A la golondrina viajera
I
Yo sé que dijiste que me alejara, y, bueno, eso trato; pero
tú sabes -bien lo sabes- que soy medio obsesivo. Y pues, necesito que me
desbloquees un poco de tu vida porque, serenamente, quiero hablarte, decirte
algo, algo serio, cosas nuevas. Por favor. Si me dejas decirte lo que debo,
trataré con todas mis fuerzas de que sea la última vez que sepas de mí. Entra
en mi vida o viceversa. Son solo pequeños instantes que quiero poner en cuenta,
dado que en esta etapa me encuentro exageradamente mal. Y yo solo quiero
aclarar algunos puntos. Te lo ruego... Sé que aceptarás, porque de vez en
cuando es bueno enloquecer en agradable compañía, hablo, por supuesto, desde
este lado. Tan solo necesitamos saber algo y algunas cosas. Agradezco tu tiempo
por la lectura de este prosema, perdón, mensaje, quise decir mensaje, que por
cierto me salió bonito: es que cuando estoy así de mal todo es poesía.
II
Cándida locura. Por favor. Mi sintaxis pierde coherencia.
Formas parte de una macroestrucctura que se debe efectuar en mi vida. Solo por
un segundo. Prometo no portarme mal. Soy ese antepasado que conociste. Y de ese
rato, tan solo atesoro las sonrisas. Déjame hablar contigo, solo una vez, solo
una vez... (Mi desesperación es tal, que ahora lloro)... Solo una vez.
Por un segundo universal, con su impaciencia a paredes quebradas, con mi
miserable existencia, quisiera conversar con alguien, saber que no todo esto es
tan hipócrita, que la luz que me alumbra, al menos eso, es algo que merezco, no
por obsesión ni persistencia, sino por simple mérito. Y quiero aclarar toda
esta basura que hay en mis pensamientos. Solo una vez. Tú lo dijiste: "Déjalo
ir, si vuelve es que fue tuyo..." Acá estoy, suplicando por una sola vez.
Me siento tan solo. Una sola vez, te lo ruego, te lo ruego...
III
Esos ojos, Dios, reconozco esta mirada, pero a cambio de
entonces no pretendo lastimarnos. La realidad, y aunque te burles groseramente
de esta mente desquiciada, te digo que necesito de alguien, no para que me
rescate, quisiera conversar con un alma, quisiera tener una charla inteligente
con un ser acrónimo como yo: veo que has aprendido mucho. Y quisiera aprender
eso. Por favor, por favor... Una vez tú me pediste tantas cosas, y yo me esmeré
por retribuirte, pero lo hice todo tan mal. Cuando quise arreglarlo, tú ya
tenías a otro, y por eso me enojaste la razón, y yo decidí alejarme. Luego el
tiempo y los problemas, la terapia y esto... Ahora, yo soy el que ruega... Si
me dices que me esperas al lado de un ovni, arrastrando mi miedo iré, necesito
eso que la gente dice compañía, y tú eres fundante para resolucionar mis dudas
crepusculares, colmadas de lágrimas y neurosis que me aguijonean de cuando en
cuando, mientras tienes sexo con un fulano.
IV
Derrotado, arrepentido, colmado de magras palabras, que se
insuflan para, más o menos, según su proceder, hacerme sentir bien. Y dicen
ellos, que tú no eres digna, que apestas a muerte y locura. Pero yo no sé de
eso. Y si lo sé, tal vez me contaminé de tu narración andante. Y yo aquí,
rompiendo más o menos este delirio, cuadrando mis ojos, arreglando el cielo. Y
bajo ese cuerpo, lleno de sudores, con tus sentidos acalorados, a mitad de un
orgasmo, tal vez recuerdes este odio renovado, con su desprecio y su malsana
adicción. Y entiendas que no eres la única persona que sufre un desencando en
plena noche de sexo futil. A veces se recurre a él para sentirnos queridos. No
sé si esto es depresión, ansiedad o una corriente obsesión. No sé si capricho,
hipomanía, delirio, o es todo a la vez. No resisto saberlo. Pero siento tu
olor: eres virgen putrefacta, con rescoldos de pastillas y jarabes. Necesito
compañía, no por el resto de la vida, porque sé que me abandonarás a penas abra
la puerta, necesito al menos que en este trance marihuano me recojas, para de
esta sórdida manera, olvidemos el sexo, y dejemos de contar pétalos y cenizas.
