Y que golpea este pecho.
Usted que atiende mis llamadas, solícita,
implícita en mis versos.
Usted no sabe de este terror,
no sabe de esta angustia que crece,
ni de este disoluto cielo que se estremece
si usted da por resuelto que no,
que no ha de crecer flores esta primavera.
Usted que me escribe desde la prehistoria,
y yo que la leo desde la actualidad,
usted que representa mi pasión ronca
y yo para usted no soy poco más que alguien.
Y si estremeces mi pecho con tu boca,
con tus lejanas pestañas negras,
y que si supieras acercarte a mí
yo te acogería en mis brazos
y jamás te soltaría
porque te ceñiría a mi vida por siempre.
Usted que no es más que una muchacha,
y yo que no soy más que un frustrado cantor.
Yo no tengo que probar nada,
ya lo probará la historia
y es que no estuve equivocado al señalarla,
como el eje principal de mi vida,
como la niña que me inyecta de emoción
cuando me acerco a respirar el mismo aire que tú.
Usted y yo, tomados como dos sujetos,
independientes de la historia,
si nos tomásemos de la mano
crearíamos una ficción.
Porque yo la reconozco a usted
como un sujeto independiente de mis pretensiones,
fuera de mi realidad, con sus emociones propias,
creadora de mis sueños,
y que es capaz de, tan solo con su mirada,
hacerme delirar como un ave en llamas,
que se incinera desde dentro por verla,
sonriente, altiva, lejana, austera y bella.
Usted que deja crecer su sonrisa
y yo que he perdido el sentido de vivir,
podríamos hacer tantas cosas
él uno por el otro si decidiéramos sonreír
que no ha de crecer flores esta primavera.
Usted que me escribe desde la prehistoria,
y yo que la leo desde la actualidad,
usted que representa mi pasión ronca
y yo para usted no soy poco más que alguien.
Y si estremeces mi pecho con tu boca,
con tus lejanas pestañas negras,
y que si supieras acercarte a mí
yo te acogería en mis brazos
y jamás te soltaría
porque te ceñiría a mi vida por siempre.
Usted que no es más que una muchacha,
y yo que no soy más que un frustrado cantor.
Yo no tengo que probar nada,
ya lo probará la historia
y es que no estuve equivocado al señalarla,
como el eje principal de mi vida,
como la niña que me inyecta de emoción
cuando me acerco a respirar el mismo aire que tú.
Usted y yo, tomados como dos sujetos,
independientes de la historia,
si nos tomásemos de la mano
crearíamos una ficción.
Porque yo la reconozco a usted
como un sujeto independiente de mis pretensiones,
fuera de mi realidad, con sus emociones propias,
creadora de mis sueños,
y que es capaz de, tan solo con su mirada,
hacerme delirar como un ave en llamas,
que se incinera desde dentro por verla,
sonriente, altiva, lejana, austera y bella.
Usted que deja crecer su sonrisa
y yo que he perdido el sentido de vivir,
podríamos hacer tantas cosas
él uno por el otro si decidiéramos sonreír
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