un segundo universal, con su impaciencia a paredes quebradas, con mi miserable existencia, quisiera conversar con alguien, saber que no todo esto es tan hipócrita, que la luz que me alumbra, al menos eso, es algo que merezco, no por obsesión ni persistencia, sino por simple mérito. Y quiero aclarar toda esta basura que hay en mis pensamientos. Solo una vez. Tú lo dijiste: "Déjalo ir, si vuelve es que fue tuyo..." Acá estoy, suplicando por una sola vez. Me siento tan solo. Una sola vez, te lo ruego, te lo ruego...

III

Esos ojos, Dios, reconozco esta mirada, pero a cambio de entonces no pretendo lastimarnos. La realidad, y aunque te burles groseramente de esta mente desquiciada, te digo que necesito de alguien, no para que me rescate, quisiera conversar con un alma, quisiera tener una charla inteligente con un ser acrónimo como yo: veo que has aprendido mucho. Y quisiera aprender eso. Por favor, por favor... Una vez tú me pediste tantas cosas, y yo me esmeré por retribuirte, pero lo hice todo tan mal. Cuando quise arreglarlo, tú ya tenías a otro, y por eso me enojaste la razón, y yo decidí alejarme. Luego el tiempo y los problemas, la terapia y esto... Ahora, yo soy el que ruega... Si me dices que me esperas al lado de un ovni, arrastrando mi miedo iré, necesito eso que la gente dice compañía, y tú eres fundante para resolucionar mis dudas crepusculares, colmadas de lágrimas y neurosis que me aguijonean de cuando en cuando, mientras tienes sexo con un fulano.

IV

Derrotado, arrepentido, colmado de magras palabras, que se insuflan para, más o menos, según su proceder, hacerme sentir bien. Y dicen ellos, que tú no eres digna, que apestas a muerte y locura. Pero yo no sé de eso. Y si lo sé, tal vez me contaminé de tu narración andante. Y yo aquí, rompiendo más o menos este delirio, cuadrando mis ojos, arreglando el cielo. Y bajo ese cuerpo, lleno de sudores, con tus sentidos acalorados, a mitad de un orgasmo, tal vez recuerdes este odio renovado, con su desprecio y su malsana adicción. Y entiendas que no eres la única persona que sufre un desencando en plena noche de sexo futil. A veces se recurre a él para sentirnos queridos. No sé si esto es depresión, ansiedad o una corriente obsesión. No sé si capricho, hipomanía, delirio, o es todo a la vez. No resisto saberlo. Pero siento tu olor: eres virgen putrefacta, con rescoldos de pastillas y jarabes. Necesito compañía, no por el resto de la vida, porque sé que me abandonarás a penas abra la puerta, necesito al menos que en este trance marihuano me recojas, para de esta sórdida manera, olvidemos el sexo, y dejemos de contar pétalos y cenizas. Y que me expliques, por qué, luego de tanta pasión y noches de desenfreno, con sus crisis paranoicas, con los extraterrestres invadiendo la habitación y sus incontables sonrisas atrapadas en el espejo, por qué se suscita desde ti ese odio rabioso, como si yo fuera el epígrafe de tu suicidio. Cuando en esa época, mi voz se quebró y llené de episodios psicóticos, tú me calmaste como si fuero uno de tus hijos. Y ahora... Ahora que este hijo está otra vez cayendo por el abismo, ¿por qué no abres tus piernas y me dejas caer suave y cálido sobre la plenitud de mi infancia? Con tus necias palabras vas apagando el fuego que en mi interior resplandece en pos de un mirada adulta que me diga: "Tranquilo, tranquilo, los extraterrestres no vendrán por ti".

V
Prosema sin sentido

Despierta, oh hijo mío. Despierta y abraza a tu padre, abraza la gloria entendida como playa de estacionamiento. Es hora de que sepas que yo soy tu padre, yo soy ese tipo que desde antes de verte te maldijo y puso sus genes insípidos en ti, para que tú, malamente, propales la sinrazón de mi existencia, en este valle de lágrimas. Eres el capricho eterno de mis pretensiones, de mi ansiedad, de mi llorosa ausencia, porque en ti, y gracias a ti, hijo mío, yo podré conseguir el cariño necesario para atreverme a saltar desde tu mente. Y tú debes implosionar, desbordar tus emociones, encaprichar con tu talante quebradizo la promesa rota, del mundo épico que dijeron, así me constata, había de venir desde arriba. Y yo veo tus ojos, y veo tus venas, tus vírgenes venas, con tu cerebro aterrado, mírame, hijo mío. Aquí estoy hecho fantasma para preceder tu tristeza. Te he dejado un par de dedos. Y una quebradiza salud mental. Y el deseo innato de acercarte a la muerte. Porque de allá vienes, con tus sabroso lenguaje de charco, de pintura, de sal derretida. Echa a andar, hijo mío, los mecanismo de defensa. Y coloca el cañón aquí, en mi boca, luego corre, corre lejos, ya no quiero bañarte de sangre. Ni hacerte daño para siempre, huye y muere en el intento, hijo mío, quizá tengas más suerte que yo, y disfrutes con ternura tu infantil suicidio.