Y que me expliques, por qué, luego de tanta pasión y noches de desenfreno, con
sus crisis paranoicas, con los extraterrestres invadiendo la habitación y sus
incontables sonrisas atrapadas en el espejo, por qué se suscita desde ti ese
odio rabioso, como si yo fuera el epígrafe de tu suicidio. Cuando en esa época,
mi voz se quebró y llené de episodios psicóticos, tú me calmaste como si fuero
uno de tus hijos. Y ahora... Ahora que este hijo está otra vez cayendo por el
abismo, ¿por qué no abres tus piernas y me dejas caer suave y cálido sobre la
plenitud de mi infancia? Con tus necias palabras vas apagando el fuego que en
mi interior resplandece en pos de un mirada adulta que me diga: "Tranquilo,
tranquilo, los extraterrestres no vendrán por ti".
V
Prosema sin sentido
Despierta, oh hijo mío. Despierta y abraza a tu padre, abraza
la gloria entendida como playa de estacionamiento. Es hora de que sepas que yo
soy tu padre, yo soy ese tipo que desde antes de verte te maldijo y puso sus
genes insípidos en ti, para que tú, malamente, propales la sinrazón de mi
existencia, en este valle de lágrimas. Eres el capricho eterno de mis
pretensiones, de mi ansiedad, de mi llorosa ausencia, porque en ti, y gracias a
ti, hijo mío, yo podré conseguir el cariño necesario para atreverme a saltar
desde tu mente. Y tú debes implosionar, desbordar tus emociones, encaprichar
con tu talante quebradizo la promesa rota, del mundo épico que dijeron, así me
constata, había de venir desde arriba. Y yo veo tus ojos, y veo tus venas, tus
vírgenes venas, con tu cerebro aterrado, mírame, hijo mío. Aquí estoy hecho
fantasma para preceder tu tristeza. Te he dejado un par de dedos. Y una
quebradiza salud mental. Y el deseo innato de acercarte a la muerte. Porque de
allá vienes, con tus sabroso lenguaje de charco, de pintura, de sal derretida.
Echa a andar, hijo mío, los mecanismo de defensa. Y coloca el cañón aquí, en mi
boca, luego corre, corre lejos, ya no quiero bañarte de sangre. Ni hacerte daño
para siempre, huye y muere en el intento, hijo mío, quizá tengas más suerte que
yo, y disfrutes con ternura tu infantil suicidio.
En pos de la excelencia... Me parece que deberías ser un poco más puntual, un contenido menos pluralista dícese directo de lo que siente... El tema refiere muchos conceptos, si apuntaras los conceptos a un solo tema el mismo dejaría de ser tan diverso... Un abrazo.
ResponderEliminarMi intención era la siguiente: El yo poético se expresa por un segundo de compañía, en el primer poema lo encontramos rogando y confuso; en el segundo la "locura" altera su sintaxis, en el tercero, puede ver que su "locura" es en realidad una paranoia y se muestra el fruto de sus miedos, los extraterrestres; en el cuarto, empieza con "Derrotado y arrepentido" porque no ha conseguido la compañía, y por ello se lanza a su propio abismo interior, lo que podría entenderse como una introversión; en el quinto, con la incoherencia, el yo poético deja marcado su desdoblamiento y su locura. Lo que une a los cinco poemas es el camino de transformación, desde la soledad a la locura
Eliminar