martes, 18 de diciembre de 2012

Desintoxicación

¿Qué ha hecho la sociedad por mí?, le interrogo al reflejo.

Es que ya estoy harto de fingir ser cortés, cuando lo único que siento es una rabia que aumenta cada día. Y una tristeza que será el único peculio de mis hijos. Y esta sensación de no saber qué escribo.

Si por mi perecer fuera, que el tiempo se detenga en una inmensa acuarela, desde donde las provincias del tiempo puedan acoplar a este sollozante presente, toda su impaciencia, toda la rabia que en mi interior contengo. Y por más si pudiera, con estas ansias y estas fuerzas, este peligroso destruir, quisiera colmar de sangre la tierra, y que florezcan desde el carmesí insensato las prodigiosas flores venenosas que a la muerte me han de presentar. Porque, ¿qué ha hecho esta sociedad por mí? , si tan solo me excluye, me ensimisma y me arrebata con su fealdad todo lo que por impaciencia merezco. Y yo, derruido como los faroles de tus ojos, abastecido y enfermo, algo tocado de nervios, persiguiendo una neurosis que se me escapa, siento llanamente una pierna dormida. Y el arma que me espera en la habitación del rábido asceta.

He perdido mi cuerpo. Los blasones informes de tus senos miel se deshojan. Y el día, a quién le importa este escrito, si lo único que exaspera es este Yo sublimando su represión, sus oscuros deseos de morir muerto de celos envuelto en tu piel crema.

Deshojaré la sociedad. Cogeré mi rifle e iré de escuela en escuela a disparar a lo primero que respire. Y mataré niños y niñas, y desayunaré sus órganos en el desayuno, y para el almuerzo su piel.

Pero no. Yo no soy un desalmado asesino. Mi alma, esperpento de agujeros polios, no puede acabar con la inocencia. Entonces decido descargar mi frustración con alguien inferior, que no sea tan puro como mi alma pura, que no hay sufrido el traumático descenso. Y elijo primero a los emos, pero estos condenados, conozco a una que se autoproclama tal, y ella mal que bien, me agrada, sobre todo por a veces, cuando aparece desnuda en mis pensamientos a hacerme el amor con sus duras balas de salva que golpeaban mi cerebro con la fiereza de una psicosis. Y por eso, decido matar a todas esas lacras que abundan, esos parásitos. ¿Y la sociedad? Acaso me agradecerá hacer una purga en su piel íntima, de cotejar sus tatuajes de extipar sus lunares. No, para mí tiene reservado un lugar ideal: el reclusorio.

Pero, no gracias. Prefiero la muerte. Mi muerte y la de todas esas lacras.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Querida...

Querida, estabas tan lejos y mi abrazo no pudo ceñirte. No pude ceñirte a mis pensamientos. Ni tu halo de tristeza jamás refrescó mis sensaciones de perfección. Mi narcisismo y mi depresión, nadie pudo entenderme  como tus besos me entendían. Querida, nadie pudo escribir con estrellas mi nombre en este cielo regaliz. Y si yo no puedo creer ni tener fe, al menos estás tú para mantenerme vivo con tu lejana sonrisa y tu simple canción. Querida, yo no puedo sobrevivir sin ti, pero a tu lado siento desfallecer mis fuerzas. Me prodigas y me llenas de ideas suicidas. Que yo sepa, tú estás bien sin mí. Y yo nunca te tuve, pero siempre te deseé, porque entre tantas mujeres, eras como sobresaliente, eras mi pendiente con la realidad, fantasía recostada o de pie. Querida, yo sufro imaginándote en brazos de otro, querida. Y si tienes compasión, permite que mi cuerpo descanse en tu frágil pecho, susurrándole a tu corazón mis verdades. Piensas solamente en ti, porque mi vanidad es claramente ajena a las ansias que tienes por lastimarme. Yo quisiera recorrer tu cuerpo con mi dedo. Y que mis besos sean las huellas de mi paso por tu cuerpo claro. Y que tus alaridos vírgenes suman en un vértigo interminable la sinrazón de tu piel entre mis dientes. Querida, yo no soy nadie. Él lo es todo. Él te tiene y tiene tu mente. Y tus besos y tus caricias y tus palabras y tus recuerdos. Tú tan solo vives en mis nostalgias acomodada entre el barro de mi depresión y el hosco presente que me perturba. Eres tú, lo siento, lo dice mi ego, lo repite mi corazón, lo pregona mi yo. Le llamo según tu voz me invoque, para ti siempre estoy, querida. Para ti siempre tengo esta sonrisa inoportuna, esta cara de idiota, estas venas palpitantes. Para ti, querida, siempre tengo este deseo de vivir debajo de tu piel de bañarme con tu sudor. Pero ciertamente sueño, con esos tus ojos tiernos, porque iluso que soy, yo jamás podré volver a verte, ni acomodarte en mi presente. Querida, no hay nada más lastimoso que saber que tus labios a otro le pertenecen. Y yo sin saber si morir de envidia y suicidarme, huir de esta tragedia de que tal vez leas esto y tu indiferencia sea tan enorme que nos embargue de rencor a los dos. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Te extraño


Tú estabas mirando al infinito. A tu lado estaba contemplando el futuro, esa abstracción que solemos construir luego de intimar nuestros más profundos deseos. Miras la cámara, susurras que junte mi mejilla a la tuya y finja esa sonrisa categórica de imbécil sepulcral. Cuando suena el obturador, perpetuamos más que una simple fotografía, se han perpetuado las emociones y los sentimientos que me acompañarán en esta nueva soledad, lejos de ti. Comiendo de mis nostalgias, tratando de rescatar del fondo del  mar  los besos que me diste. Y las épicas salidas que nuestros cuerpos soportaban, tan solo para irnos lejos lejos lejos, hasta el infinito, y en susurro nos digamos: te amo. Y el tiempo, ese tiempo, tan imprescindible como ahora, cuando me abordan las más terribles penas, recordando el calor de tu piel, la textura de tu dermis sumergida en mis abrazos. El placer que me diste envuelta en un viento fatuo. Porque eso somos, Esther, una reminiscencia del pasado, ahora que nos ahoga el dolor. Y nos hemos separado, para bien nuestro. No dejo llorar, cuando evoco la fruición de tus labios cortando la castidad de los míos. Y lloro, me sumerjo en una impaciencia que me descuadra todo el panorama. Pero ya es tarde para resucitar. Estamos separados. Y tu recuerdo me acompaña,. como me acompañan las mañanas mirando tu fotografía. Ya no sé ni dónde estoy parado, me temo, me temo, mi señora, que muy pronto empezaré a morir. La soledad, ay, Dios, mírame, Esther, hecho recortes de periódico, muerto en vida, como una estampa que nadie quiere. NO es algo por lo que los expertos deban interesarse, pero me es grato recordar esa linda última conversación:
-Prométeme que vas a estudiar, Esther
-Te lo prometo. Estudiaré Psicología
-¿Y por qué?
-Para curarte, mi amor
Mi vida gira por tus recuerdos, duerme en tus piernas y renace en tus palabras... Te extraño

sábado, 3 de noviembre de 2012

Madre, la vida empezó cuando me desprendí de tus brazos
y miré hacia delante sin cortar enteramente las venas que me unían a ti.
Y desde entonces he llorado apartarme de tu vientre,
haber sido arrojado a este llano donde la única lluvia que existe
es la que cae desde mis ojos al páramo extendido de mi alma.
Me siento vacío, madre, me siento tan solo, como al principio.

Madre, no quiero morir, pero a veces deseo no haber nacido.

Madre, no puedo construir un hogar con estos dedos débiles.
No puedo existir con esta alma oscura, con esta fe quebrada.
Sé que hice las cosas mal estos años,
y estoy pagando tales errores, los pagaré hoy
los seguiré pagando mañana, con el sol en lo alto.
Sufro.
Y ya nadie se percata de esta pena agazapada,
mis ecos despliegan abanicos indolentes de pereza eterna,
me sumo en el olvido, en el rutilante trajín
de morir un poco cada segundo recostado en una cama.
Lloro.
Y mi efusivo llanto opaca el ruido de la modernidad.
El mundo no se detiene, no me dejan respirar. Debo correr.

