Las palabras no me ayudan a pensar. Estás entre las hojas que escribo. Detrás de la memoria, como perdiendo la noche, versando de tu irisdiscencia por si puedo volver atrás con este mismo silencio. O esta sonrisa de claridad. Eres como la hora de verte. No te asustes si te digo que te quiero. Ni me vayas a salir con que el amor es un constructo. El amor es como un mancha de tinta: a veces está allí para hacerse notar, nunca para incitarnos al turno. Y yo no sé decirte que te espero todos los días. Que mi día se resume a esperarte. Que me muerdo las uñas y que llegaste a mì como tomada de un sueño. Y que me di vuelta y ahí estabas con tu lunarcito, con tus ojos de mundo. Y mi pensamientos esquizoides. Y mi amor retraido. Y mi fabulación de latido. Te encontré y me encontré a mi mismo. Parezco un niño. Soy un niño gordo. Pero muy inteligente. Y además soy sensible. Pero soy uno. Contigo soy dos. Conmigo estoy solo. Pero no quiero estar solo. Prefiero estar natural. O estar en las portadas de los diarios. Ya sea cmo alguien famoso o como una mancha en la pista. No soy famoso. Pero tengo tu cariño. Y eso aunque no sea fama, se le parece mucho. Y yo te quiero. Porque soy un viciadito, ay qué alegría ay que tristeza. Me recuperaré pronto. Y tú estarás allí. Tendrás a otro que te regale besos. Pero no me tendrás a mí. Porque yo soy perecible. Aunque a veces soy automático. Pero contigo quiero ser mejor persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario