lunes, 10 de junio de 2013

Cadáver que se pudre cruzando la sala

De aquesta manera, como quien resopla lo mágico sensible, se llega al olvido. Solo necesitas abrir las alas, y explorar estos rincones, que yo voy dejando decorados de sangre príncipe. Y más allá, al otro lado de la sala, un cadáver que se pudre. O soy yo, quien verdaderamente se muere un poco cada veinticuatro segundos. O eres tú, porque te han matado con las primeras luces del día. Hoy es especial, porque hoy unimos estas almas, para por siempre dejarnos de estar triste. Y de esta fruta, habremos de comer los dos. Mi cabeza girará y tú caerás al pavimento.

¿Pero dónde está tu tumba? Mi silencio ya no te consume, ni tus entrañas me abrigan de esta pereza. Y es que hasta ahora yo no sé crear, solo destruir. Y lo que salen de estos dedos no es vida, solo son vestigios miserables que anteceden mi propia muerte. Otro contrario. Y te veo discretamente para no ahuyentar a este lobo de mar. Pero llueve, tal vez no aquí, pero sí al interior, al interior mío, quiero decir, o sea, que llueve en mi alma.

Perdí el cielo. Y esta fobia a llamarte y este terror a la luz. Sin el imperativo de siempre tener que sentirme esencialmente lúcido, para, digamos, componer un casa que no dispare gritos. Y ahora estás sola, y yo siempre estoy triste, pero eso no es alegría. En cambio, en esta permeabilidad, y esta desidia, sabes que puedes encontrar en este pobre hombre que sufre, alguien capaz de enloquecer por ti, que sonría de lejos, y esté dispuesto a morir contigo. O por ti. Que es tu ausencia, el vacío más concurrido, eso lo sabe hasta la Naturaleza que nos sostiene.

A nadie le importas, eso fue lo que dijeron los policías cuando me arrestaron. Ni siquiera a ella: horas más tarde, lo comprendí tras el shock de tu pérdida. Y entonces saqué la lengua para hacer una horca con mis palabras y de-una-vez-por-toda-morirme-por-última-vez. Y entendí mi irrealidad, y todo se fue fulminando como un cáncer. Y mis sueños de aquesta manera, fueron dropledos, y los fogosos colores apagados por el gris incansable de tus ojos perpetuamente lunares.

Solo este amargo trago de dolor y arrepentimiento, solo este pavimento revestido de tu sangre me acompañará en mi travesía por la noche infinita. Y yo ya no quiero sentir. Quiero, en cambio, prestarle mucha atención al cuerpo que se pudre. O soy yo o eres tú. Y en el silencio nos cogemos las manos. Y descendemos a nuestras tumbas plagados de muerte. Y el mundo avanza. En aquesta ribera, la memoria arde. Y del otro lado el viento infame borra nuestros nombres tatuados en el horizonte.

Ya desfilan las desafinadas voces. Y tras otra noche, pasan con sus llanto enorme a poblar mis pensamiento. Y pluegos por el transtoquer de mi mimiosa existencia. Como si te me cayeras este en pozo mi tumba cálida, a arragada a los poblesis téfilos de mi vida que acicha. Y recaes por tu bien pensada calma, podrimos tu elmenar tu pieneos pensamientos hechos de papel clave. Y yo hago no le caso más a nadie, porque importa poco qué de hechos estamos. Si soy la mancha más triste y preocupada en tu lienzo. Y a este paso... me voy... muriendo... de amor.... lejos de ti....

Y me lleno de aullidos. Y enloquezco me, si en ti, mi vida buscaba una justificación para continuar su cauce. Y ahora solo como un hongo que se pudre junto al cadáver cruzando la sala.

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