Madre. Lo confieso.He asesinado a un hombre.
Yo lo sostuve con estas manos débiles del cuello
hasta cortarle la respiración. Y luego le corté a la altura
de las muñecas para que parezca suicidio.
Nadie se animó a investigar mi propia muerte.
Si estoy muerto, si soy un fantasma en nada cambia
mi puesto en el universo... no soy parte del equilibrio total.
No solo eso, también me disparé en la sien,
es mío el cerebro que decora los espejos de la muerte.
Madre, te confieso que me colgué del dintel,
no quería inhalar más de este aire que oxida mis pulmones.
Madre, estoy llorando esta cruel sedición...
Y tú lloras sobre mi cadáver que ha regresado a tu vientre.

Oh, madre, que no broten más tus lágrimas...
para mañana ya tendrás los ojos hinchados y secos...
Yo he puesto un lugar en el cielo para que vivas...
Me duele el cuerpo otra vez, lo siento madre, te debes ir,
no vaya ser que este dolor te contagie el alma....
Debes tomar el primer avión e irte,
madre, debes continuar. Yo tal vez resucite.
Pero si mañana a esta hora no estoy de vuelta en casa
continúa, continúa sin mí, madre,
la verdad no importo tanto como el amor te hace creer,
debes enterrarme en una tumba compartida,
en donde mi cuerpo sea efluvios de tristeza siempre.

Madre, no quiero morir, pero a veces deseo no haber nacido.

Madre, no pude ser un buen poeta,
no pude crear poesía hacer regresar el tiempo,
he fracasado como hijo y ser humano...
Con esta tristeza en los dedos no puedo seguir,
ni con esta corrupta sensación de sentirme vivo
estando plenamente muerto.
Debo morir.
No pedí nacer.Fui arrojado al mundo sin mi permiso.
Y de esa misma forma, sin pedir permiso a nadie, me voy.
No llores, madre, perdón por hacerte llorar,
tus lágrimas valen más de lo que yo valgo. Soy miserable.
La verdad. No cambia en mi nada mi ausencia.
Las vidas continúan, el tiempo avanza
y sin mucha importancia. Porque no importo de todo.
Tan solo soy una caña pensante. Un abanico de tristeza.
Un recodo de tanta miserable pena.
No soy del todo el tiempo absoluto que dices.
Y sí. He muerto desde antes de desprenderme.
Late mi corazón como una pulso infinito.
La muerte es tan oscura,
y tu lugar en el cielo, el que pude erigir para ti,
es tan cálido. Pero no podré acompañarte, ni a mi padre,
que mucho antes que yo construyó el suyo.

Oh, madre, no quiero morir, pero a veces no quiero haber nacido.

Madre, sin ninguna lástima, me atraviesan pensamientos
que ejercitan mis nostalgias. Un sábado triste.
Mi pecho se contrae, los calambres empiezan...
No quiero cuidarme, no quiero irme sin darte un abrazo mamá,
necesito tus bendiciones para saber que el infierno
que me espera no será tan doloroso, necesito su bendición,
necesito su perdón, su abrazo, para entender perfectamente
la verdadera dimensión de mi suicido.

De todas maneras no soy importante, madre...
Y te escribo porque eres una de las pocas
personas que no me dejan cuando tomo esta decisión
y porque tu amor abrió en mi pecho el gusto por vivir
durante tantos años, fingiendo ser perseverante (u obsesivo)
y aferrándome  a una vida que, la verdad, no deseo.
La verdad. Me muero y nada va cambiar.
Así de insignificante soy.



lunes, 29 de octubre de 2012

Enamorado

Para Esther

La vida que me diste

Renací en tu carne cuatrocentista, como la de la Primavera de Botticelli. Te elegí entre todas porque te sentí la más diversa y la más distante. Estabas en mi destino. Eras el designio de Dios. Como un batel corsario, sin saberlo, buscaba para anclar la rada más serena. Yo era el principio de muerte; tú eras el principio de vida. Tuve el presentimiento de ti en la pintura ingenua del cuatrocientos. Empecé a amarte, antes de conocerte, en un cuadro antiguo. Tu salud y tu gracia antiguas esperaban mi tristeza de sudamericano pálido y cenceño. Tus rurales colores de doncella de Siena fueron mi primera fiesta. Y tu posesión tónica, bajo el cielo latino, enredó en mi alma una serpentina de alegría.
Por ti mi ensangrentado camino tiene tres auroras. Y ahora que estás un poco marchita, un poco pálida, sin tus antiguos colores de Madona toscana, siento que la vida que te falta es la vida que me diste

(JCM)

Lo que realmente importa

No importa si no has leído tanto como yo, la verdad, yo tampoco he leído tanto. O si no sabes algún cuento de Borges o de la existencia de Kavafis. No importa, en verdad.
No importa si la la Política te parece asquerosa, mediocre y denigrante, aunque no comparte tu punto de vista, no me importa eso, en verdad.
No importa que no te guste el tipo de música que yo escuche, que lo tuyo sea más pop, no importa, en serio.
No importa que no sepas de besar, uno no nace sabiendo, yo tampoco sé besar, en realidad, juntos podemos aprender, si es que nos lo proponemos.
No importa que no me digas cosas tiernas o te rías todo el tiempo.
No me importa si me miras y te quedas callada; o si no entiendes cuando te platico de algún tema en particular.
Lo que realmente importa es que esta magia que surge y nos envuelve jamás se rompa. O que nunca dejes de tener una sonrisa apremiante cuando yo quiera estar triste. Y que no me sueltes la mano cuando volamos a través de la gente. Eso importa, niña, eso importa en realidad. Lo demás sobra.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Un deseo ajeno

"Yo te amo tanto y quiero tu bienestar, corazón, pero me pone triste saber que esos episodios que vivimos se vuelvan a repetir; tengo miedo. No quiero que se repita, quizá es por eso que cuando describes en tu novela u otro esos momentos me altera porque es algo que no quiero recordar ni quiero vivirlo de nuevo. Saber ahora que todo esta como antes me llena de impotencia no poder hacer nada por ti.  Pon de tu parte mi amor, te lo suplico, si quieres una vida conmigo, la quiero tranquila sin voces, sin mareos ni pesadillas que atormenten tu vida y la mia.  Quiero que te comprometas a recuperarte, ese será el mejor regalo que me harás en toda tu vida. No quiero anillo, ni boda, ni autos, ni nada, si vas a seguir así. Te quiero sano y feliz, solo así podré disfrutar de esta vida con el ser que amo. No te voy a desamparar, me necesitas mucho y estaré a tu lado, no por compromiso, sino porque te amo y quiero tu bienestar.


Te amo mi vida, te amo. Siempre voy a  ayudarte, pero ayúdate tu también, si me amas, concédeme ese deseo." 



Así despliegan sus alas las palabras que ella buenamente me dijo. Porque en el fondo y en la superficie siempre fue igual: ella tuvo buenas intenciones conmigo. Solo que yo estaba demasiado ido de la realidad para comprender enteramente su buen amor. Y nada es para siempre. Y por eso mismo fue que ella decidió morirse de amor lejos de mí. Desde entonces hasta ahora ríos y ríos de lágrimas regaron la tierra, y ahogaron a los hijos que siempre quisimos tener. Decidí una mañana levantarme y parametrar estas locuras que tantos problemas me trajeron, así ordené por color y sabor mis intenciones, los impulsos, por ser andróginos primeros, le siguen las pasiones, lo irracional y luego, siempre al fin, la razón que ilumina. Y fui libre entonces, y le respondí a los medicamentos las mismas palabras que ella entonó: Te necesito. Por esos días cuando el narcisismo lo era todo, yo creía que en mis manos estaba la solución. Y volverme loco por ratos prolongado era lo más viable para escapar de la realidad que me duele. Yo tampoco deseaba anillos ni autos, nada más deseaba que su cuerpo claro. Y para ello decidí estar feliz. ¿Pero cuán feliz puede ser alguien que solo conoce la felicidad por mitos porque nació triste? Ella quería mi bienestar, Dios mío, porque tuve que alejarla, no quiso desampararme hasta que alguien se propuso tras este amor erigir una torva pared.  Y con el tiempo esa pared los aplastó a los dos, porque lo que mal empieza, suele acabar en llanto. Y yo comprendí que era tiempo de cumplir su deseo. Por eso fui a terapias. Y decidí cumplir con un año de retraso su deseo. Y ahora estoy medianamente curado. Porque decidí preservar una pizca de locura para que me ayude en las relaciones sociales. Y así que ahora, con esta sonrisa aprendida digo: si bien no soy feliz, puede sinceramente alegrarme que cumplí tu deseo.... No regreses, no te necesito aquí para sentirme mal.
 Pero a veces necesito un abrazo, un te quiero, una mano que toque mi rostro y recorra mi cuello. Un beso que enjugue mis labios. Un cuerpo que me dé calor. Y me siento tan solo...
Escucha, este latido disfórico. Soy libre al fin, pero esta libertad me queda ancha y no sé cómo reaccionar ante semejante ansiedad. Respondo, calladamente.
No te necesito acá para sonreír. Tengo personas que gustan y les gusta ver mis dientes. 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Buenos días, los de siempre



