domingo, 8 de abril de 2012

El Gran Otro

A Belem, cuando se pone
más Octavia que nunca


Esos días, cuando el futuro apenas apremiaba, se han ido, Belem. Y ya hemos crecido y tenemos tantas responsabilidades que no sabemos cómo sobrellevar esta vida que agobia. Y estos días, Belem, necesarios para todos, para nuestra generación que, supuestamente, tiene que ser la que patrocine con su cultura e intelectualidad el próximo bicentenario. Y qué lejos estamos de ser esos intelectuales. La vida no es tan simple. Somos apenas guijarros en esta playa absoluta...
Cuánto extraño las borracheras, las conversaciones, y esas ocasiones en que su honestidad rampante despojada  de velos inútiles, me decía con certeza brutal, cómo son las cosas en el caos. Es que somos muy idealistas, concluíamos. Y el mundo no está hecho para los idealistas. Somos subversivos. Nuestras ocasiones en el patio de Letras, nuestras coincidencias en el transporte público. Y los porros que me volvían paranoico. Sus ojos grandes, su honestidad, su crudeza. Y en el recuerdo es ud más Octavia, y se tiñe de más ideal que la misma Octavia. Los imaginarios, otra vez. Ya no hay principio sin final, al final siempre estaremos solos, cuando tengamos buena compañía, porque concluimos que somos idealistas y como idealistas que somos, siempre a nuestro pesar estaremos solos. Porque nos equivocamos de tiempo, Belem. No somos valorados como intelectuales, más bien aprecian nuestra capacidad técnica. Y eso es chantaje capitalista por supervivir. A la larga envejeceremos, pero nuestros corazones y nuestro ideales nunca morirán, y ud será más Octavia cada día. Y yo tal vez encuentre mi par literario. Y cuando estemos adultos y miremos el pasado, entenderemos por qué hacemos lo que hacemos, pensar de manera revolucionaria, sin entregarnos del todo a ese Gran Otro, que nos impone su ley. Espero no perderla de vista nuca, porque me regusta contemplarla como ideal literario. Tanto tiempo sin verla, tantas palabras obviadas, y, desde luego, tanto licor desperdiciado. Ya nos más borracheras, ni más de esos juegos tan bonitos. Ya no más chango vomitandome.  Solo nosotros frente a la vida con la equis distancia de lo que el Gran Otro espera de nosotros. Y es tiempo de servirles con algo productivo, el Gran Otro no necesita de pensadores, necesita de digitadores y técnicos. No queda más que integrarnos a esa sociedad, porque renunciar no es parte de nuestros ideales, Belem. Mejor sería fumarnos un porro, como en esos tiempos, Belem, cuando nada apremiaba y éramos simples.

No hay comentarios:

Publicar un comentario