viernes, 21 de junio de 2013

Solo el amor me curará

A P


Cuando nos conocimos, yo apenas empezaba a ser un niño, y tú, ya habías encontrado un sendero. Por lo tanto, la diferencia de caracteres era total: yo con mi introversión, tú con tus palabras que lo inundan todo. Y esto que nació para matarnos. Y esta desidia y esta enemistad disfrazada de gusto    criminal. Entonces una infame sinrazón, como si antecedieran al desastre, esa ladina necesidad de hacernos falta, con los ribetes a desamor tras cada amanecida, los ojos simples y el tartamudeo que no dejó de soplar en mi interior. Y tú, acaecida de recuerdos, rebosante, como un oropel, como un tejido, como la mitad que se muere cada noche, perecías tras cada crisis. Aún no era tiempo para eso, nena. Aún... Y fue así que tratamos de conciliar mi amarga locura, esa pestilente indecencia, con tus cálidas emociones. Y yo aprendí de ti cosas que ni siquiera sabía que existían en mí, cosas fabulosas que fuiste puliendo con tu arte trágico y silente. Y tú aprendiste de mí amarguras y malos ratos. Y de ellos consumiste la savia perpetua, el agrio terror, mis distimias, mis disforias, la locura pasional que fue tornando de rojo el soterrado amor. Latente, tras los estribillos de tus voces, la temprana noche iba royendo todo lo que pudo, nuestros pensamientos, las histerias, el saberse muertos a plena luz del día, en un cabizbajo trajín todo se consumió bajo esta demencia.
Y cuando todo iba bien, nos acurrucábamos pensamiento a pensamiento, y nos dejábamos influenciar por el futuro imperfecto y soñábamos con eso que algún día nos pertenecería. Pero otra vez mis ganas de comer tu corazón, y repté por tu llorada calle, hasta llegar a tus piernas monstruosas, en donde me inundé, como un temor que regresa.
Yo aquí, moribundo de ternura, roto por el vaivén de tu recuerdo, hostigado por eso que nos hirió, miro mis últimas luces; me acompañan el frío canto de un goteo, el temblor sepulcral y el opúsculo meditante de una alargada sombra. Y eso soy: la sombra de mi persona, el trastorno que te persigue, un hincapié de tu memoria. La noche trascurre sin novedad. Se alzan las garúas. Y tu perpetras el homicidio príncipe, con su holgura a pan muerto y sus pesquisas descollantes. Se muere algo cada segundo, es tal vez el recuerdo tuyo de mis dedos flotando en tu vientre, o tus labios limpiando mis lágrimas. Ya no hay naves extraterrestres a las que temer, ni ansiadas perezas, ni un muerto que renazca, solo estoy yo con mi miedo y mi soledad, cubierto de cintas de agua, tratando de morirme por tu ausencia, por tu pintada incomprensión, tu adquirida indiferencia, como si, decentemente, aclarásemos esa partida de meteoritos fugaces que caen. 
En un segundo, con tu palabreo y mi enemistad, se contrajeron en el universos miles de aromas. Del otro lado, en tu boca la sangre fluye como estival. Se renace con cada suicidio. Pero no es cierto que tú seas el final, claro que tendremos tiempo para imputarnos largos terraplenes de ínfulas. Los que es hoy, con mi tristeza asesina, me muero un poco por tu rencor, y me castigo sinceramente con esta añeja esperanza de no sentirme tan solo ahora, porque solo el amor me curará, solo el amor me curará. 

lunes, 10 de junio de 2013

Cadáver que se pudre cruzando la sala

De aquesta manera, como quien resopla lo mágico sensible, se llega al olvido. Solo necesitas abrir las alas, y explorar estos rincones, que yo voy dejando decorados de sangre príncipe. Y más allá, al otro lado de la sala, un cadáver que se pudre. O soy yo, quien verdaderamente se muere un poco cada veinticuatro segundos. O eres tú, porque te han matado con las primeras luces del día. Hoy es especial, porque hoy unimos estas almas, para por siempre dejarnos de estar triste. Y de esta fruta, habremos de comer los dos. Mi cabeza girará y tú caerás al pavimento.

¿Pero dónde está tu tumba? Mi silencio ya no te consume, ni tus entrañas me abrigan de esta pereza. Y es que hasta ahora yo no sé crear, solo destruir. Y lo que salen de estos dedos no es vida, solo son vestigios miserables que anteceden mi propia muerte. Otro contrario. Y te veo discretamente para no ahuyentar a este lobo de mar. Pero llueve, tal vez no aquí, pero sí al interior, al interior mío, quiero decir, o sea, que llueve en mi alma.

Perdí el cielo. Y esta fobia a llamarte y este terror a la luz. Sin el imperativo de siempre tener que sentirme esencialmente lúcido, para, digamos, componer un casa que no dispare gritos. Y ahora estás sola, y yo siempre estoy triste, pero eso no es alegría. En cambio, en esta permeabilidad, y esta desidia, sabes que puedes encontrar en este pobre hombre que sufre, alguien capaz de enloquecer por ti, que sonría de lejos, y esté dispuesto a morir contigo. O por ti. Que es tu ausencia, el vacío más concurrido, eso lo sabe hasta la Naturaleza que nos sostiene.

A nadie le importas, eso fue lo que dijeron los policías cuando me arrestaron. Ni siquiera a ella: horas más tarde, lo comprendí tras el shock de tu pérdida. Y entonces saqué la lengua para hacer una horca con mis palabras y de-una-vez-por-toda-morirme-por-última-vez. Y entendí mi irrealidad, y todo se fue fulminando como un cáncer. Y mis sueños de aquesta manera, fueron dropledos, y los fogosos colores apagados por el gris incansable de tus ojos perpetuamente lunares.

Solo este amargo trago de dolor y arrepentimiento, solo este pavimento revestido de tu sangre me acompañará en mi travesía por la noche infinita. Y yo ya no quiero sentir. Quiero, en cambio, prestarle mucha atención al cuerpo que se pudre. O soy yo o eres tú. Y en el silencio nos cogemos las manos. Y descendemos a nuestras tumbas plagados de muerte. Y el mundo avanza. En aquesta ribera, la memoria arde. Y del otro lado el viento infame borra nuestros nombres tatuados en el horizonte.

Ya desfilan las desafinadas voces. Y tras otra noche, pasan con sus llanto enorme a poblar mis pensamiento. Y pluegos por el transtoquer de mi mimiosa existencia. Como si te me cayeras este en pozo mi tumba cálida, a arragada a los poblesis téfilos de mi vida que acicha. Y recaes por tu bien pensada calma, podrimos tu elmenar tu pieneos pensamientos hechos de papel clave. Y yo hago no le caso más a nadie, porque importa poco qué de hechos estamos. Si soy la mancha más triste y preocupada en tu lienzo. Y a este paso... me voy... muriendo... de amor.... lejos de ti....

Y me lleno de aullidos. Y enloquezco me, si en ti, mi vida buscaba una justificación para continuar su cauce. Y ahora solo como un hongo que se pudre junto al cadáver cruzando la sala.

sábado, 1 de junio de 2013

Tempestad

Duermevela... Late el deseo, mientras allá a lo lejos
los barcos que se mantienen a raya zozobran.
Se impulsa el estival.
Como apetito que hierbe,
este eco fruncido, que no sabe ya reptar,
exculpa demandas de cariño intenso...

Hay un niño triste que mira desde
dentro del espejo;
y sus ojos están rotos, no rotos como un corazón,
sino verdaderamente rotos:
el melancólico color de sus iris
bajan por sus mejillas,
como si fueran a desembocar
en una hilarante sonrisa,
como un río fulgente de fracasos.

Y decrece el ámbito sosegado,
muy pronto la mañana se llena de lluvias.
Por la acera cruza un perro y deja sus orines,
los dispersa como quien aleja los barcos.
¿Y si fuera este el final de mi vida?,
se pregunta el padre, mientras coge el revólver.

El niño se despide de sus amigos,
se encierra otra vez en su habitación,
y decide, solo por esta vez,
convivir buenamente con sus demonios.
La madre solloza. Pero su llanto.
El niño la oye. No sabe qué decir.
Entonces cualquier cosa que sea más dulce
que el silencio sería mejor que cualquier píldora.

El padre trata de comer los delirios de Javier,
los imagina sucios como chocolate,
y ese hábito, esa pereza, la comunicación.
Los ensimismados salen a las calles,
se toman de las manos, se agrupan,
cantan loores a la bandera,
y así, atados, como tejidos por las venas,
se lanzan al barranco.

Allá abajo, donde los barcos
que se mantienen a raya zozobran,
la expectativa es grande:
les prometieron, por primera vez en el mundo,
la sonrisa de Dios, que los llenaría de gracia.
Y en cambio, todos lloran.

El niño decide caminar un poco,
usar esas dos extremidades
que, dicen los adultos, le regaló Dios
para caminar por el mundo.

¿Y si Dios no fuera más que esa imagen,
o esa tortura que pendula en mis pensamientos?,
de esta forma termina sus elucubraciones el padre,
luego su cerebro pretende adornar
el opaco sinsabor que lo acompañó
la vida entera. Cae el arma.
Y la noche también.

La perfección simultánea,
con su mágico terror.
Y los perros con sus ladridos que hieren,
la madrugada que esconde acápites de lujuria,
se inflexionan torvas ofuscaciones,
y el delito es enorme, tal vez la condena sea menor,
pero el peso de la conciencia.
¡Haber matado un hombre!
Mi madre a menudo lo hace, piensa el niño.
Y luego se mutila.

Pasan las horas. Y el gris del tiempo
y su maldita manía de cambiarlo todo,
cambian ahora esa mueca eterna
por un vacío espectral.
Uno nunca es lo que ellos pretenden,
dice la madre a su hijo.
Luego toma el arma del padre.
Los barcos gritan, ¡no te mueras, dios, no te mueras!
Pero dios ya cayó por el barranco.
Y el fiasco de la gente:
esperaban ver una sonrisa,
pero solo vieron la mueca de terror.

Por la noche, cuando todos lloran,
se eleva desde sus efluvios más dorados,
los alacranes sinceros,
y pican a los demás,
y todos dejan de llorar.
El niño les muestra el color de la muerte.
Y cuando nadie pretende ya saber qué es el infierno,
la madre ha abusado de las píldoras,
y a su vez, de su hijo han abusado los niños del colegio.

Por eso lo encontraron muerto a orillas del río:
así, con los pantalones abajo, sangrando,
con el épico grito y su lastimosa oración,
por si estás ahí, ven y mátalos.
Pero ellos eran más. Fueron una muchedumbre
de gentes cosidas por las venas. Y todos, sin turnarse,
es decir, todos a la vez, abusaron del niño.

Se llevaron hasta sus ojos.
Se llevaron también la inocencia y el color.

El niño se levanta.
Se seca la sangra. Cura sus heridas.
Come su corazón.
Se retira al interior de su Yo.
Revientan las pústulas religiosas.
Lleno de rencor, abre la puerta de su habitación
y suspira: No debí de haber salido hoy.

Duermevela... Las gotas, perfectas sincronadas,
como cromáticas efervescencias,
hacen zozobrar barcos enormes.
Pero el deseo, apagado y subyacente,
se guarda al interior del pérfido telón.
Muy adentro, como si rompieran un corazón,
palpitosas estuarias tempestades
abordan el ícono extático del viento.
Acechan los perros, y los muertos
estas vez abren las alas y huyen nadando.

Yo sé que en tus tristezas

Yo sé que en tus tristezas piensas en mí...
Porque tras la comodidad de una estable relación
los fantasmas de los primeros besos permanecen
detrás, a la espera, como lobos hambrientos,
de saber colarse en el presente,
y a devorate con malicia los pensamientos.

Yo por eso sé de que en tus tristezas me sientes...
Y aunque el tiempo ha engordado,
entiendo, no hace falta ser sabios,
que esta distancia es un cinturón irrompible.
Si bien no veo los temblores de tu rostro
cuando sucumbes a la nostalgia,
presiento que has de sentir
esta misma mierda que deprimen mis ojos.

Yo sé que en tus tristezas te acuerdas de estos dedos
que surcaron profanamente tu piel clara,
y que intentó atravesar el desierto cálido
en que se fue convirtiendo, por el estrés, tu espalda.
Y de estos ojos ya ni se acuerdan
los ojos tuyos, ni de cuando, ebrios de amor
nos entregamos a la cuenta infinita
de las estrellas que nos procurábamos.

Yo sé que en tus tristezas también sabes odiarme...
Porque el cielo era una lágrima de muy baja calidad,
mientras en tus ojos se oscurecía la vida
y luego el flash que despertó a la realidad.
Las confesiones, el llanto, las maldiciones,
los ruegos posteriores configuraron
en última estancia esta insalubre sentimentalidad
que ahora, cuando sientes tristeza,
hace que te acuerdes de esta cosa
que me llena de mierda el alma.

Yo sé que en tus tristezas recuerdas mis versos,
elucubras inciertas profecías y te desdicen los hechos,
blasfemas mi nombre y te sumes en el olvido.
Y esto en perpetua oscuridad,
cuando no está él para irrumpir tu desgraciada
pena, o tu destreza para olvidar.
Y el tiempo se descompone en nostalgias,
me quiebra el alma esta tristeza
sin saber que hacer ahora fugazmente,
ahora que lees este poema
entran las nostalgias a violarte la mente.

domingo, 26 de mayo de 2013

Feliz cumpleaños a mí

Para Esther
Para Carlitos Rodríguez
Para la  dra. Villa


1502 amigos en el facebook no lo son todo. Pero 68, al menos dan indicios de tu personalidad.

(Algunos teóricos postulan que no es posible que un sujeto dé un discurso que sea totalmente cierto, además del grado de subjetividad interviene malamente el desdoblamiento del escritor. Así, este se convierte en un sujeto que realiza el acto de escribir -Autor Real- y en un sujeto que construye mundos -Autor Modelo-. Trataré de ir contra esos teóricos e intentaré, lo que realmente es intentable y fracasable, claro, de escribir desde mi solitaria personalidad y no deconstruir esta realidad que se asemeja al infierno -porque yo sí he estado un par de veces allí al lado- y a sus siempre impredecibles habitantes.)

Corren los minutos, siempre tan aprisa, y una vez más atravieso las edades, que aquí, cuando florece la noche y sus pétalos oscuros incentivan los deseos más truhanes, todavía siendo día festivo, me encuentro a solas con esta inevitable miseria. Y aquí ciertamente todo hiede. Y me apresuro por ser sincero. Despunta la madrugada, se incendia el cielo con tu voz, madre. Pero esas son otras cuitas. Y empieza el trajín: lo más triste es tener que pedirle un abrazo al psiquiatra porque nadie te ha abrazado hoy. Y los pasos se dirigen hasta una solitaria silla, muy temprano la música se impone con una cadencia de dama ebria. La voz quebrada trata de no asemejarse al tañer de una campana herida. Y reacio y firme, transito por estas calles plagadas de melancolías, con sus altas fachadas y sus crepúsculos rayados y sus horadadas mientes, insepultos artefactos que resoplan ira e impotencia. Y yo aquí, tolerando lo intolerable, soportando lo insoportable, callando lo que ya no puede resumir en silencios largos, como discapacitado, como roto, como alguien que ha besado a la muerte mil veces y se ha llorado a sí mismo, bañado en miseria, apto para ser sacrificado. El psicoanálisis debería callar mis gritos interiores, mas solo le bajan la potencia, la inacabable magnitud que tienen para romperlo todo. Y entonces surge la magia.