Hola...
Solo pasé para desearte los buenos días de siempre,
para que no olvides el color de mis ojos,
para que pervivas en mi memoria
para que entiendas mi perecer,
mi morirme por ti a ciegas,
mi histeria del terror en tu alma,
mi dolor a cuestas, mi sorda pereza...

porque siento que ya ni te acuerdas de mis versos,
ni de las pequeñas delicias que nos dimos,
ni del cáncer que consumía tu siniestrado corazón
ni de la fatídica tarde en que te me marchaste,
ahíta, dejándome para siempre partida la razón,
quebrada la cordura, disciplinado el terror,
horrorizado del horror que causaste
malamente con tu frialdad y tu desamor.

Hola...
Solo pasé para recordarte que fuiste algo importante,
pasé para mentirte desgraciadamente sobre mi pasado,
para bifurcarte de mi presente,
para sacarte de mis proyectos a futuro
y que sientas este dolor ajeno,
y los besos que no recibo...
No es que piense en ti, cariño,
yo a menudo te recuerdo, sobre todo cuando es para escribir,
porque escribo del desamor mejor que del amor,
y es que eres la pasión más intensa que guardo...

porque este silencio negro que se construye,
no hace nada más que engordar las leyendas que se cuentan,
esa en donde yo soy el monstruo impasible de duro corazón,
y tú la mágica dama que fue descuartizada en sacrificio.
Y que sepas que ya no te tengo miedo, cariño,
mi tierna extranjera, pero en tu podio por siempre
se llevará tatuado, a manera de monumento, tu nombre.

Hola...
Ya ni recuerdo para que pasé tan cerca de ti,
quizá para demostrarme a mí mismo que no te temo ya,
que eres asunto superado, desde luego,
¿sabes?, las psicoterapias, los terapeutas, los medicamentos,
y la reinserción social cuestan caro,
pero son efectivos cuando lo consigues,
y yo he conseguido todo eso...
Y tú no has conseguido nada que se parezca al amor
que yo intensamente te profesé.

porque no hay personas similares, por más que me retrates
en un individuo con los mismos antecedentes,
con la misma aura triste, aspecto marginal,
y honor desahuciado.
Si yo pasé tan cerca de ti, no es para frunzas el ceño
o te alertes o te pongas en defensiva,
esta relación de amor-odio que llevamos al extremo,
alguna vez tenía que fracasar...

Porque lo que no se funda en lo real
corre el peligro de desintegrarse...
Nos idealizamos, esa es la verdad,
y la locura te da cierta sabiduría,
a mí me dio otra forma de ver las cosas
y es que tal vez, cariño, nunca fuiste
la mujer que yo pensé que eras...

Hola...
Yo recuerdo esa mirada hiriente, esos ojos,
esta relación amor-odio que extremamos,
como si camináramos descalzos sobre cristales rotos.
Serás siempre la herida
que me acompañe mi tísica paciencia,
mi depresión y mis manías,
mis ratos de euforia y mis episodios de ensueño.

porque si fui malo, lo aprendí de ti,
porque eres la razón de mi historia,
el eje de mis pasiones dolorosas.
Yo no puedo ser activista de tu presente,
pero puedo curar tus lágrimas con sonrisas trucadas,
arrancarte el maquillaje y pintarte alegrías,
y solo se me ocurre morir de ganas por estar ausente.

Ciertamente, y tu corazón es testigo,
si levantaste vuelo, y el cielo que te recibió
fueron todas imágenes nocturnas,
es porque siempre buscaste en los corazones equivocados....
Yo te ofrecí cálido regocijo,
y mis brazos fuertes para construir nuestro futuro...
Y a ti eso te parece menos,
te parezco menos ahora, con mi saludo efímero y mi cortesía.
Si quisiera podría traerte con el pensamiento,
pero es hora de romper tus moldes
y decir ciertamente que no eras la mujer que esperaba,
eras tan solo mi fantasía, mi falsa fantasía.

Pero tal vez mi corazón así no lo crea
y te quiera hasta el final de mis días,
cuando me queden solo recuerdos
y todos me abandonen en esta vida,
y yo quiera volver a pasar delante tuyo,
sin temor ni remilgos y sonriente,
para decirte siquiera,
hola, qué tal, buenos días, 
los de siempre.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Mi princesa Alelhí



Yo construí un castillo enorme enorme,
hasta el cielo llegaba  mi construcción,
y en él habitaba mi hermosa princesa,
Alelhí que es pura sonrisa y corazón.

Y luego bajé a los desiertos a construir oasis
para que días más tarde me siguiera
mi inquieta princesa de ojos grandes,
así la sed ya no sería un problema para ella.

Y luego llegué hacia el mar y lo llené de peces
para que ella pueda pescar cuando tenga hambre,
y le construí, una montaña y tres puentes
para que puede cruzar el océano, mi princesa.

Mi Alelhí, se sentía sola, así que le regalé
un perrito que no se le separa para nada,
ella le puso de nombre Black, porque es negrito,
yo le dije que su nombre real era Filipo.

Mi Alelhí es buena compañía en mis valles de tristeza,
su sonrisa me alienta y sus besos me motivan,
sus abrazos me reinsertan a la sociedad.
Ella es mi delicada, rechoncha y preciosa princesa.

Ella me arrebató de los brazos de la muerte,
remendó mis insanias con el hilo de sus dulzura,
yo le estoy agradecido, por eso trato de ser fuerte
para que ella comprenda que la vida no es tan dura.

Yo por ella construyo sociedad, cultura y naturaleza,
para que siempre tenga donde estar feliz,
ya sea en mis sucintas fantasías acogedoras
o creyendo de verdad que es mi princesas.

martes, 21 de agosto de 2012

Canción del obrero


A mis compañeros de Hermes, 
a los que hacen  horas extras 
a los que parecen esclavos,
a los que por trabajar 
recortan su libertad.









(Cántese acompañado de una guitarra o con la pista de Mariscal Tito de BV)


Estas, mis manos, saben labrar la tierra,
buscan en las minas el oro, la plata y el bronce,
construyen caminos, y también sueñan
que un día reivindicarán por la fuerza al hombre.

Por mis fuertes brazos, por mis músculos,
corre la fuerza vital con la cual yo debo
llevar el pan a mi familia, sí, es muy duro,
pero es mi trabajo y trato de ser honesto.

Yo no puedo quejarme, soy un grano de arena,
pero soy el firme cimiento del régimen capitalista,
qué harían sin mí las orondas empresas,
sin mi fuerza y mi necesidad de mantener una familia

¡A trabajar, a trabajar, a trabajar!
Para con mi honradez y sudor ganarme el pan;
y tal vez, cuando esté viejo, recibir una digna pensión,
que valga por lo menos mi juventud invertida
en fomentar la cruda ilusión
de formo parte de un hermoso sistema de producción...

(de la cual soy piedra angular)

Yo hubiera querido estudiar.
Ser abogado, arquitecto, ingeniero o policía, tal vez militar.
Colaborar de algún modo para hacer crecer
esta monstruosa sociedad que nos consume...

Pero por las políticas de gobierno, la baja educación,
nunca pude aspirar a ser más que mis demás compañeros,
siempre fui un obrero, un proletario, un trabajador.
Ay, qué triste es ser solo un engranaje en este juego.

¡A trabajar, a trabajar, a trabajar!

Para con mi honradez y sudor ganarme el pan;
y tal vez, cuando esté viejo, recibir una digna pensión,
que valga por lo menos mi juventud invertida
en fomentar la cruda ilusión
de formar parte de un hermoso sistema de producción...

