miércoles, 6 de noviembre de 2013

Un momento.

Me falta amargura para atar percebe la orquesta y el talón. Llevaré tu corazón a la lavandería cuando desocupe mis labios de esta sensación. El cuerpo pide por favor, pero ya te levantas, y nos hacemos remotos puntos de quiebre. Igual, sin este amor descriptivo, sin esta pasión desleal, sin esta lindura que se va quedando, otra vez vamos descendiendo, eternos cómplices.

Y no basta con creer en el juego y la locura, a veces eso no lo es todo. A veces, las duras veces, es mejor hacerse silencio, llenos de agujeros y matarnos por sentimentales. Ya que Dios nos limita, podemos atar nuestra punición al talón que destropa tus ojos.

Y ¿qué es la vida? No es más que el tránsito espacial para llegar a las derivas del sueño. Es un momento, el momento preciso en que me alisto para llevar tus besos a la lavandería, por si me los tiñen de hermosura y de tu color.

Piénsalo: tal vez no sabes que también soy mago y soy aire. Y que puedo colarme en tus pestañas, para, no sé, nacer en tus ojos como brillo príncipe.

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