(Escuché una interesante propuesta, sugerencia, hipótesis o ironía, no sé, lo que sé es que fue interesante y que me hizo repensar tantas cosas. Dice más o menos así:

 - ...me corrigieron el texto e impedieron, doctora, que siga hablando en primera persona singular, o sea, que deje de decir "yo pienso", "yo creo", "para mí", y en cambio quieren que diga "nosotros pensamos", "nosotros creemos", "para nosotros".
 - Dales gusto, Jeremías, de repente no quieren oírte solo, quieren oír también a tu Yo, tu Ello y tu Superyó, y para eso tienes que dejar el Yo y empezara a usar el Nosotros.
Y en mi cabeza algo se detuvo, los engranajes de la antigua máquina, esa forma de re-formular los conceptos, de inventarme ideas y crear posibles explicaciones se encendió, y, entonces, bueno, trataré de no enfrentarme tanto a ellos y me decidiré un poco más a darles la razón.)

Ay, la vida... Y después el cielo se nubló otra vez. Y yo tan alejado, como quien dice exiliado, desde aquí, a un lado de la Tierra, permutando facciones, fingiendo cordura en pleno ataque de tristeza. Y por eso ellos me llaman loco, y me insultan y se sienten bien tratándome como algo raro. Pero ya estaba lejos, entonces, y para ello, por si llovía, había traído desde los recovecos más escondidos de la memoria un par de recuerdos, por si se les antoja compartir la lluvia conmigo. Ya en la universidad, otra vez inundado de especulaciones e ideales, pero de los que lastiman, caminé con algo de desorientación, del mismo modo como se facultan mis pensamientos. Más allá, al lado tuyo, cuando llegaste como quien te trae con el pensamiento, burlado por la realidad, derramé la primera lágrima. Y te creí mi salvación. Y creí que eso de morir asesinado no era más que pura fruslería. Y que yo al menos en este día soy medianamente inmortal. Y mis mejores amigos, ¿dónde se metieron?, ¿y sus tiernos abrazos?, ¿y sus sonrisas y sus ojos y sus...? Cuando, en eso, otra vez, como reptando por una historia que no se quiere quebrar, llegó la chica con ojos color deseo.

(Prolepsis bienvenida.  Microrreltao: Historia de un suicidio, uno de tantos, que fracasó, como tantos, segundos después de haberse iniciado:

"Me pondré mal cuando me cancelen los que confirmaron su asistencia a la pequeña reunión en honor a mi cumpleaños. Y me pondrá mal tener que cancelarle a Carlitos. Y encima me llegará un mensaje de una chica extraña, pero conocida, y mi chica pensará que era la OTRA (¿con qué tiempo? ¿con qué plata? ¿con qué pinta?) y se pondrá seca, celosa y airada. Pero yo, en ese instante estaré tan herido que lo único que querré será cariño para dejar de estar muy muy muy triste y ella me entristecerá más y más con sus palabras. Así que me desesperaré, lloraré y me iré al baño con mi mochila, sacaré mis gatos, los pondré a trabajar, pero no lograrán nada, así que escribiré una carta de despedida, una de tantas, y sacaré mi chalina, la amarraré en la ducha y me colgaré. Para cuando sienta incendiarse mi rostro, ella llegará y me descolgará, para luego echarse a llorar a mis brazos y decirme que no la abandone porque soy lo único que tiene en la vida. ¿Cómo podré seguir viviendo después de eso?")

Y efectivamente, con mi mejor amiga, contra vientos y mareas, y cataclismos e internamientos,  ella que se mantiene firme como un pensamiento, ideamos una fiesta, pero yo encantado, o como quien dice, maravillado del presunto destierro, cuando en este lado, como si dijeran ¡STOP! para mis adentros, pensé serenamente, matizado de discrepancias unipersonales, vaya que es maravilloso, por primera vez celebraré mi cumpleaños. Y me apresuré por desempolvar y recolectar sonrisas y presencias. Pero al final escuetamente conseguí tres motivadores ¡Sí! Yo te acompaño... Y al final la torre se cayó. Y yo estaba arriba, avistando lo que en un pasado fue esa hermosa idea. Y ladrillo a ladrillo se iba derruyendo esa hermosa construcción erigida solo por los ideales simplistas y preciosos de mi amiga Pancha. Y me sostuve de la almena hasta el último momento. Y a mi lado, tú, con tu paciencia y tu impaciencia y tus iras y tus tristezas, tu niñez y tu descreído rencor. Y Carlitos con un yogur para brindar mi locura desmedida.

(Profecía.(Del lat. prophetīa, y este del gr. προφητεία).1. f. Don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras.2. f. Don sobrenatural para pronunciar oráculos en nombre y por inspiración de Dios.3. f. Predicción hecha en virtud de don sobrenatural.4. f. Cada uno de los libros canónicos del Antiguo Testamento en que se contienen los escritos de cualquiera de los profetas mayores. La profecía de Isaías, la de Jeremías, la de Ezequiel, la de Daniel.5. f. Juicio o conjetura que se forma de algo por las señales que se observan en ello.6. f. pl. Libros canónicos del Antiguo Testamento, en que se contienen los escritos de los doce profetas menores.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados)

Rendidos, pero sin estar muertos, supe ciertamente, que otra manera más infame de manifestar mi encanto era incorrecta. Y tú lo sabías, por eso al verme llorar por los amigos que nunca están para mí, me abrazaste y me ceñiste a ti para arrullarme, calma, calma, niño, el sol ya se oculta pero saldrá mañana. Y luego la hecatombe. Y yo tan sufrido, como abandonado, perplejo y muchas veces insano, me motivé, ya sin gatos ni horadadas cumbres ni la juntación arrebatada de tus labios que persuaden mi camino, errante, tras la Luna, con la decepción fresca, até mi vida a las postrimerías de la suerte. Y claro, el rayo que cae en mi pecho y lo infla, y la frustración y el recuerdo, los años también, que me recuerdan que me hago viejo, pero todavía no me conozco. Clemencia para esta mi necesidad. Estoy aquí solo y pendulo ciego y mortífero, resoplando la muerte, y esta entromete sus dedos cadavéricos en mi boca. Y se lleva de a pocas, intransitiva, mi vida en su bolso marrón. Y yo sin comprender que amar es tomar por el alma a alguien.