(de la cual soy piedra angular)

He invertido mi vida en ser una máquina de trabajo,
ya mis músculos están cansados, mi lomo doblado,
mis brazos pierdan la firmeza y los químicos
el cuerpo me lo han contaminado.

Ya pasaron mis años de fortaleza y bizarría,
todos los he invertido en tejer un hermoso sistema,
sin embargo, ahora viejo, no encuentro alegría,
porque la miseria que recibo no compensa
los años en que descuidé a mi familia.

No es como me lo prometieron hace tantos años:
no estoy echado en mi cama, con mi mujer,
disfrutando de mis nietos, de sus abrazos,
llevando un apacible vejez...Por el contrario, sigo trabajando

Porque toda mi vida me enseñaron...
que yo nací para formar parte de un hermoso sistema...
por eso... ¡A trabajar, a trabajar! !A TRABAJAR!

miércoles, 25 de julio de 2012

Inoportuno

Te recuerdo como esa ultima vez, sumida en el frío y el desconcierto. La pena que te fractura, como antes te hirió mi locura. Y esta vez, solo esta vez, también tienes el secreto para inducirme al vacío. Si entro en tu pecho, no sabría salir más. 
No pretendo tocar tus dedos, ni acariciar tu cabello, quiero mirarte de lejos, como una pausa innecesaria, porque cualquiera de cansa de estar solo. Nada me alegra más que tú, que tu sonrisa. Porque te conservo. Y sé maquillar mis resistencias. Y tras este velo innecesario existen mis promesas de pie... hasta el día en que decidamos morir. ¿Qué es el pasado y estas heridas? Yo te cuido, yo te espero, pero también llegó mi autobús, y tengo que abordarlo, para alejarme de ti todo lo posible; trataré de engordar esta distancia para nunca que nunca más, y ahora sí es en serio, me nombres. Yo no pretendo huir de ti, pero sí de esa mujer en la que te vistes, con su rencor, su perfidia, su aura triste.
Y aunque la felicidad se esboza en mi ventana, a veces miro atrás y te reconozco, y eres tan solo el recuerdo que yo siempre quise atesorar, en la oscuridad de la tierra, o la luminosidad del sueño eterno. Vengo a tu recuerdo cada vez que quiero sentir que he sido un buen tipo, si descuento mis horrores. Para saber a ciencia cierta que pocas puede decirse leales. Una perfidia tal vez, cada cuatro torturas, mientras en mi cabeza se hilaba el sudario de mi muerte.
No quisiera morir sin ver la luz clorótida de tus ojos apagados, y que me expliques porque me haces esto.Ahora que menos necesito de ti, es cuando fluye en mi memoria, como una obsesión, tu recuerdo. Y si esto es tripartito, a quién le importa, mientras se imponga tu boca en el enorme vacío que dejas en mi alma...

Un abrazo... Tal vez algún día me encuentres solitario y triste y yo me anime a hablarte...

Si soy feliz ahora es porque encontré el reflejo de mi sonrisa en los ojos de Esther.

(Por unos ojos negros, igual que penas de amores 
hace tiempo tuve anhelos, alegrías y sin sabores
y al dejarlos algún día, me decían así llorando
no te olvides vida mía, de lo que te estoy cantando
Que un viejo amor,
ni se olvida ni se deja
que un viejo amor,
de nuestra alma si se aleja,
pero nunca dice adiós
que un viejo amor
Ha pasado mucho tiempo,
y otra vez vi aquellos ojos
me miraron con despejo, fríamente y sin enojos
y al notar ese desprecio de ojos que por mi lloraron,
pregunte si con el tiempo,
sus recuerdos olvidaron
Que un viejo amor,
ni se olvida ni se deja
que un viejo amor,
de nuestra alma si se aleja,
pero nunca dice adiós
que un viejo amor
Que un viejo amor)

jueves, 31 de mayo de 2012

Demasiado ego

Envidio tu soledad. Y la inhumana indiferencia que trazas perpendicular a mis deseos de hablarte se transcribe en esta sonrisa que aún te recuerda. Y el mundo de las eras, cuando eras un mueca irrealizable de tiempo, y esos tus ojos eras dos tiempos al alcance de todos. Y yo era una especie de súbdito a tu belleza. Y cómo pasa el tiempo, pero no es nunca tarde para darse cuenta de lo pérfida y potrosa que fuiste en ese entonces requerido como una pesadilla. Me filtran los recuerdos. Y tan pronto abruptas muralla se rompan como el himen de tus piernas, entenderás claramente que yo fui el hombre de tus sueños. Y nos perdimos por mi inestabilidad emocional y lo puta que pudiste ser.

Algún día no existirán las distancias y entonces podremos hablar como verdaderas personas sin pasados y sin rencores. Por ahora goza de tu soledad, que yo disfruto de mi dulce compañía.

jueves, 24 de mayo de 2012

Canción de despedida

Tus ojos apagados describen mis delirios,
mis armas, todas, todas las he usado
en buscar otra vez el hermoso brillo
que a tus ojos le daban otro significado.

Y eso tiene que ser nuestro cielo,
la irrepetible manera de existir,
tratando de encontrar consuelo
en las bocas que nada nos han de decir.

sábado, 19 de mayo de 2012

Ojitos pardos, qué bonitos

De todas maneras, en estas ansias abstractas hay un contrato que le debo a tu corazón. Y a tu sonrisa también; porque tu sonrisa de todas las maneras posibles, en la proximidad de mis recuerdos, sabe alegrarme, ahora que tan solo me siento, a pesar de las buenas compañías que el aprendizaje de la vida me regala. Y en este día en que de rosado se vierten tus ojos, y tus pupilas doradas, como rayos de sol, aprecian la soledad desde un punto en compañía de la ciudad muerta de tus pasados rotos, yo te saludo, porque me he prometido y tu recuerdo es testigo, soltar tus penas con frases que más o menos te reconozcan como su dueña. Ya pasan las horas y llegan al litoral de mis lágrimas tu recuerdos, ¡qué bonito!, y la ratita de Quilca, que se podría e hinchadita, con pinta de puerquito, se parecía a la más bella escultura, y ¡qué bonito!, esa ratita podrida... Y yo soy tu amigo, porque te ofrezco algo para suplir tus penas... Yo te ofrezco mis pensamientos para pensar en ti, en secreto y con la verdad del cielo que tus ojos guarda, color del naife, mis ojos los tuyos, maría redentora, cuándo fueron que tus ojos pardos me borraron el mundo al mirarme con ira. Y cuándo se me borra tu nacimiento del calendario, tus ojos tiernos, tus ojos cupidos del cielo, que ampulosas miradas que gratas maneras de abstraerme del recuerdo, tus ojos tuyos tuyos mis cielos, tu fecha de nacimiento, mis calendarios detrás del árbol que planté para ti.

Feliz cumpleaños, pásala entera y en tu mundo, carita bonita, con tus estrellas en las sonrisas, suspirando el mundo, desde mis recuerdos... dónde estarás ahora... Y desde dónde me mirarás... con tus ojitos pardos, qué bonitos...

martes, 15 de mayo de 2012

Confesión de otoño

- Me olvidé de decirle...
- Diga.
- No se imagina el deseo que 
tengo de hacer el amor con usted. 
Pero  esto no se lo diré nunca a nadie, 
especialmente a usted. 
Tendrían que torturarme para que lo dijera. 
- ¿Decir qué?
- Que quiero hacer el amor con usted. 
Pero no una sola vez 
sino una vez detrás de otra. 
Pero jamás se lo diré a usted. 
Debería estar loco para decirle 
que le haría el amor ahora, 
aquí mismo. El resto de mi vida.


