sábado, 22 de marzo de 2014
Insurrecto
Valentina estuvo aquí. Y yo solo alcancé a ver su sombra. Y tampoco hay cielo azul, porque ya todo se hizo menos pintoresco. Y seguí avanzado, y tras los pasos de Valentina, se encendían luces. Y me dio miedo intuir o transformarme en aire o reciclaje de páginas verticales. Así que volví tras las líneas que fui dejando, para ver si encuentro un origen, o me encuentro otra vez dibujando con el dedo tu rostro lúcido en un vidrio que después se hizo puñal y sangre. Y luego, vuelto otra vez oruga sin sabor y sin registro, regreso al vientre de mi madre, al atardecer siquiera, cuando unos ojos viajeros me enseñaron a besar. Y una primavera dedicada, y los dedos cruzados para que otra vez se repita para siempre tu música en mi mente. Porque tus ojos siempre fueron ruidos en mi cabeza. Y me aturdieron tus intensas voces y tus largos pies vestidos de mañana y vuelo. Un día prometimos casarnos, pero tomamos la otra alternativa, de movernos junto al planeta, tú para la derecha, yo para la izquierda. Y aunque no querramos, algún día tendremos que coincidir, con una mirada ácida siquiera, porque el planeta es como una moneda y rueda rueda rueda. Y como un disparo, nos veremos, sin calle y sin futuro. Mientras, yo sigo buscando las sombras de personas que no conozco y tú construyes corazones alérgicos al amor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario