viernes, 8 de noviembre de 2013

Amistad

Una vez me dijiste que esta amistad, de patas que siempre se tienen para sobrellevar la vida, como auténticos amigos, como auténticos seres de carne y ceniza, sería exclusiva de dos personas que no solo coinciden en Lacan y otros avatares de la vida taciturna. Me dijiste que serías mi amigo pase lo que pase, que te interesaba mi integridad y que te preocupaba mi tristeza. Y yo prometí que siempre andaríamos de dota en dota, haciendo ese team que nadie puede fulminar, que nadie podría romper esta amistad de camaradas que hacen un super equipo de trabajo. Claro, eso cuando aún estabas soltero. Pero ahora que tienes novia y te va bien... quizá ya no te haz de acordar que yo fui el compañero que construyó en su vida un espacio para un amigo como tú, de temple sincero y carácter único. Quizá, ahora que tienes novia, ya no puede salir a jugar los mismos juegos de antes. De todas maneras, si algún día tropiezas y te hacen falta más manos que las de tu novia para levantarte, te recuerdo que todavía soy tu amigo, aunque por ahora duerma en las postrimerías de tu vida, mi querido amigo, yo siempre podré darte un hombro donde apoyarte y una conversación lacaniana sobre esta cultura de masas que siempre nos preocupó.
No pretendo un adiós, mi amigo, sino un hasta lueguito, voy a explorar la vida solo... Pero si me necesitas, aquí tienes mi inevitable cara de cuy para sonreírte

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Un momento.

Me falta amargura para atar percebe la orquesta y el talón. Llevaré tu corazón a la lavandería cuando desocupe mis labios de esta sensación. El cuerpo pide por favor, pero ya te levantas, y nos hacemos remotos puntos de quiebre. Igual, sin este amor descriptivo, sin esta pasión desleal, sin esta lindura que se va quedando, otra vez vamos descendiendo, eternos cómplices.

Y no basta con creer en el juego y la locura, a veces eso no lo es todo. A veces, las duras veces, es mejor hacerse silencio, llenos de agujeros y matarnos por sentimentales. Ya que Dios nos limita, podemos atar nuestra punición al talón que destropa tus ojos.

Y ¿qué es la vida? No es más que el tránsito espacial para llegar a las derivas del sueño. Es un momento, el momento preciso en que me alisto para llevar tus besos a la lavandería, por si me los tiñen de hermosura y de tu color.

Piénsalo: tal vez no sabes que también soy mago y soy aire. Y que puedo colarme en tus pestañas, para, no sé, nacer en tus ojos como brillo príncipe.