He fracasado en todos los proyectos que me propuse durante tanto tiempo. Pero mágicamente sé que contigo todo será diferente. O en todo caso, las cosas marcharán mejor. Me imagino ahora a tu lado, en sus interminables días, al compás de un sueño hermético que nos junte a los dos, en un vacío irrepetible, con sus respectivos ecos y la pobreza que conlleva la desconexión del mundo. Mi razón primigenia, el despertar cada mañana a tu lado, en un cuarto pobre, que poco a poco irá creciendo con nuestros esfuerzos y los refuerzos que le pongamos a nuestras vidas conectadas. El tiempo traerá los hijos y los triunfos, y llevaremos una vida calmada o arrebatada por los vientos de la nación que juramos defender en unidad y crispada melancolía, muy a nuestros pesares. Hacernos unas blancas canciones que precipiten sonrisas a nuestra habitación desde el cielo cóncavo, flexible y llorón. Volver nuestras almas mudas, lo mismo que nuestros corazones, para que el ruido no aleje nuestras emociones, para llevar el cauce de nuestros ríos a un mismo lago. Y que desde tu vientre crezcan nuestros nombres que abriguen prontamente el sol. Y eliminar el frío de nuestras vidas. Todo ello en la casa pobre en donde aprenderemos a vivir. Y lo que venga, luego, como alimentarnos, criar a nuestros hijos, alejados de la sociedad, esa que nunca nos gustó, esa que nos lastimó, sin saber a dónde ir, creciendo con nuestros hijos, repasando las tareas del hogar y los sueños de eliminar la injusticia. Mi deber es contigo, con tu vientre, en donde tendrá que crecer mi apellido, acogido por tus níveos brazos, mi amorosa mujer. Dentro de poco, nuestros corazones latirán juntos. Yo te respeto, y esperaré candoroso a que vengas con la mañana a abrigar mis locuras. Porque supiste respetar mis locuras, y, pongámoslo así, toleras que tome medicamentos, y a tu lado, no tengo episodios psicóticos, ni tristezas suicidas. Gracias por hacerme dejar de ser tonto, y regalarme una sonrisa musical. Ahora sé que no me harás daño, y por eso, sin vendas ni parches, ni reparos ni remilgos, sin maestros ni torpezas que no retrasen. Vuelvo a sonreír y es por ti. Y antes que el año toque el crepúsculo, el tiempo nos traerá esa casa pobre, esa compañía y esa sumisión al amor que nos agrada.

Eres en todos los casos, imperativo en mi pensamiento, y una súplica en mi corazón. Y siempre, siempre, siempre, duermes conmigo, aunque no estés en mi cama.

sábado, 21 de abril de 2012

Enamorado

Amor



A Esther, porque me he enamorado  y te quiero 
y te quiero, no quiero otra cosa que estar a tu lado







Solo explícame qué tienes que me gusta tanto, 
muy aparte de esa simpatía que dilata mi felicidad,
y esos labios que me entusiasman cuando me besan.
De todas las cosas maravillosas que pudieron pasar,
el que tú estés pasando por mi vida es una delicia singular.

Los golpes que he recibido, los traumas que generosamente
se me obsequiaron en los campos de las flores,
me han enseñado que nada es para siempre.
Tú sonrisa tal vez en mi pensamiento sea eterna;
pero el que  nos hayamos juntado en esta etapa
de nuestras prístinas vidas, es solo un hecho fortuito.
Mas eso, no quiere decir que no te quiera. Te quiero.
Y bien lo sabes, porque sientes mi cariño
como algo que reconforta y despierta cada mañana.

Solo deseo estar a tu lado... Besar tus labios...

Eres esa fuerza que me lleva a la universidad cada mañana,
que me mantiene atento y prominente en la vida.
Y por las noches, eres el deseo eterno de dormir a tu lado,
de compensar mis lágrimas con cada uno de tus besos.

Porque me he enamorado y te quiero y te quiero...

Y sin un día rompemos nuestros lazos,
al menos podremos mirar el pasado y recordar
lo hermoso que fue estar juntos.
Porque tú me haces feliz, y yo te hago sonreír.
No sé si seremos el uno para el otro,
pero mis locuras terminaron en el mismo momento
en que tu boca y la mía se juntaron (para siempre).

Yo amaré a otra mujer, dentro de unos cinco años
y tal vez la ame como tú. Y ella te dirá: mamá.

Este es el presente y no tenemos otra frecuencia
más que tu vida en la mía, despavoridos y amorosos,
por el resto de los días que nos quedan en la dicha,
algún día miraremos al pasado y entenderemos
que la noche no puede ser más oscura que las que han pasado.
Que la luz llega con tu sonrisa, que cuando beso tu frente
empiezan los buenos días, que cuando beso tu boca
el tiempo se detiene y somos inmunes al rencor.



domingo, 15 de abril de 2012

Hombre que espera a una mujer que probablemente nunca vuelva

Algo que realmente se ha desarrollado en mí es la sensación 
de lo masivo en contraposición con lo personal; 
soy el mismo solitario que era, buscando mi camino sin ayuda personal, 
pero ahora poseo el sentido de mi deber histórico. 
No tengo hogar ni mujer ni hijos ni padres ni hermanos ni hermanas, 
mis amigos son mis amigos en tanto piensen políticamente como yo 
y sin embargo estoy contento, siento algo en la vida, 
no solo una poderosa fuerza interior, que siempre sentí, 
sino también el poder de inyectarla a los demás 
y el sentido absolutamente fatalista de mi misión que me despoja del miedo


La melancolía del político
(Giorgio de Chirico)
Por esas entrañables mañanas te mereces mi aprecio, mi continuo pensamiento, mis ideales rotos y que se recomponen en tu glorioso pecho. En esta tierra huérfana, en donde nos separamos como dos dadivosos mendigos, te infiltras para inmolarte en mi sangre, porque siempre serás, al menos en mi memoria, la idealista que conocí, y de la que me enamoré, por la que perecí en mis años de contubernio y depresión. En tus aladas pestañas encontré esa gloriosa marca de mi destino: pensarte irremediablemente extraña. Fantaseo con irme volando hasta los pies de tu cama. Y tan solo para admirarte. Porque el mar fragoroso de mi amor retumba en mis venas, cuando siento tu presencia en las avenidas que ahora me pertenecen. Y el mundo es mío. Pero tu mundo se ha roto. Y el universo que construimos ahora solo es una ínfima pústula que supura dolor y miseria para mis presentes.  Tus abrazos apartaban el miedo de mí. Me consumían en un fuego que me expandía y dilataba la alegría. Ven hasta mí. Yo no puedo ir hacia donde estás, ¿no ves que me cortado los pies tan solo para no moverme de este lugar, sí de este lugar, en donde prometí esperarte, por lo tanto de donde no moveré nunca... hasta que tú llegues? Las extremidades crecen... La distancia también. Somos cómplices en esta égida, y siempre estaremos huyendo de Egipto para conmemorar nuestros domingos de crucifixión. Y si ahora tu cuerpo entero, lo mismo que la esencia de tus mientes y tus principios y tus realidades, pertenecen a otra persona, alguien que se consume como pira a tu lado, atisbado y recóndito de amores, yo quiero que seas feliz, porque si tú eres feliz, mi universo es feliz, mis noches nunca llegarán sin estrellas. Yo quiero tocar tu corazón, porque desentiendo los improperios de tus acciones y la desastrosa mierda que me lanzas como palabras. Mis ojos no saben más que mirarte y llorarte. Y si tú, núbil dama, entiendes de estas sensaciones de muerte, quiero que entiendas lo fratricida que son mis congéneres conmigo. Me voy quedando sin amigos por solo hablar de ti. Me voy quedando sin vida por no quererme mover de aquí. Me voy quedando sin esperanzas porque llega la noche, suturan mis heridas y tú no apareces. En el olvido no hay nadie más linda que tú. Avanza esta pródiga noche, a la vez prolija y terebrante, y retroceden mis esperanzas de volver a verte. Desconfío sinceramente de estas muecas sonrientes que me regala la vida. Y eso no me quita las tentativas de que perdures en mis pensamientos, como lo que eres y seguirás siendo, una abstracción que deseo materializar. Yo todavía no me muevo, y eso que, a falta de pies, me han crecido alas. Todavía sigo sumergido en esta azul añoranza, en esta gris mediación del olvido y el desamor. Mis inquietudes son las mismas: perdurar para que perduren tus ojos en mis labios. Mis labios, en oclusión perfecta con las palabras, esperan animosos un beso. Pero la vida se nos agota, y empiezan a crecer otra vez las ansias de libertad. Yo quiero huir de aquí, pero no tengo los medios. Simplemente, y eso es cierto, me cortaré esta vez las alas, para no tener la tentativa hiriente de irme de aquí. Aquí te espero, tan solo como me dejaste, con el ceño fruncido y las lágrimas que todavía no terminan de caer. Quisiera llegar a tu corazón, como rayo de luz, para apaciguar tus dolores. Pero tal vez yo soy tú más grande dolor. En todo caso, mientras tardes en regresar trataré de ocupar mi tiempo con la benigna pasión de la escritura y las lecturas. Y por qué no, en edificar el cristal amarillo que guarezca para toda la vida -mi vida- tu sonrisa para mis mientes. 

