domingo, 3 de marzo de 2013

Asco de tiempo y una historia de locura fingida

A las personas que son mis amigos,
porque tengo la fortuna de tenerlos

A Martín, lo siento, pero de alguna
manera tienes que entender

I

El origen de tristeza que cargo siempre, no solo se remonta a hechos frustrantes escenas amorosas a las que me voy acostumbrando. Tras el meollo, como una nube, está el conflicto de mi mente con la de mi época. En el trabajo por ejemplo, debido a mis acciones peculiares, a mis palabras extrañas y a mis ideas sueltas, me llaman extraño, loco, raro o tonto. Vanessa, en su inmensa inocencia, se percato de lo que la ciencia sospechaba, pero no se animaba a decir. Ella, aunque un poco afiliada a pensamientos pre científicos, afirmó que yo soy reencarnación, porque este no es mi tiempo, que por mi forma de pensar y mis gustos y mis palabras yo nací mucho antes, en la flor del conocimiento. Y eso aunque no tenga valía científica me parece que, a la vez que tierno, expele una sonrisa irónica. Tal vez sí, este no sea mi tiempo. Vivo rodeado de gente que no puede entenderme, que me deja hablar y se guarda la sonrisa, para no decirme que hablo idioteces. No es que hable idioteces, es que Lacan es así de complicado, es que Zizek tiene esos pensamientos, es que Foucault me interesa, es que Freud plantea eso, es que me apasiona la literatura y ustedes no pueden comprender mi postura. 

Solo hay dos lugares en que esta angustia se disipa y me puedo sentir calmado y comprendido: es en la universidad, en las clases de Literatura que en San Marcos se imparte, y en el consultorio de la doctora Villa. En esos dos lugares mi personalidad se siente comprendida, y mi conflicto con el mundo pide tregua. No he encontrado fuera de estos lugares a personas que se interesen por la cultura. Tal vez sea mi misma condición social: soy un clase media y tengo que trabajar para estudiar. Lo poco que gano lo invierto es libros y estudios. No he conocido a otra persona como yo, que viva triste porque se equivocó de época. Me hubieran gustado los años veinte, la belle epoque, o los sesenta. Y tal como le dije a Romina, formar parte de un grupo guerrillero, de esos que estaban de moda, y hacerme matar en el monte, en vez de querer morir en la ciudad. Muchas veces pienso en qué sería de mí si sigo aquí. Probablemente un día me levante con más tristeza, flemático y no tenga piedad conmigo. Y así pondré fin a esta vida...

Yo no pertenezco a esta época. Y con los problemas mentales, peor. Me discriminan muchas veces por ser como soy: un rebelde, apasionado, ilustrado de intoversiones tristes. Me siento incomprendido por las personas que me rodean. Es que soy espécimen que nadie puede entender. Por eso escojo bien a mis amigos. Ellos, mi amigos, son gente que habla de lo mismo que yo y nos entendemos. Pero no siempre están allí. Yo quisiera alguien que me entienda, qué sepa mi idioma y no me tome por loco. Yo quiero que me borre esta pena, y que me lleve en su mente siempre. Quisiera curarme de todo

Pero como nada es perfecto... Creo que estoy condenado a vivir en esta época, incomprendido por la gente que me rodea. Tal vez un día abra los ojos y despierte en los sesenta, y tan solo había sido sedado para curarme una herida de bala, y todo esto que vivo es un sueño: extrañare a esas personas lindas Esther, Pancha, Tania, Patty, Carlos, Pittman, Romina, Vanessa Azul que intentaron comprenderme, pero tal vez mi díscola efervescencia, mis bochornosa forma de ser o mis evitaciones las alejaron e hicieron que desistieran de su vano proyecto.

II

Martín es un personaje en esta serie. El supone una locura, pero lo hace mal, pues hasta un demente como yo se ha dado cuenta. Y esta palabras son para él: Cuando veas que tu mamá se vuelve vieja de tanto llorar por hacerte el loco sin serlo, cuando te canses de fingir y te des cuenta que la vida normal que tienes no está del todo mal, allí entenderás que el hacerte el loco, el paranoico, el enfermo, no es para ti, tú eres más sociable que yo, y hasta tienes amigos mejores que yo y más, no debieras aparentar ser quien no eres, pues no es nada lindo estar loco. 

Él es de esos jóvenes que pierden la brújula y creen quieren ser diferentes. Unos escogen ser emos, otros metaleros, él escogió estar loco. Sí es cierto que eso te hace diferente a los demás, lo cual es un crimen. Pero, también es cierto que finge mal su papel. No soy el úncio que se ha dado cuenta, por lo que no hablo desde mi subjetividad. Sus comportamiento es el de un ser normal, un TOC no hace lo que él hace, sus rituales son complicados, en él todo es simple: los TOC son inteligentes, él tiene apego por lo no científico o es que su inteligencia se orienta para un rumbo no práctico. Dice que tiene accesos de paranoia, pero se le ve tan fingido, actuado y ridículo. Un paranoico no se porta como él, lo sé porque he visto muchos y lo sé porque muchos me han visto. De esto puede dar fe en bueno de Carlos. Si fuera borderline, rechazaría lo TOC, pues son enfermedades no concomitantes. Se interesa por las drogas, no que las consuma, pero dice que ha probado drogas auditivas: le pedí cuál, no recuerda, cómo lo consiguió, se paga. ¿Pudo pagarlo? ¿Así de sencillo? Estar loco es para expertos y sentimentales y genios. Disfruta tu normalidad, las personas normales también destacan, solo que no fingiendo estar loco. Vas al psiquiatra está bien, pero deja de presumir tu enfermedad, como diría Belem.

Disculpa, te estimo, pero tenía que decírtelo para saber que te dejarás de tonterías y harás las cosas bien. Otra cosa, los TOC y los paranoicos tienen mucha energía, si en verdad eres algo de eso, úsala para el trabajo, no para hacerte el loco. Lo que puede ser es que seas histriónico o narcisita, un poco de humildad no te vendría nada mal. Piensa en los demás, deja de ver fantasmitas, cosas de locos, porque no lo eres, recalco, y preocúpate por la sociedad. Hazte una carrera y destaca. A veces quisiera ser tan normal como tú, pero es esta inopia que no me deja. 

Un abrazo