(...Para ustedes Dios mismo hizo esta música para ustedes. Él es la creación misma, la naturaleza, nos ama. La marca de Dios Las leyes de la naturaleza, equilibrio constante, la fuerza, la pasión nuestro corazón haciendo toc-toc con la naturaleza. La naturaleza siempre se me vuelve espesa está haciendo estragos en mí, retrocediendo, llegando pronto al cajón. Y no me importa esa cuestión. Lo importante es que ustedes siguen aquí, alimentándose de mí Y yo me muerooooooooo... 

A marca de Deux) 

Simulacro de muerte. Un desvarío enorme, y luego mi necesidad. Yo estoy aquí colgado, pendulando y jugando a morirme. Y tú llegas y profieres un grito. Y yo ya no te reconozco. Ya no deseo vivir, para qué, esta es mi oportunidad, todo se me presenta en fila, la edad que no quiero, el cariño que no tengo, la soledad que me convence y la iluminación que me falta. Y entonces, me retiras esas garras nocturnas y te disfrazas para mí. Y qué soy yo. Y qué existe. Nada claro. Y me ciñes a tu piel, y me recuperas como alguien que ha desaparecido. Y entonces tu llanto. Yo soy el culpable. Me disfrazo verdaderamente de yo. Un enorme vacío entonces que complemente con el hueco existencial. Ven aquí. Y no me dejes porque eres lo único que tengo en la vida. La pequeña lluvia cae dentro de la habitación. Y desde tu alma un chaparrón nos cubre de depresión. Hoy no hay pastillas y tal vez lo que nos une es esta infeliz sensación, este sin sentido, este afán tuyo por amarme ciegamente o esta obsesión mía de encallar siempre en la misma tristeza.

(Muchas gracias a esas personas taciturnas que no doblegan el ánimo y que saben pensar en este barro pensativo y recordar que hoy fue su cumpleaños y dejar el importante saludo, y a los demás, sus razones tendrán para no haberse acordado someramente de mí... Y sobre todos, gracias al facebook por hacerles recordar a los que me saludaron.)

La noche lo cubre todo ya, pero todo se actualiza con dos acordes solitarios que navegan recónditamente por mi cabeza. Y el trastorno y la depresión, y tu compañía que ya no hiere, pero me tranquiliza enormemente, como no tienes idea. Porque hay cosas que están hechas para no ser entendidas. Y como estás a mi lado, en este lado aborrecible del bus, sé que te importo. Y mi corazón lo siente. Entonces no estoy medio loco. Pero si te vas sería un loco completo. Porque tu ausencia me volcaría en el vacío más perpetuo... Pero sé en ese instante de compañía y de elucubraciones, de pensamientos errantes y de cavilaciones tardías, está Carlitos, esperando con su yogur natural para brindar por un año más de locura. Y que no se escandalizará, porque él es diferente a todos, porque él es de esas personas complicadas y solitarias, que me hizo el favor de existir. Y de considerarme. Y de recordar que hoy estaba programada una reunión para la cual nunca propuso una ausencia. Todo lo contrario, Carlos espera en mi casa, lidiando con los fantasmas que dejé allí, permutando de ideas, y presiente, acaso se preocupa. Y yo todavía aquí, lentamente sigo extraviado porque la naturaleza ha hecho estragos en mi cabeza. Y vacilo, sonrío, porque de tantos amigos, sé que para uno más o menos soy importante, como quien dice, tu cumpleaños no es todos los días. 

(A veces es bueno que las historias literarias se adecúen a la vida real. Si escribo de ti, indirectamente es para ti, y si es para ti, te tiene que gustar. Y no sé si mi estilo, mi historia, mis recursos, mis acciones, las emociones que imprima o el sentido que le dé a lo que escriba de ti (para ti) te guste. 

Vi una rosa, quise olerla, pero tuve miedo de salir lastimado)


1502 amigos en el facebook no lo son todo. Que tengas 5 o 6 que lean lo escribes parece serlo, pero no lo es. En cambio, si tienes un amigo que lo dejó todo por ir a verte y darte un abrazo por tu cumpleaños, entonces sonriente puedes decir que sí lo tienes todo.  


                               *                                    *                                        *

lunes, 20 de mayo de 2013

El fruto preciado

Imposible determinar cuánto tiempo ha perecido. Y entonces ella era una señorita, cuyo brotes de ternura, cuyos alardes de locura me encendían. Pero el tiempo no se detiene. Ahora ella, ya grandecita y con un hijo, no recuerda esos días cuando escribía para ella. Yo, como siempre lo he sido, fui sincero desde el principio. La magia de sus ojos me atraparon. Y desde ella, desde que desapareció sin dejar huellas, sin rastros de ternura ni sensibilidad apaciguadora, se sucedieron las nostalgias de su boca, como las nubes en un aguacero. Y los besos que nos dimos, besos investidos de inocencia y candidez, se difuminaron en una eterna pátina de soledad. Sus besos, preciados. Yo suelo verla cuando duermo; y ella suele huir al escuchar mis pasos ingenuos en el pasadizo de sus memorias. Y a veces juntamos las mano. Pero siempre desaparece junto con sus ojos y sus preciados besos. Y es que eres una rosa, y quiero acariciar tu tallo, herirme adrede con tus espinas, cortarme los labios con tu filo.Y eres un fruto rosado, y quisiera comer de tu interior. Acariciar la pulpa virgen, beber tu zumo, saciarme de tu sangre. Mi dedos que servía para tocarte, han sido talados, y de la sangre que manó han florecido madreselvas. Y persistes con la linda manera de hacerte extrañar, con la preciada forma de besar tu aire, respirar de tu aliento. Siempre que sueño, sueño un poco contigo, con tu delicioso rostro, con tus labios cándidos. Imposible determinar cuánto tiempo hemos muerto. Y ahora que tienes esposo e hijo, la figura de rosa, de fruto rosado, no se pierde, porque en ti interior anidan mis besos, los que te obsequié. Nos alejamos como jugando, pero en ese juego hemos perecido. Ya cada uno cuida su forma de sobrevivir lejos del otro, y en cierta medida no hemos reparado en el tiempo que hemos perdido alejándonos como dos tontos desconocidos...

viernes, 17 de mayo de 2013

Recurro a ti

Estoy como desempleado, capturando ufanas sensaciones que se remontan al pasado inmediato. Porque otra vez, como esas veces, me escapo como un terrorista alado, derribando edificios y montañas. Escucho la guitarra horadada, del confín del sueño, por si aprendo a simular siquiera que te deseo, pero en superfluo secreto. Y aunque cerca, no puedo irte a buscar, porque, lo que me ata al cielo, es tristemente el momento remoto. Y este primer amor que me comprime como una hoja. Y este recuerdo fiel que no me abandona de tu sonrisa en mi boca, si quieres para perpetuar el templo marchito que dejé olvidado en el recodo más cruel de tu cabeza. Yo escribo, pero no lo hago bien. Yo lloro, y tal vez lo hago mejor. En todo caso, ya para este presente es el mismo caso, lo que entre tú y yo se creó no fue más que una censura. Y tú ibas por el poder, mientras yo dribleaba la locura adelante. Y estos deseos de nadar sobre tu cuerpo, como en una piscina llena de escalofríos, no se despegan de marchita inconsciencia. La noche se incendia y mi sombra retumba. Me tiendo como perdonado por el tiempo, y me consumo en esta tristeza, con la cajita de las medicinas consumadas. Y este cuento de hadas que termina mal. La noche se hace medio día. Dentro de mi cabeza, entrada la locura, otra vez estoy todo el tiempo triste. Y recaigo en ti, para que me saques de esto, como sabes hacerlo, con medicinas y sonrisas.

