sábado, 31 de diciembre de 2011

Los que se van

Y es así: cojo mis maletas y camino derechito a la mierda

Una energía remota me recorre el cuerpo, me hace levantar y etiqueta mis lágrimas por intensidad. El sol renace de una era de deshielos en el corazón, mientras de este lado del hemisferio se vierten millones de litros de memoria. Como si a alguien le importase mis verdades gangrenosas. 

        Las personas que quiero se mueren o las pierdo o me dejan siempre

Llueve con intensidad inusual en mis ojos, mientras cargo el féretro de una era de luchas. En su interior yace un cuerpo poseído por el olvido y el olvido le consumió la memoria, pero el sentir no. Y dentro de un rato, cuando lleguemos al vacío eterno, podré decir: "Con usted he cumplido".

        Las personas que quiero se mueren o las pierdo o me dejan siempre

A diferencia de tus ímpetus, no se trata de persistir en la memoria; es más bien una cuestión de filosofemas y raídas empatías que nos trae la vida. Y de repente, cuando abrimos los ojos ya no tenemos compañía, ni candor en las venas, solo esta melancolía para que no te mueras.

        Las personas que quiero se mueren o las pierdo o me dejan siempre

Se me evaporan las ideas. El sol se bebe mis lágrimas. Mi corazón furioso blasfema contra tan inmutabilidad de El Creador. Mírame, Dios, aquí tan triste y Ud. desde hace mucho que es mero contemplador. Y yo todavía no sé por qué hace las cosas. Todavía no sé por qué me deja sin sonrisas.

        Las personas que quiero se mueren o las pierdo o me dejan siempre

Las evasiones son siempre las misas, una tras otras, y el cielo se hace piedra. Atraviesan los corazones un viento golfo que inunda de mierda los ojos. La gente llora al caído. La gente se convence que se va. Y ella, su compañera de toda la vida, si quiebra, no está hecha de piedra.

        Las personas que quiero se mueren o las pierdo o me dejan siempre

Y yo la miraba con ojos nublados, con sonrisa rota, con corazón destrozado. La miraba con cariño. Siempre nos toca perder. El sol impertinente sonrío macabro, bebiéndose la clorofila de las plantas, obligando a las personas a huír. El clamor divino nunca se escuchó. 

        Las personas que quiero se mueren o las pierdo o me dejan siempre

Un ángel azul se posó sobre el pabellón, mostrando futuro, mostrando condolencias. Los ojos infieles desde otro lado, compañeros de batallas, rompen sus llantos y delirios contra el mar, para no hacerse notar. Y se puede ciertamente a viva voz: "Señor, con usted hemos cumplido"


viernes, 23 de diciembre de 2011

Retórica del olvido

Oh, mi amor, mi amor,
a pesar de las circunstancias 
y las orondas distancias,
del llanto que te rompe el corazón
y de la frustrada agonía del tiempo,
necesito saber si piensas en mí...
...como yo a veces pienso
en esos días cuando era para ti.

Y tus noches deben ser tan tristes,
querido, esas noches rotas y muertas,
en las que te consume la pena.
La Luna no sabe que resistes
porque tu corazón adolorido
siente por mí, como en ese instante,
la primera vez que nos hemos querido,
el eterno fulgor del mar y el recuerdo constante.

Sé que has estado solo un largo tiempo,
y has sufrido esta separación como una muerte,
pero siempre es hora de reponerte,
yo hago mi vida lejos, muy lejos,
donde tu amor ya no me abriga,
ni tus brazos me encienden
pero siempre, aunque no te lo diga,
en esos momentos vacíos pasas por mi mente.

¿Aún eres mío? ¿Aún lo eres?
Me cuesta entregarme a ese hombre.
...Es de repente porque extraño tu amor...
Dime, ¿has estado con otras mujeres?

Oh, mi amor, mi amor.
El tiempo pasa, el tiempo no perdona,
pero tu recuerdo no me abandona.
¿Cómo ayudarte a superar este dolor?
La vida es el camino,
los destinos los muros que nos separan.
Ha pasado tanto tiempo y en el vacío
te das cuenta que para ti no cambia nada.

