Dignidad
aparte, por esos mismos senderos, con esas mismas piedras, casi por
rutina casi por alter ego, quiero muy de vez en cuando volver a quemarme
y vibrar con tu fuego interior. Y que entiedas que soy el chico bueno
que dejaste ir, y que ahora se hizo chico malo para poder vengarse en
secreto. Tú sabes. Y Dios también, solo que Él sabe guardar secretos.
Yo, en cambio, solo sé dibujar y reprimir
tu búsqueda en mi memoria. No sé, quizá Dios me perdone tantas y tontas
fallidas incursiones, pero tus piernas largas y mías, porque aún y aun,
intentan traerte hasta mi tumba. Y eso que aún no muero, pero cuánto
quisiera, si es por el fuego que te enciende y me enciende al contacto,
otra vez. Entonces, tomarte por el alma, como si te cogiera de las
orejas, no es mala idea. Yo soy el desayuno y tú eres la cliente. Mi
venganza entonces te va dar risa, o todo lo contrario, ya cambié de
domicilio para evitar las gillotinas notariales. No tengo pulmones, pero
tengo poesía. Tú solo tienes tiempo, y una boda por recitar
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