martes, 2 de abril de 2013

La muerta bella

Yo aquí, tendido a tu lado, acaricio tu piel suave, suave como seda, como cáscara de melocotón, con esas texturas puras, y ese color caliente. Y recuerdo misteriosamente esa prehistoria, cuando tu cuerpo acoplado del mío, respirábamos expeditos, y en este aliento, sofocados, intuíamos con destreza los siguientes pasos. Y esos eran acariciarnos todo, desde el cabello hasta la raíz del alma. Y así, buscar nuestros orígenes en una hoja de papel, para recrear ficciones que pudieron ser fantasmas. Y huella a huella, llenándote de mí, me iba copando de ti, acariciando tu piel clara, tus dedos largos, besando tu cuello. Y tú respirabas y tú arañabas, y yo hurgaba tus interiores, y de esa forma respiraba someramente el candor de tu encogida alma, para que luego al unísono exhalemos ese grito sordo y tenue que explicaba por qué existíamos. Hartos de gritos y de llantos y de insultos, al final siempre nos rendíamos a un abrazo, a un juego de tu piel bajo mi piel... Y de esta forma, yacíamos como exhaustos bajo el temple del amor...
Pero ahora, yo aquí tendido a tu lado, lloro. Y acaricio tu piel suave, tu nombre lo he escuchado y me dicen que te encontraron tendida en el suelo, luego de ingerir docenas de pastillas. No pudieron hacer nada para salvarte. Y yo acaricio tu piel, pero ya no puedo continuar nuestra historia. Te amo

domingo, 3 de marzo de 2013

Asco de tiempo y una historia de locura fingida

A las personas que son mis amigos,
porque tengo la fortuna de tenerlos

A Martín, lo siento, pero de alguna
manera tienes que entender

I

El origen de tristeza que cargo siempre, no solo se remonta a hechos frustrantes escenas amorosas a las que me voy acostumbrando. Tras el meollo, como una nube, está el conflicto de mi mente con la de mi época. En el trabajo por ejemplo, debido a mis acciones peculiares, a mis palabras extrañas y a mis ideas sueltas, me llaman extraño, loco, raro o tonto. Vanessa, en su inmensa inocencia, se percato de lo que la ciencia sospechaba, pero no se animaba a decir. Ella, aunque un poco afiliada a pensamientos pre científicos, afirmó que yo soy reencarnación, porque este no es mi tiempo, que por mi forma de pensar y mis gustos y mis palabras yo nací mucho antes, en la flor del conocimiento. Y eso aunque no tenga valía científica me parece que, a la vez que tierno, expele una sonrisa irónica. Tal vez sí, este no sea mi tiempo. Vivo rodeado de gente que no puede entenderme, que me deja hablar y se guarda la sonrisa, para no decirme que hablo idioteces. No es que hable idioteces, es que Lacan es así de complicado, es que Zizek tiene esos pensamientos, es que Foucault me interesa, es que Freud plantea eso, es que me apasiona la literatura y ustedes no pueden comprender mi postura. 

Solo hay dos lugares en que esta angustia se disipa y me puedo sentir calmado y comprendido: es en la universidad, en las clases de Literatura que en San Marcos se imparte, y en el consultorio de la doctora Villa. En esos dos lugares mi personalidad se siente comprendida, y mi conflicto con el mundo pide tregua. No he encontrado fuera de estos lugares a personas que se interesen por la cultura. Tal vez sea mi misma condición social: soy un clase media y tengo que trabajar para estudiar. Lo poco que gano lo invierto es libros y estudios. No he conocido a otra persona como yo, que viva triste porque se equivocó de época. Me hubieran gustado los años veinte, la belle epoque, o los sesenta. Y tal como le dije a Romina, formar parte de un grupo guerrillero, de esos que estaban de moda, y hacerme matar en el monte, en vez de querer morir en la ciudad. Muchas veces pienso en qué sería de mí si sigo aquí. Probablemente un día me levante con más tristeza, flemático y no tenga piedad conmigo. Y así pondré fin a esta vida...

Yo no pertenezco a esta época. Y con los problemas mentales, peor. Me discriminan muchas veces por ser como soy: un rebelde, apasionado, ilustrado de intoversiones tristes. Me siento incomprendido por las personas que me rodean. Es que soy espécimen que nadie puede entender. Por eso escojo bien a mis amigos. Ellos, mi amigos, son gente que habla de lo mismo que yo y nos entendemos. Pero no siempre están allí. Yo quisiera alguien que me entienda, qué sepa mi idioma y no me tome por loco. Yo quiero que me borre esta pena, y que me lleve en su mente siempre. Quisiera curarme de todo

Pero como nada es perfecto... Creo que estoy condenado a vivir en esta época, incomprendido por la gente que me rodea. Tal vez un día abra los ojos y despierte en los sesenta, y tan solo había sido sedado para curarme una herida de bala, y todo esto que vivo es un sueño: extrañare a esas personas lindas Esther, Pancha, Tania, Patty, Carlos, Pittman, Romina, Vanessa Azul que intentaron comprenderme, pero tal vez mi díscola efervescencia, mis bochornosa forma de ser o mis evitaciones las alejaron e hicieron que desistieran de su vano proyecto.

II

Martín es un personaje en esta serie. El supone una locura, pero lo hace mal, pues hasta un demente como yo se ha dado cuenta. Y esta palabras son para él: Cuando veas que tu mamá se vuelve vieja de tanto llorar por hacerte el loco sin serlo, cuando te canses de fingir y te des cuenta que la vida normal que tienes no está del todo mal, allí entenderás que el hacerte el loco, el paranoico, el enfermo, no es para ti, tú eres más sociable que yo, y hasta tienes amigos mejores que yo y más, no debieras aparentar ser quien no eres, pues no es nada lindo estar loco. 