Y yo me aflijo cuando pienso en ti,
haberte amado devotamente,
y en un instante, mira, me heriste de muerte.
"Espérame, espérame", ¿ahora piensas en mí?
Sé que me recuerdas cuando escribes,
y que haces otras tantas cosas,
¿aún eres mío? Todavía sueñas que vives.
Extraño tus caricias, y a veces tu boca.

Dime, ¿las flores siguen creciendo por nosotros?
Necesito saber si piensas en mí,
si rehaces tu vida, si ya puedes ser feliz,
si tomas tus medicamentos, si eres otro.
A pesar de las distancias absolutas,
un segundo al día siquiera
pienso en tu personalidad ingenua,
y a veces suspiro, porque quisiera...

¿Aún eres mío? ¿Aún lo eres?
Otro hombre me ama, tal vez no como tú,
pero me respeta y me entiende, es amoroso,
¿Has estado con otras mujeres?

Oh, mi amor, mi amor,
olvídame, olvídame pronto, pronto,
rehaz tu vida, recupera el brillo de tus ojos,
conoce el mundo, sé libre, lo deseo de corazón.
Te va mejor sin mí, así estamos bien,
pero no sé qué pasará en el futuro,
si tus labios volverán sobre los míos
a posar su calor y hacerme feliz, querido.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

Esas que pueblan mis noches

Se debe principalmente a la falta de cariño y autoestima, no sé cómo empezar a lidiar con esa pujanza; pero desde que probé los primeros labios, los siguientes llegaron como una avalancha a poblar mis noches con sus estructuras multiformes a fisurar la melancolía. Ellas, las que me visitan o las que visito al salir del trabajo, son varias, innumerables, algunas son agradables, pero otras son muy falsas, desde que estoy con ellas, prefiero la rudeza y la ternura. Hay una especie de ruina entre sus piernas, cuando se entra en ella, la sangre se congela, o empiezas a convulsionar. Y la noche se puebla de pájaros negros que anuncian tu muerte, una lenta y cruda. Pero superponer a ellas sobre la que es real, es suicidarse, escapar de la realidad, huir. Las montañas tiemblan, y el cuerpo se paraliza y la mirada rabia, las voces interiores en completa cacofonía se ordenan para producir una cruda sinfonía. En masa se masturban pensando en el ideal de bien. Las estrellas que guían tu camino se ocultan, ¿será por qué ya llegaste al final de tus andanzas o que estás triste y abandonada? Y la cruda decisión de cortarte la vida oscila en tu cabeza, como una mariposa negra que anuncia el final de tu película. Pero recurrir a semejante desidia es una tragedia épica, hay tantas cosas para aferrarse a la vida. Y estás ahí parada bajo la tierna mirada de Dios, bajo las nubes que lloran, y el descarte y la miseria y el corazón hecho mierda. Derechito te vas al infierno porque el Paraíso en esta tierra es la muerte, donde ya nada cuenta, ni tú ni yo, ni Dios ni el Satanás, ni siquiera las musas que ocupan tus noches.

Un abrazo tuyo no me vendría nada mal

Y me rindo con la soga al cuello, en el momento álgido, y potroso, terrible, inerme me doy asco. Y viene viene viene viene viene una noche sin estrellas y sin luna, pero salirte de sus piernas, de esas que pueblan las noches, es una oportunidad que no alcanzas a tomar, porque el amor es una farsa, solo se ama una vez en la vida y ya te tocó la puerta el amor. Ahora convives, ahora sueñas, ahora duermes con él, y yo duermo con ellas. Porque tirarse a alguien sin amor es mucho más placentero que tener que engalanar a alguien y esperar los tantos meses para que acepte irse a la cama con la muerte. Desde la tribu que rodea, ellas salen gritando horrores, y consumen tus energías, y se tragan toda la leche de tus senos flácidos, informes, y el sol se infecta de lágrimas, para que sea plausible vomitar toda esta mierda que reemplaza tu sangre y tus ideas merman la soledad, te creas amiguetes y te acompañan en tu vacío retórico. Miro al cielo y blasfemo: Por qué siendo tan bueno, me pasan las cosas tan malas. Despierta la revolución. Estamos ahí parados sosteniendo el arma, y las piernas de esas que pueblan mis noches, contienen los embates de la frustración, y al intentar sodomizarlas, el cuerpo pide por favor, pero ya no hay amor para consolarte. El mundo es tan poco, o menos que una lágrima o el denso semen que desborda en los muslos de aquellas fantasías. Y la tristeza otra vez pudriéndote en vida, pero tú convives, vives con él, y muy pronto serán tres.

