jueves, 15 de marzo de 2012

Tan lejos y tan solo

¿Cómo estás querida? Tengo esposa e hijos...
De vez en cuando hablo con ella y hasta hacemos el amor...
No es que quiera molestarte, pero me es imprescindible 
sentarme en un café, y soñarte un poco... Y tal vez amarnos...


Las horas son nuestras innegables torturas. Yo lejos de ti, como un tormento a solas, me depuro, y no arrullo esperanza de que vuelvas a mi lado. Y sin embargo, siempre pienso en ti. Tengo la vida hecha de recortes de periódicos, de azulejos que robamos de la Iglesia de San Franciscos. También me componen irremediablemente hablando, los blandos púlpitos secretos en donde conferías tus votos de silencio, ante mi dominante cariño. Y eso ero vasto en nosotros, que éramos como dos niños que apenas si sabían quererse a sí mismos. Claro, que cuando yo dejé la infancia y entré a la niñez, tú ya eras una adolescentes de lentes y cabellos castaños. Y eso era la vida para mí: contemplarte sin el menoscabo, ni la superficial idea de perderte un verano. Cuando los olmos florecieron, grande fue la lluvia, las toneladas de dolor no suplieron el trajín por el que casi me muero. Y una y otra vez y más veces, llorando y rapto, oh, Proserpina, oh, Helena. Y tú disgustabas mucho del silencio clemente que nos imperaba como dos coágulos. Mira, yo aquí feliz de haberme encontrado, capaz de ser feliz yo solito. Con la resolución más importante de estos días, que es imperar sobre las nostalgias que nos disparan a estratoféricas tristezas. Tú y yo nos vamos distinguiendo del tedio y la rutina, por un lado sobresales de mí corazón, como una protuberancia que cobra certeza en cada respirar. Formas parte de mi ser. Por eso formas parte de mi corazón, aledaña a mi alma, pervives como la historia de mi confianza en la vida. Viajas por mis venas con una premura de ángel. Y yo todavía no sé olvidarme de tus ojos pardos, de tus lentes caprichosos, ni de tu cabello castaño, que, intuyo, ya ha crecido. Y has adelgazado, me cuentan, eso quiere decir, que la esbeltez de esos días, cuando la duda y la soledad nos asolaba, han vuelto. Es decir, que estamos como al principios, tan solitos y tan lejitos. Separados por una río de asfalto y estas mis ganas de no atreverme a buscarte, mi amor. Mi amor, mi musa, mi vida...

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