Él es de esos jóvenes que pierden la brújula y creen quieren ser diferentes. Unos escogen ser emos, otros metaleros, él escogió estar loco. Sí es cierto que eso te hace diferente a los demás, lo cual es un crimen. Pero, también es cierto que finge mal su papel. No soy el úncio que se ha dado cuenta, por lo que no hablo desde mi subjetividad. Sus comportamiento es el de un ser normal, un TOC no hace lo que él hace, sus rituales son complicados, en él todo es simple: los TOC son inteligentes, él tiene apego por lo no científico o es que su inteligencia se orienta para un rumbo no práctico. Dice que tiene accesos de paranoia, pero se le ve tan fingido, actuado y ridículo. Un paranoico no se porta como él, lo sé porque he visto muchos y lo sé porque muchos me han visto. De esto puede dar fe en bueno de Carlos. Si fuera borderline, rechazaría lo TOC, pues son enfermedades no concomitantes. Se interesa por las drogas, no que las consuma, pero dice que ha probado drogas auditivas: le pedí cuál, no recuerda, cómo lo consiguió, se paga. ¿Pudo pagarlo? ¿Así de sencillo? Estar loco es para expertos y sentimentales y genios. Disfruta tu normalidad, las personas normales también destacan, solo que no fingiendo estar loco. Vas al psiquiatra está bien, pero deja de presumir tu enfermedad, como diría Belem.

Disculpa, te estimo, pero tenía que decírtelo para saber que te dejarás de tonterías y harás las cosas bien. Otra cosa, los TOC y los paranoicos tienen mucha energía, si en verdad eres algo de eso, úsala para el trabajo, no para hacerte el loco. Lo que puede ser es que seas histriónico o narcisita, un poco de humildad no te vendría nada mal. Piensa en los demás, deja de ver fantasmitas, cosas de locos, porque no lo eres, recalco, y preocúpate por la sociedad. Hazte una carrera y destaca. A veces quisiera ser tan normal como tú, pero es esta inopia que no me deja. 

Un abrazo


martes, 19 de febrero de 2013

Deseos

Yo simplemente deseo uno de esos cabellos, esos que relucen al tacto; y que luego, en el cansancio, del hogar al pasquín del tren, una lluvia me entumezca serenamente el prístino arte de amar.Y que susurrante entre tus pensamientos mis deseos florezcan. Yo no quiero más de esta angustia, mi quiero más de esta servidumbre. Quiero volver a cruzar el río sin amenazas de ahogarme, quiero sonreír. Pero bajo la mirada lacaya de la Gran Legión, no puedo existir sin esas pesadas cadenas que me conminan a saltar desde el primer piso. Y yo quiero abrazarte por última vez, quiero arrancarte la piel para hacerme un abrigo, comerte el corazón, entrar en tu útero para formar parte de ti. Quiero que no te vayas cuando llegue la noche, quiero que permanezcas con tu ternura espacial y que sepas que, a pesar de ser un niño malo, yo quiero, de verdad, permanecer aunque sea en tus pensamientos más ocultos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

ya lo ves, cariño, estamos moviendo el tiempo... al compás de david garrett, te escribo esta líneas de insurrección, rogándole a mi alma que se matenga unida, que no se disipe como vapor.

muchas veces pienso en ti. en tus palabras, las que quedaron flotando en mi espacio interior. otras veces recuerdo tus errores, y como aprendí de ellos. otras veces escribo, escribo para sublimarte, para olvidarte. y otras veces lloro, lloro para poder arrancarte de mi vida. te vas. te vas. te vas y yo me quedo con todo lo que me obsequiaste. Y lo que me obsequiaste lo atesoro en el alma, tenlo por seguro

lunes, 4 de febrero de 2013

Usted

Usted que sabe de este desvarío.
Y que golpea este pecho. 
Usted que atiende mis llamadas, solícita, 
implícita en mis versos.
Usted no sabe de este terror,
no sabe de esta angustia que crece,
ni de este disoluto cielo que se estremece
si usted da por resuelto que no,
que no ha de crecer flores esta primavera.

Usted que me escribe desde la prehistoria,
y yo que la leo desde la actualidad,
usted que representa mi pasión ronca
y yo para usted no soy poco más que alguien.
Y si estremeces mi pecho con tu boca,
con tus lejanas pestañas negras,
y que si supieras acercarte a mí
yo te acogería en mis brazos
y jamás te soltaría
porque te ceñiría a mi vida por siempre.

Usted que no es más que una muchacha,
y yo que no soy más que un frustrado cantor.
Yo no tengo que probar nada,
ya lo probará la historia
y es que no estuve equivocado al señalarla,
como el eje principal de mi vida,
como la niña que me inyecta de emoción
cuando me acerco a respirar el mismo aire que tú.

Usted y yo, tomados como dos sujetos,
independientes de la historia,
si nos tomásemos de la mano
crearíamos una ficción.
Porque yo la reconozco a usted
como un sujeto independiente de mis pretensiones,
fuera de mi realidad, con sus emociones propias,
creadora de mis sueños,
y que es capaz de, tan solo con su mirada,
hacerme delirar como un ave en llamas,
que se incinera desde dentro por verla,
sonriente, altiva, lejana, austera y bella.

Usted que deja crecer su sonrisa
y yo que he perdido el sentido de vivir,
podríamos hacer tantas cosas
él uno por el otro si decidiéramos sonreír

domingo, 27 de enero de 2013

Ataque de nostalgia (la he perdido)

Con una nostalgia que me desarma, avanzo por la noche,
evitando recordar sus ojos pardos, su cabello claro,
y buscando esa paz que mi corazón reclama...
que mi corazón, y con derecho, reclama...

Y llenándome de amargura, y de esa anciana pena,
que a mi conciencia constantemente magulla,
trato de no pensar nunca, nunca más en ella....
de no pensar nunca, nunca más en ella....

Porque su recuerdo a mi conciencia magullaba,
y por no repetir su nombre, echo rienda sueltas mis pulsiones,
aprieto los dientes, y doblemente, amago la tristeza...
rechina mis dientes, y doblemente amago la tristeza...

Como una curva que se envejece en esta Luna disipada,
disperso mis pasos, risueños, y en la arena tallan,
y que acaso me lleven al pie del altar que es su cama...
y que acaso me lleven al pie del altar que es su cama...

Llueve. Llueve en mi alma, y ella tan indiferente,
mientras me asalta un ataque de nostalgia
que me trae su rostro al presente...
que me trae su lívido rostro al presente...

Y me canso de llorarla, de suplicarle a su recuerdo,
de repetirle que la quiero, que quiero que se quede,
que mi alma siente un frío solitario que me mata...
un frío solitario que me está matando...

Si mis palabras pudieran atraparla,
si pudiera traerla a este instante que la pienso,
quizá ella entienda qué es la tristeza que me asalta...
la tristeza que me asalta...