domingo, 8 de abril de 2012

El Gran Otro

A Belem, cuando se pone
más Octavia que nunca


Esos días, cuando el futuro apenas apremiaba, se han ido, Belem. Y ya hemos crecido y tenemos tantas responsabilidades que no sabemos cómo sobrellevar esta vida que agobia. Y estos días, Belem, necesarios para todos, para nuestra generación que, supuestamente, tiene que ser la que patrocine con su cultura e intelectualidad el próximo bicentenario. Y qué lejos estamos de ser esos intelectuales. La vida no es tan simple. Somos apenas guijarros en esta playa absoluta...
Cuánto extraño las borracheras, las conversaciones, y esas ocasiones en que su honestidad rampante despojada  de velos inútiles, me decía con certeza brutal, cómo son las cosas en el caos. Es que somos muy idealistas, concluíamos. Y el mundo no está hecho para los idealistas. Somos subversivos. Nuestras ocasiones en el patio de Letras, nuestras coincidencias en el transporte público. Y los porros que me volvían paranoico. Sus ojos grandes, su honestidad, su crudeza. Y en el recuerdo es ud más Octavia, y se tiñe de más ideal que la misma Octavia. Los imaginarios, otra vez. Ya no hay principio sin final, al final siempre estaremos solos, cuando tengamos buena compañía, porque concluimos que somos idealistas y como idealistas que somos, siempre a nuestro pesar estaremos solos. Porque nos equivocamos de tiempo, Belem. No somos valorados como intelectuales, más bien aprecian nuestra capacidad técnica. Y eso es chantaje capitalista por supervivir. A la larga envejeceremos, pero nuestros corazones y nuestro ideales nunca morirán, y ud será más Octavia cada día. Y yo tal vez encuentre mi par literario. Y cuando estemos adultos y miremos el pasado, entenderemos por qué hacemos lo que hacemos, pensar de manera revolucionaria, sin entregarnos del todo a ese Gran Otro, que nos impone su ley. Espero no perderla de vista nuca, porque me regusta contemplarla como ideal literario. Tanto tiempo sin verla, tantas palabras obviadas, y, desde luego, tanto licor desperdiciado. Ya nos más borracheras, ni más de esos juegos tan bonitos. Ya no más chango vomitandome.  Solo nosotros frente a la vida con la equis distancia de lo que el Gran Otro espera de nosotros. Y es tiempo de servirles con algo productivo, el Gran Otro no necesita de pensadores, necesita de digitadores y técnicos. No queda más que integrarnos a esa sociedad, porque renunciar no es parte de nuestros ideales, Belem. Mejor sería fumarnos un porro, como en esos tiempos, Belem, cuando nada apremiaba y éramos simples.

lunes, 26 de marzo de 2012

Tú: tu recuerdo y yo en este valle

La vida es bella.Y he demorado mucho en asimilarlo. Y he demorado mucho en aprender a quererme. Estoy curado, es cierto, y ahora puedo curar a mis yos y estar en paz conmigo mismo y los demás. Ya estoy apto para querer y dentro de unos meses dejaré los medicamentos para iniciar otra terapia, una de reinserción a la sociedad y aceptación de los procederes a pesar de mis renuencias. Fui un antisocial del tipo autodestructivo. Y no me jacto ni me averguenzo, porque es hora de colocar el pasado en el pasado y el presente en su lugar. Y que estos días que viene tienen que ser promedios y alegres, con una sonrisa enfrentaré el día a día, porque gracias a las palabras de la doctora Villa, al apoyo moral de tu recuerdo, al cariño fresco y empático de Esther, a la amistad de Pittman, he aprendido a vivir la vida sin hacerme daño ni hacerle daño a nadie. Estamos en la vida para una sola misión, la primigenia misión que Dios nos encargó: ser felices a cualquier precio. Sobrellevar las penurias y las emociones con tino y ahínco, y, sobre todo, apego por la vida. Nacemos y crecemos por ideales. Y soñamos con hacer y perdurar nuestras fungibles vidas. Disfruto de mi carrera, mi eterna pasión con las letras, mi gozo con la literatura. Y repito que quiero poner las cosas en su lugar, el pasado en el pasado, el presente en el presente, la poesía en tu boca, la moral en mi cabeza y la pasión en tus besos. 

A veces me siento a tomar un café, miro el parque de Miraflores y me parece recordar el chico que fui, lleno de complejas dudas, atormentado por su inmadurez. Todo ha cambiado, mas en mí persevera el ansioso afán por perseguir los ideales, por cremar mis idilios, por ser feliz y por amar. Y ahora soy feliz, y recuerdo, y también lloro, también me amargo y sufro, pero ya no me desespero y tomo las cosas con madurez y calma. Asumo la cosas porque son.Tú también has cambiado. Y nuestros éxitos son paralelos. Yo sé que disfrutas, yo también disfruto, Yo sé que triunfas, yo también triunfo. Pero yo dependo de tu recuerdo y de todo lo que enseñaste para triunfar. Tú aprendiste de la vida, yo tan solo te enseñé ese lado sublime que algunos desesperados por el amor e inmaduros con el ego recortado pueden canalizar de la forma más endeble y sin miramientos ni remilgos.Tú me ensimismas desde el pasado. Y yo sé escribir esas vivencias e interpretarlas a mi realidad, que estar lejos, pero mirar hacia adelante, por si algún día me animo a llamar a ti casa e invitarte a salir, ten de por cierto, que me faltan los cojones para hacerlo. Lo más probable, y eso es cierto, es que espere que alguien llegue, me quiera, se aburra de quererme, se marche, me ponga triste un tiempo, piense en ti, y el destino nos una otra vez, como tú propusiste, nadie sabe qué pasará en el futuro. O puede suceder todo lo contrario. Puede que alguien llegue me ame, y yo la ame, no como a ti, quizá más o menos, y seamos felices por siempre.Y entonces tú vivirás en mí, como recuerdo, recuerdo hermoso y serás mi musa, mi mujer ideal. Por ahora eres la dueña de mis intoversiones. Y estas son las delaciones de mi corazón

jueves, 15 de marzo de 2012

Tan lejos y tan solo

¿Cómo estás querida? Tengo esposa e hijos...
De vez en cuando hablo con ella y hasta hacemos el amor...
No es que quiera molestarte, pero me es imprescindible 
sentarme en un café, y soñarte un poco... Y tal vez amarnos...


Las horas son nuestras innegables torturas. Yo lejos de ti, como un tormento a solas, me depuro, y no arrullo esperanza de que vuelvas a mi lado. Y sin embargo, siempre pienso en ti. Tengo la vida hecha de recortes de periódicos, de azulejos que robamos de la Iglesia de San Franciscos. También me componen irremediablemente hablando, los blandos púlpitos secretos en donde conferías tus votos de silencio, ante mi dominante cariño. Y eso ero vasto en nosotros, que éramos como dos niños que apenas si sabían quererse a sí mismos. Claro, que cuando yo dejé la infancia y entré a la niñez, tú ya eras una adolescentes de lentes y cabellos castaños. Y eso era la vida para mí: contemplarte sin el menoscabo, ni la superficial idea de perderte un verano. Cuando los olmos florecieron, grande fue la lluvia, las toneladas de dolor no suplieron el trajín por el que casi me muero. Y una y otra vez y más veces, llorando y rapto, oh, Proserpina, oh, Helena. Y tú disgustabas mucho del silencio clemente que nos imperaba como dos coágulos. Mira, yo aquí feliz de haberme encontrado, capaz de ser feliz yo solito. Con la resolución más importante de estos días, que es imperar sobre las nostalgias que nos disparan a estratoféricas tristezas. Tú y yo nos vamos distinguiendo del tedio y la rutina, por un lado sobresales de mí corazón, como una protuberancia que cobra certeza en cada respirar. Formas parte de mi ser. Por eso formas parte de mi corazón, aledaña a mi alma, pervives como la historia de mi confianza en la vida. Viajas por mis venas con una premura de ángel. Y yo todavía no sé olvidarme de tus ojos pardos, de tus lentes caprichosos, ni de tu cabello castaño, que, intuyo, ya ha crecido. Y has adelgazado, me cuentan, eso quiere decir, que la esbeltez de esos días, cuando la duda y la soledad nos asolaba, han vuelto. Es decir, que estamos como al principios, tan solitos y tan lejitos. Separados por una río de asfalto y estas mis ganas de no atreverme a buscarte, mi amor. Mi amor, mi musa, mi vida...

