martes, 17 de junio de 2014

El vacío

Olvidaste un poco de tu vida en mi alma, y así uno no puede continuar, porque será siempre una herida que duele y duele. Y sucede que de cuando en cuando, en el momento más desesperado, vuelve todo lo que me quitaste, pero en forma de dolor que se ancla en el vacío. Bebo de tu oscuridad, por si me hago más fuerte, pero solo me lleno de muslos y pestañas. Y hace tanto frío, y es hora de ir a la cárcel, porque la noche es insana, y en un rato llega la muerte para llorar en mi hombro, es que a ella también naufraga. Me envuelvo en oscuridad, y eres solo un vacío en la espesura de mi sangre; eres un peso para mis dolencias mentales, para mi sensibliidad podrida. Me haces tan frágil con el hilo innato de tu voz. Yo aquí, tan desesperado, y a ti, en otro cielo, te falta un silencio, un par de confusiones, de este referente que se siente cada día más pequeño sin tu anestesia para el rencor. Yo me odio por perderte; por ser tan autosuficiente para cubrir mi sencilla tristeza, que no hace nada más que volverme viejo con estas añoranza cubiertas de asma y electricidad. Y por dentro estoy lleno de ruidos, pero no te alarmes: hemos sufriido cosas peores, por ejemplo, la noche que nos quitó de la cabeza la idea de estar juntos para siempre, porque eso fue tan relativo.

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