Te envío estas líneas que se matizan de verde,
y aún pienso en ti cuando me aborda la nostalgia,
porque tu compañía sabía desarrugar mis penas...
porque tu compañía sabía desarrugar mi llanto...





martes, 22 de enero de 2013

Que seas feliz

Qué queda, entonces, después de todo. Qué queda de mí: solo ruinas, escombros. Todo te lo di. Qué queda para el que espera su turno, al final, por si tus ojos se posan en los suyos. Qué queda para mí: despojos, asombros, miseria, decepción. Qué me quedan, sino recuerdos, tiempo contigo, añoranza de tus besos, los ecos investidos, tus caricias, tu voz, todas, reservadas para la nostalgia. Qué queda, pues, si yo siempre fui el peor de los dos, con mi roña y mi personalidad complicada, si yo fui el que pintó esos ratos de amargura y de intensa lágrima que ahora propugnas... Si por mí, quién lo diría, derramaste las más sonadas lágrimas, para saciar mi sed... Soy esa carga que deshechas, soy ese recuerdo que se aferra a ti. Para qué. Qué quedará, después, tu silencio, y dirás algún día, cuál era su nombre, ¿por qué? si todo lo perdí el instante antes de que te marchases, sin una sola estúpida palabra para saberte retener.Si soy fracaso, y haces bien en marcharte, la desdicha me persigue, en cambio tu sonrisa es superior. Si yo soy extraño y tú eres feliz, mientras estés tan lejos de mí, porque mis latidos ya no te nombran. Que seas feliz.

sábado, 19 de enero de 2013

De ahí soy yo (a propósito del aniversario de Lima)

Cuando me preguntan, de qué ciudad eres,
revienta las pústulas y las sensaciones burdas,
pues vivo en esta ciudad de cárceles grises,
Lima es su nombre, y este es su cumpleaños,
y crece el orgullo pues esta mierda querida
es mía, mi ciudad enferma, es Lima.

Lima es como una isla, separada del Perú,
por factores políticos, aunque se diga la contrario,
aquí, en mi ciudad, aún no llega la descentralización;
totalmente, estamos rodeados de un océano de pobreza,
de gente fea y triste y tierras tierras estériles y deshabitadas.
Lima es mi isla. Aquí yo crezco, aquí muero.

Mi país cultiva sus miserias, y esta ciudad inapetente
es el reflejo de toda esa basura épica.
Pero amo mi ciudad, con sus parques dolorosos,
sus fumaderos ambulantes, su gris permanente,
las avenidas constipadas, la mierda yendo en ruedas,
los cinturones de fuego, y sus políticos, claro,
esa es mi Lima, y este es su cumpleaños.

Carecemos de sentido los limeños,
pero no de memoria, hoy mamá cumple años;
jamás olvidarán los mayores lo de Tarata,
ni lo de los penales, ni al tal gringacho,
ni indulto ni revocatoria, tampoco zona rosa,
sí a la paternidad responsable, pero obviemos, eso sí,
el derecho al aborto y a la vida tranquila.

Y construiré una burbuja para saciar mis ansias
de libertad, en ese universo gris limeño.
Las diarreas viajan por el río Rímac,
y desde sus achorados cerros, nuestros embajadores del mal
sacan sus cicatrices para aumentar su peculio,
es que ya mamá está de cumpleaños

Lima está enferma. Fuma por todas las avenidas,
y tiene el cáncer avanzada, allá mismo, el Palacio,
el Poder Judicial, la Policía... ¿Y las Fuerzas Armadas?
Mientras la revolución maoísta no llegue a mi casa,
hacen un buen trabajo... Ancón, Piedras Gordas...
¿Una postal? Puedes llevarte lo de La Parada,
o los mendigos, los emos, los risibles otakus,
con sus cojudeces, las lesbianas y los gays,
los suicidas que se albergan en el Larco Herrero
o los muchachos palurdos que se creen tienen TOC.

¿Lima con homofobia? Lima es el culo del planeta.
Nosotros, los limeños somos toda la mierda
que ese esfínter gris descarga... Palacio es el trono.

Este es el precio que pagamos por vivir en esta ciudad,
ciudad podrida, corrupta, grande, de bellos parques,
de amplias remuneraciones y de prostitutas vírgenes.
De ahí soy yo, señores, de esa intrépida selva
que huele a orines de choro, a ceviche, y a mazamorra.
¿Dónde está mi tapada?
Es un culo nuestro destino. Así es Lima, la horrible.
Y Arguedas lo supo mucho antes que nosotros,
por eso decidió irse, cuando se enteró que nació
el día del cumpleaños de Lima, nuestra ciudad que crece.

Hay mierda para todos, para mí, para ti, para un psicópata,
para el ayer, la mujer que me dejó y se volvió lesbiana,
las otakus, las fofas, el tren roto, para Ollanta
para Nadine, para Villará, y al fin, la ciudada es tan gris,
que todos avanzamos ciegos pisando nuestras ilusiones...

sábado, 5 de enero de 2013

Un día cualquiero (fragmento de Novela dos)

Amanece. Calmado, sin miedo, recordándote, amor, le hago masajes a tu recuerdo y lo insto a quedarse, Aquí en mi soledad, podría ser buen acicate. Deliro, lloro, cambio de color como de humor; me fumo un cigarro de contrabando, doy señales de vida, pero me persigue la muerte. Le dibujo bigotes a tu retrato, suspiro, me arrepiento, encanto, dudo, consumo, trastoco, velo, rezo, te acaricio. No resulta fácil estar sin ti. Desfallezco, me muero, procedo, resbalo, finalmente lloro. Mis hijos me han abandonado. Se quedaron todos en tu vientre. Y no van a nacer. Toco, canto, compongo, leo, escribo, creo, desconfío, corrijo, te pienso. Y tú te distancias, cabizbaja y ausente. Me desespero, grito grito y más grito, lloro, me sostengo, le reprocho su pasado al ex que se queja, le cuento los bucles al ángel que me cuida, te siento. Desayuno, enfermo, paseo, meo, me arrodillo, miro, lloro, obedezco,  estudio, pienso, me ausento, te extraño. Te veo en las paredes. Acelero, almuerzo, te recuerdo, navego, me apeno, defeco. Estiro mis dedos, te desnudo, me enriedo, vuelo, lloro lloro, me caigo, suspiro, canto, veo tele, leo, escribo, duermo, sueño, lloro, te extraño. Las curvas de la pared se vuelven rectas sendas de recuerdos, en tus ojos escarlata, de ron y asma, con la sensibilidad de mi infierno delator. Retoco la realidad, sueño, cierro los ojos, abro el corazón, me corto un poco las venas, escribo, sueño, me acomplejo, me hago pequeño pequeño, suspiro, olvido, me baño, me seco, me visto, dormito a solas. Aún, después de tu cuerpo en mi ropa, tu aroma invade mi infantil falencia. Lloro, te recuerdo, escribo, me malhumoro, destruyo el mundo, me golpean, acelero, me enfado, resbalo, me acuestan, me medican, canto, vivo, lloro, muero. Me medico, acelero, me enfado, doy un paseo por tus cabellos claros, me equivoco, sufro, lloro, me apeno. Leo, cuento, navego, espero... Te extraño y te deseo. La noche alta invade esta insana represalia de lo cotidiano con mi pasión por ti.