domingo, 27 de julio de 2014

Placebo

Me vuelvo repetitivo, y mi boca se hace bosque de espuma y ciudades:
Sucede que ya no recuerdo y que las emociones ya no me alimentan;
que he sido castrado y me es imposible verbalizar los martillos crujientes de tu boca, haciéndome nudo de tormenta en tu pecho de veredas.
Ya no tengo cabeza de ceniza ni descollo lujuria en tu quiero matarte, cuando caiga la noche.
Ya no hay tardes tibias, ni amor esperando en la silla, de piernas cruzadas, como si pensara en suicidarse.
Todo se hace ecosistema y nadie comprende el dolor de los ríos.
Te dejo mi boca por si tu rostro cargado de sepulcros, decide aturdirse de cintas que despliegan las gaviotas en su viaje por el mar.
Te dejo algunas flores para hacer menos muerte tu muerte prematura.
Por si hoy mismo los albertinos tarados deciden morir al hacerse pedazos con mordiscos de licor y vinagre.
Me es imposible elucubrar sueños desde el fragor de un narcoléptico.
Porque lo que fue infancia lo trato en los sueños y en las proezas de una poesía que a nadie gusta y a todos mata.
Y mi alimento de tu desdicha fue amor que cumplió un ciclo.
Un auto no se paga con amor, las emociones solo aturden la personalidad.
Un incendio no se cura con besos. El océano no se navega con sueños.
Y en los dominios de tus tempestades, donde solo eres una basura intensa de pastillas que prometen la cura, y al final solo consigues el perdón de tu ego tirano, que es mucho menos, y un moralista orgulloso de nuestra cojudez, de tu imposible semantizar las putas ganas de renovar un arte que huele a cursi y huele a amor por las mañanas; porque por las tardes te debes un trago de seguridad, necesitamos eso, quizás, desafiar nuestra dieta de carroñeros y llenar de amor el mundo, para que se parezcan más a nosotros, y algo menos a ti mismo. Necesitamos alimentar de amor el mundo para que el ideal de amor se haga una revista de locuras que prometen salvación, eso que los inteligente críticos del facebook llaman religión, vivencia o cursilería. Estamos llenos de grises en corazón.
Y te atreves de cualquier forma a robarnos el sol: es que aún sueñas que el amor cambiará el mundo, cuando fue todo lo contrario: tu amor enfermó el mundo.
Y la cura... la salida única no es tu me encuentro en una bandeja, resisto por pura casualidad. De todas maneras, nadie quiere morir por amor, porque por amor se vive, no se sufre. Y así se atreven a llamarnos ridículos. La excitación es punto aparte, tus senos en cambio, son más susceptibles a la confianza de todos. Porque se pueden legar, y yo oigo el latido de tu corazón. Y tú solo oyes mi bronca y mi pesar.

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