Con una nostalgia que me desarma, avanzo por la noche,
evitando recordar sus ojos pardos, su cabello claro,
y buscando esa paz que mi corazón reclama...
que mi corazón, y con derecho, reclama...
Y llenándome de amargura, y de esa anciana pena,
que a mi conciencia constantemente magulla,
trato de no pensar nunca, nunca más en ella....
de no pensar nunca, nunca más en ella....
Porque su recuerdo a mi conciencia magullaba,
y por no repetir su nombre, echo rienda sueltas mis pulsiones,
aprieto los dientes, y doblemente, amago la tristeza...
rechina mis dientes, y doblemente amago la tristeza...
Como una curva que se envejece en esta Luna disipada,
disperso mis pasos, risueños, y en la arena tallan,
y que acaso me lleven al pie del altar que es su cama...
y que acaso me lleven al pie del altar que es su cama...
Llueve. Llueve en mi alma, y ella tan indiferente,
mientras me asalta un ataque de nostalgia
que me trae su rostro al presente...
que me trae su lívido rostro al presente...
Y me canso de llorarla, de suplicarle a su recuerdo,
de repetirle que la quiero, que quiero que se quede,
que mi alma siente un frío solitario que me mata...
un frío solitario que me está matando...
Si mis palabras pudieran atraparla,
si pudiera traerla a este instante que la pienso,
quizá ella entienda qué es la tristeza que me asalta...
la tristeza que me asalta...
Te envío estas líneas que se matizan de verde,
y aún pienso en ti cuando me aborda la nostalgia,
porque tu compañía sabía desarrugar mis penas...
porque tu compañía sabía desarrugar mi llanto...
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