lunes, 12 de marzo de 2012

La flor herida

Tú no eres una flor. No eres soberbia envejecida, ni hastío del tiempo reluctante. Eres la jovencita de lentes, con miopía y piel clara, de la que me enamoré allá, por los años del egoísmo y del tabaco. 
Tú no eres un ángel. Eres tan terrenal, con tus pecados y tus vesanias, pródiga de virtudes, prolija en defectos, con tus insanos comentarios, y la boca hecha de miel, que a veces sabían a amargura del tiempo y de la frustración hechas trajines. 
Tú no eres una flor. Las flores se marchitan, tú rejuveneces con el día, y te levantas de tus escombros, de estrambóticas situaciones, eres luchadora; aunque en ti, la luchadora social que conocí, esté dormitando, como el pasado que vamos dejando. 
No eres pasado, eres presente. No eres presente, eres ausencia. Y del tiempo, eres los minutos muertos. Y de mi memoria, los preciosos recuerdos. Eres amor eterno, cándida luna que acompaña mi soledad. Y si estoy solo, no es por menosprecio a la sociedad, es para evitar contaminarme de los demás. No eres luchadora social, ni siquiera simulacro de guevarista, ni siquiera burgués teórica; por el contrario, una apacible dama, el común, parte del resto que desea ser feliz, en su virtud, gracias a la manipulación de su inteligencia y en provecho de los demás. Eres una linda sonrisa, que todavía sabe atraparme, que todavía sabe sonrosarme, que todavía sabe ensimismarme, que todavía sabe inspirar líneas. Y tus palabras son tósigo; y ante eso, ya estamos entendiendo, el mecanismo de la maduración: no necesitamos a nadie para ser felices, nos necesitamos a nosotros mismo, porque somos suficientes para ser feliz, el uno, lejos del otro. Pero qué lindo sería coincidir contigo, otra vez...
Tú non eres mujer feliz. No eres una flor. Eres mujer herida, mujer dañada, una flor de pétalos rotos, de inspiración roída, de raíces podadas. Mujer que padeció martirio, esclavitud y vivió presa de mis suicidios.

Y el tiempo se encarga de borrar las estatuas que fueron hechas de arena. Y también de evaporar los océanos de lágrimas. Particularmente, de ayudarte a formular el olvido selectivo. Y entre ellos me voy yo.

Yo no soy un galán. Yo te hice mucho daño. Y no hay tiempo para remediarlo. Ni siquiera nubes que apoquen mis huellas alevosas. Las primaveras han huido de mi boca. Yo no soy guerrillero de tendencia guevaristas, soy otro teórico, un revolucionario de escritorio. En eso sí que nos parecemos, somos tal para cual, en ese sentido estricto de la realidad. 
Yo no soy un caballero, no lo fui siempre. Aprendí a respetar a los demás, cuando aprendí a respetarme un poco. Cuando supe qué es eso que llaman autoestima y caminé solo. Y decidí ser feliz, con o sin ti. Y hay tanta gente que quiere ser feliz conmigo. Y yo empecinado, en se feliz para ti. Y la cosas no son así. Soy feliz, y no necesito a nadie de quien dependa mi felicidad. Somos autosuficientes. Recuérdalo, cuando marches sobre la burocracia y te confinen a un escritorio y depuren tus ideales.
Y ahora eres la jovencita de lentes, a la que dejé llorando en Barranco, la que me rompió el corazón para siempre, segundo antes que te marches con él. Eres mi piel, mi musa. Eres los ojos heridos que quiero curar. La luz que quiero enamorar. La épica lucha que quiero terminar. Si te quedas acá, en el pasado que pretendo dejar, espero no tener que añorar en el futuro lo feliz que pudimos haber sido juntos. O las grandes cosas que pudimos construir con un poco más de tino y madurez.

Te vas quedando... Pero sigues y seguirás siendo mi musa, mi reina, mi amor. Y la flor herida que siempre se puede reponer de sus escombros

sábado, 10 de marzo de 2012

Hombre que mira a una mujer

Llueve, ¿cierto? Y aquí se respira tristeza. Todavía soy incompetente en ese sentido. Toda la felicidad que acaparamos se va con las gotas de lluvia. Por la tarde dormíamos juntos, respetando nuestros anhelos y nuestras causas comunes. Quiero ser como tú, dijiste, dormitando todavía. Y te propuse si no podrías ser más altanera. Pero, claro, tú desconoces de eso. Das el todo por el todo, y yo todavía sigo siendo un chico malo. Ciertamente, y eso es un axioma, no me necesitas para ser feliz, ni yo a ti. Podemos ser felices por separados, tenemos esa capacidad y esa ganas que Dios en compensación nos dio. El que creas que eres feliz conmigo o yo contigo, es solo superstición; tan solo tenemos la grata coincidencia de coincidir en este instante de felicidad que nos creamos. Pero que compartas tu felicidad conmigo o la mía contigo, eso es otra cosa, una más sencilla y acústica, como para oír mientras nos vamos quedando dormidos otra vez. 
Sabes-que-te-has-hecho-mayor


Te aburres de mí y te vas a dormir, o eso cuentan los periódicos de mañana. No sé retratar mi arrepentimiento ni dibujarme pueriles ansias de ser niño bueno. ¿Por qué no saludaste a nadie en el día de la mujer?, te preguntaste mientras colocábamos la cortina en su sitio. Con qué cara puedo celebrar este día tan nominal y delicado, si yo mismo he herido a una mujer de porcelana y miel. Tú misma has sufrido un rato por mi oposición y mis frustraciones, mis diligencias por apartarme lo más posible y oír la sinfonía de mis pensamientos. Me desgasto de sangre y llanto. Ahora mismo lloro, y esta lluvia de mis ojos no emula la de afuera, porque no pretendo despertarte ni asimilarte como otra. Solo quiero que entiendas que estuve loco, pero ya cambié. Y que ahora soy inofensivo o estructurado de mucho más papel. Yo te amo. Y si en la tarde no te dije nada al oído, mientras dormías, era porque dibujaba acuarelas de tu belleza en mis pensamientos, para que un día no muy lejano, tú entiendas que no nos necesitamos para ser felices. Somos autosuficientes, somos incipientes. Yo mismo he cortado el velo, he roto el cristal y he desaparecido con los primeros días del año. ¿Por qué me necesitas entonces si puedes ser feliz sin mí, si las cosas te van mejor desde que no estoy a tu lado? Te necesito para tener con quién compartir esta alegría. O para que el curso general de nuestras vidas siga yendo mejor que antes, porque, ciertamente, hemos madurado, aunque entiendo que te hayas vuelto algo arisca. Ahora duermes, y no haré ruido para que te despiertes y me prestes atención. Yo solo quiero tus ojitos cerrados y no terminar esta admiración.

jueves, 8 de marzo de 2012

Primeros pasos para ser escritor de verdad

(Discurso de mañana en la premiación del concurso de cuento y poesía Un millón de razones para escribir)

A C, ausente en mi mundo,
presente en mi corazón

Hasta ayer fui solo el chico que se sienta al fondo del bus, en el asiento más lejano, el asiento que nadie quiere, tan solo para poder estar a solas con sus pensamientos, y estructurar narraciones de una posible novela. O el que transita Lima observando edificios de belleza colonial, decorando sus ojos con las volutas y los hermosos capiteles de las imperiosas casonas limeñas. O el trasplanta mundos cotidianos a realidades que le competen a su yo herido. O el soñador empedernido que todavía quiere retroceder el tiempo para cagar las cosas un poco menos. O el chico triste que ni un solo día deja de pensarte. O el tímido colega que se apresta a saludar cuando ve a una autoridad en su frente, y, sobre todo, elocuente en el arte de ser cordial. O ese que se pasa horas leyendo temas que otros consideran pueriles, y se documenta tan solo para escribir un miserable párrafo de una extraña novela. Hoy dejé de ser solo eso.

