Tú, escribiendo con lágrimas tu nombre prófugo,
un instante antes de perecer resuelta,
y el viento que te recorre, que te envenena
mezcla las ideas que se resisten a ceder,
tu pensamiento infinito, que me encierra en un sueño.
Y yo no sé retenerte en el tiempo para evitar envejecer.
Tú, pintando de aurora esta cabeza que solo sabe aturdirse,
tú que me vuelves humano con una sonrisa;
tú, que haces que yo quiera ser escritor.
Tú, escribiendo con sangre tu promesa.
La prosa reducida a un hilo angustiado de voz ubérrima.
Mi boca que se aleja. Mis dientes de conejos que te dan la bienvenida.
Un noche, tal vez. Tú que llenas de alma este pecho vacío.
Tú me haces sentir extraño, en un mundo lleno de extraños.
Tu vida que vale más que la mía.
Tú que me vuelves gente con una mirada. Las avenidas que nunca recorrerás.
El tiempo que se detiene. Tus ojos sin brisa,
tu amor que me alcanza, pero no me pertenece.
Tú que viajas. Tú que te achicas. Yo que me pierdo.
Tú que eres subversión que masculla mi paladar.
Tú, eres mi superyó punitivo. Yo que soy fantasía y peligro.
Tú que no eres mi mujer ideal, pero eres una buena razón para enojarme tanto con este pigricia que me toca ostentar.
Tú, que eres lluvia y candela; fecunda prosa,
tus ojos son el horizonte que se une, tus pupilas que hoy me miran, las distancia que saben engordar.
Tú, que eres la cura perfecta para esta enfermedad.
Tú, que me borras lo esquizoide,
tú. que aplacas mi disgresión. Tú no te mereces a alguien como yo.
Porque tú eres alguien mejor.
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