Reverberas cual noche llena de fatigas, en tus rojos revientes; este perro te sueña, que tu boca se haga burbuja al tacto infértil de su nudo al minuto de luz, un poco de luz para siempre, de tus ojos, que me traen o me echan, porque pierda el color, la vida, el sueño, el amor, y es que no pensé hallarte así de ajena, tan distinta, como estrella en mi pulgar o mi pupila, limitada por apenas el cine y los enamoramientos, las bocas y el sexo ufano, las noches ancladas al limítrofe placer de la muerte, estamos obsesionados es cierto, pero el tiempo es corto, y mi vida languidece, y tuve que encontrarla esta noche, tan rodeada de cuerdas e intenciones; la pasión me envilece, tan solo un beso, o que tu mano imagine mis venas en sus ríos, su respiración de asma y predicación, yo lleno de talento para el fracaso, estoy de pie, porque tú, pasas al centro de mi vivienda, a ser en seguida el centro de mi diluvio universal y por correspondencia somos tacto que se avecina o tiempo que aterriza, y tú que serás de él.
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