Y mañana, pasado el medio día, cuando reciba el premio de manos del alcalde, en el momento del discurso, maldita sea, te tendré atravesada en el corazón, porque no habría llegado hasta aquí sin ti. Eres la razón de mi poesía, eres el porqué de mis letras. Ese premio te lo debo a ti. Es tu premio. Nuestro premio. Desde mañana seré un escritor de verdad en sociedad. Mañana, vestido elegante y en compañía famélica pero reincidente, podré decir desde mi corazón: Gracias, este premio te lo debo a ti. Es mi primer premio. Y eso me alegra. Me voy haciendo escritor de a poco, un escritor de verdad, que tal vez descubra del todo la verdad que guarda dentro de su inaccesible ser. Y las introversiones, por supuesto, tú me las regalaste. Yo a ti te debo eso: la capacidad de sublimar, de escribir teorías y mencionar alternativas de la realidad. Tú me enseñaste a amar y a vivir. Desde mañana mis empeños por sobresalir y reconquistarte han dado un paso gigante, porque ya soy escritor para la sociedad. Me hubiera gustado que lo recibas conmigo. Mi premio, el que de verdad quiero, es una cita contigo, una cita especial. Gracias por todo a todos. Y a ti, por existir, sin ti no habría poesía para mí. Eres mi musa, mi reina, mi amor...

lunes, 5 de marzo de 2012

El origen de los lunares

¿Has notado las manchitas rojas que nos va dejando el olvido?

Todo empieza con la inefable pena. Al principio de los tiempos esas manchitas eran heridas que no cicatrizaban, eran cortes rectos que expelían llanto e irradiaban muerte. Con el paso del tiempo, una lánguida capa de desaforados recuerdos, otras tristezas opacas, pero insuficientes, recubre la herida y le da un aspecto de cicatriz queloide. Entonces interviene la sublimación, la ayuda de los amigos, el empeño por sobresalir, la obstinación con la mala sombra, y, por supuesto, la química. Cuando esos sucede, la cicatriz queloide, que en el principio de los tiempos era una herida abierta, se transforma en una llamativa marca nacimiento. Y pasan las eras, pasan los tiempos, con sus respectivos imperios, con sus respectivos infiernos. Y sale el sol, un sol que no sabe evaporar, a pesar de ello, millones de lágrimas. El recuerdo se hace desgracia. Interviene el olvido. Y el olvido viene de todas partes, pues hasta dios se olvida de uno, y principalmente te olvidas tú de mí. Toca ser recíproco, pero no haraganes ni hostiles. Simplemente solidarios en la marcha y marchitos en el tiempo, como dos margaritas que fueron deshojadas. O tenues tormentas que rompen sueños y recortan imágenes absolutas. La nostalgia otra vez. El añorar las cosas que se van dejando y las que personas que nos van dejando. Y todo el llanto vertido en ese proceso de olvido, deja en la piel esas manchitas rojas de las que te hablé, y que he notado mucho en tu espalda, y en tu cuello, y en tu vientre y en tu rostro. Siguen pasando las eras, una revolución del tiempo, el corte y queda de la última escena, ese es el recuerdo más fresco, exactamente tu llanto antes de que te fueras con él. Y ese llanto yo te lo provoqué, no me ufano, pero me gustaría remediarlo. Sonrisas por los siglos, estertores de muerte en las noches, argucias para disimular el desamparo en sociedad. Y tus manchitas rojas, las que yo empiezo a tener, se tiñen de azabache. Y se hacen lunares negros. Y tienes más lunares oscuros que yo. Cada lunar negro es un momento feliz, en el principio de los tiempos, y quiere retratar tu éxito en el proceso del olvido. Sin embargo, también noto que tienes lunares que no son ni rojos ni negros, más bien marrones. Quiere decir que todavía no olvidas algo. Al parecer como tu primer novio no lo hice tan mal. Y eso que tú eres mi primer amor de verdad. Y he de reconocer que ahora tienes más lunares que antes. Tal vez ya vas olvidando todo. Y lo haces muy bien.
Ahora que ya sé el origen de los lunares negros, no quisiera jamás ya que me salga un lunar, porque, demonios, no te quiero olvidar. Pero ya empezaron a salir manchitas rojas en mi piel. Blandiré tu recuerdo hasta el momento en que el tiempo se canse de trascurrir y otra vez sea el principio de todo. Contigo o sin ti. Te amo, aún y aun. Con él o sola. Siempre seré el turista en tu cabeza.

jueves, 1 de marzo de 2012

Barriletes de mi corazón

El mayor sacrificio de amor no es quitarse la vida por alguien que amas; el mayor sacrificio es entregarle la vida a ese ser que amas. Yo no te entrego mi vida, para qué la querrías, y eso no quiere decir que no te ame. Te entrego poesía, por si sabes valorar lo que te escribo. 

El olvido toca la puerta y hace sentir sus dedos fríos en mi espalda. Recorre con el pulgar mi pecho y te ausentas un rato de mi memoria. 

No soy el mejor, lo sé, y eso no es humildad, eso es sinceridad. Si quieres humildad puedo decir que mi amor no es el mejor que podrías conseguir; pero sí que nadie te podrá amar como yo te amo, tan sincero y desnudo, con el corazón hecho jirones, pero firme y deseoso de cumplir cada una de sus promesas, como lo voy haciendo hasta ahora, en secreto para que todos lo sepan. No son los versos los que dan fe del enamoramiento, son los latidos del corazón.; siempre sé que estoy enamorado cuando pienso en ti y mis latidos aumentan, las pupilas se me dilatan y el deseo por vivir es intenso.

La depresión toca la puerta y hace llover en mis ojos. Desbordo tristeza. No necesito consuelo, soy capaz de reponerme con mis propios sueños.

De todas maneras me alegra ser una de esas pocas personas que puede expresar su ideación sin remilgos. Lo que no me agrada, y tú lo sabes, es que soy algo inseguro; pero ya no en el amor, más bien sobre la imagen que tengo de mí, tengo un concepto errado de lo que soy yo; porque tal vez soy más de lo poco que creo. Y cuando asuma eso como un axioma, podré irte a buscar, claro, si es que tú decides recibirme. Me enteran que sufres. Cuando te hartes de sufrir por amores de un rato, dame una señal, porque yo sé perfectamente y al pie de la letra que puedo hacerte enteramente feliz. Si no te busco es porque mi inseguridad, la autoimagen y ello, y también por que quiero que entiendas que nadie podrá amarte igual que yo. Tuve mis errores. Hice muchas tonterías, pero no valoras mis logros ni mis introversiones. 

La vida se hace de escombros, pero no de olvidos. Yo quiero hacer una vida, pero no a raíz de olvidarme de los escombros en que me dejaste. Sé que podemos mejorar esta distancia, hacerla ínfima y separar la desgracias de las sonrisas. No sé a ciencia cierta si soy del  todo bueno, pero soy buen estudiante, buen trabajador, amante de la justicia, probo en buena medida, y hartamente lírico. No sé si valga algo eso en el estándar tuyo. Tengo un lado dormido. Y es que desde que fuiste no he podido amar a nadie. Y hay indecisas dementes que me amaron, elucubrando tiernamente que yo era el hombre que ella esperaba; pero yo no pude corresponderles como se debe. Sinceramente, se debe a que no puedo amarlas porque mi corazón te pertenece. Y esos días, en cambio, tapizados ahora como recuerdos, son solo míos. Y por ello se debe a que escriba. Mis amigos me dicen que te olvide, que escriba de otras cosas. Y les hice caso a medias. No te olvido; pero en cambio me dedico a leer libros sobre las dictaduras militares, novelas políticas y ensayos socioeconómicos, para poder fecundar una novela que te guste, aunque tal vez no puedas leerla. ¿Qué puedo decirte que no sepas? Ya no me lesiono, tengo rango, "respeto", peso y "comodidad" en mi trabajo. Qué más. Que te amo lo sabes. Que no te olvido lo sabes.Que a veces todavía lloro por ti, eso no lo sabes...

La nostalgia toca mi puerta. Te extraño. Ojalá podamos hablar. Y espero te guste esta canción, la cual deberías escuchar mientras lees esto que te pertenece, porque eres mi reina, mi musa, mi amor.