Un abrazo tuyo no me vendría nada mal

martes, 13 de diciembre de 2011

Una temporada en el infierno

Esta vez no fue por intento de suicido y andar conversando con un perro loco llamado Albertino, esta vez, ya lo veía venir, fue porque andaba muy triste, afligido y nostálgico, pintando en las paredes y llorando todo el día por esa mujer de mis pesadillas y ensueños. No hubo fuerza ni forcejeo, fue medianamente voluntario, porque tenía que descender a esas latitudes, estar entre tanto loco, para comprender qué es lo que me pasa. Y esas horas malsanas, investidas de la mediocridad y la dejadez de los gobernantes, sentado y temblando de frío, mientras veo desfilar a esas hormiguitas llevándose a la cucaracha muerta, mientras veo a los pacientes perder la paciencia en mitad de un desaforado grito de locura incandescente, que sabe exhorbitar a los enfermeros, quienes corren ávidos a golpearlos, mientras lloro y me hago un corte con la cáscara de las paredes, a esa hora yo todavía entiendo que la vida es un pleito, y que estar medio secuestrado, confinado a ese maloliente pabellón 4, rodeado de otros, entiendo que la vida tiene que cambiar, y que tuvo que pasar esto tan desastrozo para que yo entienda cabalmente que sí la amo. Las lecturas que hice de Owen, Saint-Simmons, Tristán y un ilegible Hegel, me ayudaron para formular esta arenga: "Pero adelante, dejar de ser teóricos, parlanchines y hacerla, porque la revolución no se hace con palabras, se hace con acontecimientos. Exacto, pero antes de concientizar bueno sería prestigiar la tan desprestigiada idea de revolución, tal vez presentando sin edulcorantes esta idea los trabajadores se unan con nosotros, con los revolucionarios, prometerles, jurarles que la revolución es para ayudarlos, no para matarlos". Y esta vez en definitiva cambiar el mundo, no para mí, mi mundo ya esta roto, descompuesto y fuera de sí, sino para esa gente que en verdad se equivocó, una vez más, en elegir a su gobernante. Ollanta, no me provoques. 

Dejaré el egoísmo por el altruismo, el ensimismamiento por el trabajo social, la dejadez por la acción, el silencio por la revolución y el llanto por la lucha.

Vuelvo, aunque enamorado, loco y obcecado, me permito desinflar las penas, dejar de lado las musas y ayudar a los demás.

Una temporada (más) en el infierno me valió para recobrar las riendas de mi existencia.

Gracias, doctor Victor Larco Herrera.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El autobús

Espero al amor como se espera el autobús. 

Me siento en la banca y apoyo mis codos en mis rodillas, adelanto un poco el cuerpo y estiro la cabeza para mirar mejor hacia la dirección desde donde vendrá mi bus. Los pájaros vuelan formando bandadas simétricas. La gente camina de a dos. Y el viento sopla como una melodía. El sol se coloca en el cielo imperante y absurdo. Saco mis lentes de sol y un sobrero de alas cortas. La gente sigue pasando sin mucho que decir. Se me acerca una señora, es una anciana y me dice que el bus que espero ya pasó. Y que ella también lo perdió. No le creo. Me acomodo, tiro el cuerpo hacia atrás y miro hacia la dirección. Pasan unos aeroplanos, la gente camina de a tres, el sol a descendido un poco, y el viento se aburre y llora. Ya no pasan ni las almas por esta vía. Los minutos empujan al sol hacia el abismo oscuro. El viento se pone hostil. Vuelve la anciana a repetir que mi bus hace meses que pasó, que pierdo el tiempo esperándolo. Perder el tiempo es cuestión de técnica. Si para ella pierdo el tiempo, para mí espero el bus. Me abrigo porque la noche llegó y se puso hostil y llorosa.

Espero al amor como se espera el autobús.