Voy a cubrir tu cuerpo de rosas, de largas
carreteras que no me hagan dificultoso accederte, de momentos grávidos
que llamen a lugar un beso, como la primera vez en un auto. No quiero
más cubrir tu rostro de lágrimas, ni el mío, cubrirlo de
muecas ni sentidos. Quiero momentos lúdicos. Porque tú eres como mi
hermanita, con tus largos dedos y tus cuatro ojos, con tus intuciones
parecidas a las mías, y tu quiebre y tus labios rosas, y tu nariz
perfecta, como un botoncito, y tus pensamientos a futuro. Por eso te
traje conmigo, aquí, en mi bolsillo y en mi pecho, como un collarcito
que nunca se cae, como un tatuaje que nunca quise hacerme, pero fue
hecho por necesidad. Yo quiero recorrer tu cuerpo como lo recorre tu
sangre, llenarte de caricias intermitentes e interminables. Yo voy a
cubrir tu pecho de luceros y de cielo; voy a dibujar tu necesidad, y la
asiré a mi garganta para que de todas maneras, al anochecer, necesites
de mí. Tú eres como mi hermanita, cuidado cuidado, que hacemos un
simpático equipo. Porque teniéndote cerca, yo jamás me rendiré. La
fatiga la borras cuando surcas tu dedo mágico por mi frente llena de
sudor y viento. Voy a llenar de versos tu boca, y me extinguiré contigo
en el siguiente beso, cuando vuelvas a este fantasma y a esta necesidad
de necesitarte, una fiesta para dos corazones desarrapados.
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